Según un nuevo estudio científico, una peor salud cardiovascular en la infancia y la adolescencia puede estar relacionada con diferencias tempranas en la estructura cerebral, en particular en áreas del cerebro que se sabe que se ven afectadas por la demencia en etapas posteriores de la vida. Se sabe que la obesidad, la hipertensión (presión arterial alta) y la inactividad física son factores de riesgo cardiovascular para la demencia en la mediana edad, pero hasta ahora se sabe poco sobre estos vínculos entre la salud del corazón y el cerebro en etapas mucho más tempranas de la vida. Los investigadores dirigidos por un equipo del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, en colaboración con el University College de Londres, analizaron datos de más de 860 niños y jóvenes de entre 7 y 17 años, incluidos escáneres cerebrales, niveles de actividad física, presión arterial e índice de masa corporal (IMC).
El nuevo artículo, publicado en la revista eBioMedicine, encontró un vínculo entre un mayor IMC, presión arterial más alta y menor actividad física en la adolescencia y la estructura cerebral posterior en la adultez temprana, un período en el que el cuerpo experimenta cambios significativos. Los vínculos fueron particularmente evidentes en las regiones cerebrales que se sabe que se ven afectadas en la demencia en la vejez, lo que sugiere que los cambios en el estilo de vida a principios de la infancia pueden preparar el terreno para un deterioro posterior de la salud cerebral.
Holly Haines, autora principal del artículo, dijo: “Nuestra investigación muestra que la salud cardiovascular en las primeras etapas de la vida puede ser importante para la estructura de las regiones cerebrales que se sabe que se ven afectadas en la demencia en la vejez, mucho antes de lo que se pensaba anteriormente”.

Los científicos descubrieron que los marcadores de una peor salud cardiovascular (como una presión arterial más alta en la infancia y un crecimiento más rápido del IMC durante la adolescencia) estaban asociados con diferencias en la estructura de un tipo de tejido cerebral llamado materia gris, incluido su grosor y área de superficie. Estos hallazgos se dieron predominantemente en áreas cerebrales que se sabe que están involucradas en el pensamiento y la memoria. Ya se han demostrado vínculos similares entre la salud cardíaca y la salud cerebral en pacientes mayores con dificultades de memoria y demencia. Dicen que la investigación podría ayudar a allanar el camino para identificar y mitigar los riesgos de demencia en etapas más tempranas de la vida, pero que se necesitan más investigaciones con un grupo más diverso de participantes para poder generalizar los hallazgos a una población más amplia.
La coautora del artículo, la profesora asociada Sana Suri del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, añadió: “Los hallazgos sugieren que deberíamos empezar a pensar en abordar los factores de riesgo modificables del estilo de vida, como la obesidad y el ejercicio, décadas antes de lo que sugieren los modelos actuales de esperanza de vida de la demencia. Los primeros años de la adolescencia merecen una mayor consideración en el contexto de la prevención de la demencia”.
Los datos para el estudio se obtuvieron del Estudio Longitudinal de Padres e Hijos de Avon (ALSPAC), un estudio de cohorte de nacimiento líder a nivel mundial con sede en la Universidad de Bristol.
David Thomas, director de Políticas y Asuntos Públicos de Alzheimer’s Research UK, dijo: “Este estudio sugiere que no cuidar nuestro corazón incluso en la adolescencia podría provocar cambios en el cerebro más adelante en la vida, lo que puede influir en el riesgo de desarrollar demencia.
“Hasta el 45% de los casos de demencia se pueden prevenir evitando los factores de riesgo en los que podemos influir, como la inactividad física y el tabaquismo. Se trata de hábitos que algunas personas adquieren en los primeros años de vida, sin saber las posibles consecuencias a largo plazo para la salud de su cerebro.
“La demencia no es simplemente una parte inevitable del envejecimiento. Al apoyar investigaciones como esta, estamos obteniendo información sobre cómo las personas pueden prevenir la aparición de la demencia, lo cual es vital si queremos encontrar una cura para esta enfermedad devastadora”.
Fuente: Medical Xpress.