Este mes de mayo, muy por encima del mar Báltico, un avión de combate sueco Gripen E surcó el aire sin piloto a los mandos. Durante dos ejercicios realizados en mayo y junio, el avión voló bajo el control de un software de inteligencia artificial desarrollado por la prestigiosa empresa emergente de defensa Helsing. Un piloto de seguridad se sentó en la cabina, pero no tuvo que intervenir. Los vuelos de prueba marcaron un hito para la empresa de tecnología de defensa con sede en Múnich y un posible punto de inflexión para la aviación militar europea.
Stephanie Lingemann, directora sénior de Helsing, calificó el cambio de “revolucionario”. En una intervención en la oficina de la compañía en Múnich, afirmó que el sistema de inteligencia artificial Centaur obtuvo el equivalente a un millón de horas de vuelo en tan solo 72 horas. Eso es más de cien veces lo que un piloto humano podría acumular a lo largo de toda su carrera. “Se puede alcanzar un rendimiento sobrehumano muy rápidamente”, explicó al Financial Times. “Y no es necesario enviar a los pilotos a situaciones peligrosas”.
¿Ha llegado la era de los aviones de combate autónomos?
Los vuelos autónomos del Gripen de Helsing representan la vanguardia de una creciente carrera mundial por el desarrollo de aviones de combate no tripulados. Ejércitos de todo el mundo, incluyendo Estados Unidos, China y Rusia, buscan aviones propulsados por IA y “compañeros de ala leales“, drones que apoyan a las aeronaves pilotadas en combate.
Sin embargo, si bien la visión del combate aéreo autónomo ha fluctuado desde la Guerra Fría, esta vez algo parece diferente. La guerra en Ucrania ha impulsado la industria de defensa europea e intensificado la inversión en sistemas de IA capaces de adaptarse con rapidez y actuar con decisión.
“Este es un cambio de paradigma en el combate aéreo en todo el mundo”, escribió el coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos Kevin Anderson en un artículo reciente para el Centro de Competencia del Poder Aéreo Conjunto de la OTAN.
Los aviones de combate son costosos de construir, mantener y volar. La IA podría reducir la carga al eliminar a los humanos de la ecuación. En Estados Unidos, la Fuerza Aérea está modificando los F-16 a través de su “Proyecto Venom” para entrenar sistemas de IA para su eventual despliegue en drones. Estos sistemas se conciben como parte de equipos mixtos hombre-máquina, con cazas no tripulados que complementen o reemplacen a los aviones tripulados.
En Europa, las ambiciones de Helsing se alinean con un impulso más amplio hacia la autonomía de defensa. La empresa, valorada actualmente en 12.000 millones de euros, ha crecido rápidamente desde su fundación en 2021, con el apoyo de inversores como Daniel Ek, fundador de Spotify. Centrada inicialmente en software de IA para sistemas de armas, Helsing ahora también produce hardware como drones y vehículos submarinos no tripulados.
Los humanos siguen al tanto, por ahora
A pesar del entusiasmo, el camino hacia una adopción generalizada no está exento de obstáculos. El aprendizaje automático —la tecnología de IA que impulsa estos sistemas— aún está aprendiendo a interpretar y responder al caos de la guerra.
Los expertos militares enfatizan que la complejidad de los escenarios de combate aéreo hace que la autonomía total sea arriesgada. “La guerra robotizada… está a siglos de distancia”, declaró un comandante de la fuerza aérea . Incluso cambios menores, como la presencia de neumáticos en una pista, pueden confundir a los sistemas de visión artificial. En otras palabras, la IA puede dominar en simulaciones limpias, pero tropezar en la realidad ambigua y sucia de la guerra.
Luego está la ética. Antoine Bordes, vicepresidente de IA de Helsing, insiste en que la toma de decisiones humana sigue siendo fundamental para el uso de las armas y el software de la compañía. “Si no lo hacemos en Europa, con nuestros propios valores, se hará en otros lugares”, declaró.
Pero no todos están tranquilos. La posibilidad de drones letales totalmente autónomos —el tipo de sistemas que seleccionan y atacan objetivos sin intervención humana— sigue siendo muy controvertida.
Los drones armados de Helsing ya están activos en Ucrania, donde la compañía tiene acuerdos para suministrar 10.000 unidades. Sin embargo, incluso allí, los soldados de primera línea han criticado el rendimiento y el coste del dron kamikaze HF-1 de la compañía y su software Altra.

Simon Brünjes, quien dirige la división de drones armados de Helsing, reconoció las limitaciones del HF-1, pero expresó su confianza en su sucesor, el HX-2, que actualmente se está probando sobre el terreno. Cabe destacar que Brünjes también se mantuvo firme, al menos por ahora. En entornos de alto riesgo como Ucrania, donde las estructuras civiles suelen estar cerca de objetivos militares, cree que el criterio humano es esencial. “En un entorno así, queremos que un humano tome la decisión”, afirmó. Ni el HF-1 ni el HX-2 son autónomos, al menos no los modelos suministrados a las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Aun así, admitió, “en otros escenarios —una guerra a gran escala con Rusia o China— es una cuestión diferente”.
¿Qué viene después?
Mientras Europa se apresura a modernizar sus fuerzas aéreas, la mayoría de los expertos prevén un largo período de transición. Lingemann, de Helsing, afirmó que la IA primero complementará a los pilotos humanos, ofreciendo asistencia con maniobras complejas y detección de amenazas. Con el tiempo, añadió, los roles cambiarán. “Creo que tendremos décadas en las que veremos ambas cosas. Y luego, gradualmente, los operadores, al igual que con los drones, cambiarán a diferentes roles”.
Pero el giro estratégico de Europa es evidente. Si bien los cazas no tripulados podrían no dominar las fuerzas aéreas mañana, su llegada parece inevitable. La tecnología está mejorando rápidamente. La guerra en Ucrania sirve tanto de campo de pruebas como de catalizador político. Y el apoyo financiero está llegando a raudales por parte de inversores deseosos de respaldar la próxima frontera de la defensa.
Fuente: ZME Science.