Encontrar una huella dactilar en la vaina de una bala disparada era una tarea prácticamente imposible. Pero los científicos por fin han logrado un gran avance.
Investigadores de la Universidad de Maynooth en Irlanda han demostrado que pueden recuperar huellas dactilares humanas de casquillos de bala sobrecalentados. Aún mejor, las impresiones aparecen con el “máximo nivel de detalle”, incluyendo poros y relieves.
Los detalles podrían ser suficientes para identificar a un tirador, aunque en los experimentos las balas no fueron disparadas con un arma de fuego; fueron calentadas en un horno.
“El Santo Grial de la investigación forense siempre ha sido recuperar las huellas dactilares de los casquillos de munición disparados”, afirma la química Eithne Dempsey.
“Tradicionalmente, el intenso calor del fuego destruye cualquier residuo biológico. Sin embargo, nuestra técnica ha logrado revelar crestas dactilares que de otro modo permanecerían imperceptibles”.

La nueva técnica, ideada por Dempsey y su antiguo alumno de doctorado, el químico Colm McKeever, aún necesita más pruebas, pero la prueba de concepto fue exitosa. Sus resultados sugieren que no todos los residuos biológicos se degradan en la vaina de una bala tras el disparo. Al igual que la tinta invisible, algunos pueden permanecer.
Utilizando una mezcla química especial y una pequeña cantidad de voltaje, Dempsy y McKeever han revelado ahora ese residuo. Su técnica puede incluso descubrir huellas dactilares en casquillos de bala que hayan sido tocados, calentados y almacenados durante más de un año.
“Utilizando el material quemado que queda en la superficie de la carcasa como plantilla, podemos depositar materiales específicos entre los huecos, lo que permite la visualización”, explica McKeever, que ahora trabaja en la Universidad Tecnológica de Shannon en Irlanda.

“Con este método, hemos convertido la vaina de la munición en un electrodo, lo que nos permite impulsar reacciones químicas en la superficie de la vaina”.
Serán necesarias más pruebas para demostrar que la técnica funciona con una bala disparada realmente con un arma de fuego. Algunas pruebas, por ejemplo, sugieren que el “retroceso gaseoso” producido por los disparos es lo que borra la mayor parte de las huellas dactilares, y no sólo las altas temperaturas. La nueva herramienta forense de McKeever y Dempsey es un avance emocionante, pero la búsqueda del “santo grial” continúa.
El estudio fue publicado en Forensic Chemistry.
Fuente: Science Alert.
