Los miembros del jurado comenzaron a deliberar el viernes por la noche si la estrella caída de Silicon Valley, Elizabeth Holmes, engañó a los inversionistas o creía seriamente que la tecnología utilizada por su startup de análisis de sangre podría revolucionar la industria. Después de más de tres meses de testimonio, durante los cuales Holmes testificó en su propia defensa, el panel de cuatro mujeres y ocho hombres fue enviado a considerar si ella es culpable de cargos de fraude que podrían enviarla a prisión por años. Los miembros del jurado se fueron a casa por la noche y reanudarán las deliberaciones la próxima semana.
Durante los alegatos finales, los fiscales acusaron a Holmes de elegir “el fraude sobre el fracaso”, mintiendo a los inversores y pacientes mientras su tecnología fracasaba y el efectivo se agotaba. El abogado de Holmes, Kevin Downey, respondió que Holmes realmente creía en su invento y estaba a punto de realizar su sueño, de realizar una amplia gama de análisis de sangre con unas pocas gotas de sangre, cuando la startup se hundió.
“Primera señal de problemas, los delincuentes cobran, los delincuentes se ocultan y las ratas huyen de un barco que se hunde”, dijo Downey al jurado, señalando que Holmes trabajó hasta el final para rescatar la puesta en marcha y nunca vendió acciones de la empresa.
“Ella se hundió con el barco”, dijo Downey.
Holmes potencialmente enfrenta años de prisión si es declarada culpable de las acusaciones de que defraudó a los inversores y clientes de su antes publicitada firma Theranos, que colapsó después de que se reveló que las máquinas no funcionaban según lo prometido. El caso de alto perfil ha atraído una intensa atención de los medios y ha planteado preguntas sobre hasta qué punto las startups pueden doblar la verdad.
Holmes lanzó Theranos en 2003 a los 19 años, y eventualmente prometió máquinas de prueba de autoservicio que podrían ejecutar una gama analítica de manera económica y con solo unas pocas gotas de sangre, una promesa hecha añicos por acusaciones de fraude. En muchos sentidos, Holmes encajaba con la imagen estereotipada de una emprendedora de Silicon Valley, desde sus suéteres de cuello alto de color oscuro que evocaban a la leyenda de la tecnología Steve Jobs hasta su abandono de la élite de la Universidad de Stanford en California.
Fuente: Tech Xplore.