Cuando te miras en un espejo, puedes verte a ti mismo o a los alrededores del espejo en el reflejo. Pero, ¿cuál es el verdadero color de un espejo? Sin duda, es una pregunta intrigante, ya que responderla requiere que profundicemos en una física óptica fascinante.
Si respondiste ‘plata’ o ‘sin color’ estás equivocado. El color real de un espejo es blanco con un ligero tinte verde.
Sin embargo, la discusión en sí es más matizada. Después de todo, una camiseta también puede ser blanca con un tinte verde, pero eso no significa que puedas usarla en un kit de maquillaje.
Las muchas caras de la luz reflejada
Percibimos el contorno y el color de los objetos debido a la luz que rebota en ellos y llega a nuestra retina. Luego, el cerebro reconstruye la información de la retina, en forma de señales eléctricas, en una imagen, lo que nos permite ver.
Los objetos reciben inicialmente la luz blanca, que es básicamente luz diurna incolora. Este contiene todas las longitudes de onda del espectro visible a igual intensidad. Algunas de estas longitudes de onda se absorben, mientras que otras se reflejan. Entonces, son estas longitudes de onda del espectro visible reflejadas las que finalmente percibimos como color.
Cuando un objeto absorbe todas las longitudes visibles, lo percibimos como negro, mientras que un objeto que refleja todas las longitudes de onda visibles aparecerá blanco a nuestros ojos. En la práctica, no hay ningún objeto que absorba o refleje el 100% de la luz entrante; esto es importante al discernir el verdadero color de un espejo.
¿Por qué un espejo no es completamente blanco?
No todos los reflejos son iguales. La reflexión de la luz y otras formas de radiación electromagnética se pueden clasificar en dos tipos distintos de reflexión. La reflexión especular es la luz reflejada desde una superficie lisa en un ángulo definido, mientras que la reflexión difusa es producida por superficies rugosas que reflejan la luz en todas las direcciones.
Un ejemplo simple de ambos tipos usando agua es observar un charco de agua. Cuando el agua está en calma, la luz incidente se refleja de manera ordenada produciendo así una imagen clara del paisaje que rodea la piscina. Pero si el agua es perturbada por una roca, las ondas interrumpen el reflejo al dispersar la luz reflejada en todas las direcciones, borrando la imagen del paisaje.
Los espejos emplean reflexión especular. Cuando la luz blanca visible golpea la superficie de un espejo con un ángulo de incidencia, se refleja de vuelta al espacio con un ángulo reflejado que es igual al ángulo de incidencia. La luz que incide en un espejo no se separa en los colores que la componen porque no se “dobla” ni se refracta, por lo que todas las longitudes de onda se reflejan en ángulos iguales. El resultado es una imagen de la fuente de luz. Pero debido a que el proceso de reflexión invierte el orden de las partículas de luz (fotones), el producto es una imagen especular.
Sin embargo, los espejos no son perfectamente blancos porque el material del que están hechos es imperfecto en sí mismo. Los espejos modernos se fabrican plateando o rociando una fina capa de plata o aluminio sobre la parte posterior de una hoja de vidrio. El sustrato de vidrio de sílice refleja un poco más de luz verde que otras longitudes de onda, dando a la imagen del espejo reflejada un tono verdoso.
Este tinte verdoso es imperceptible pero realmente está ahí. Puedes verlo en acción colocando dos espejos perfectamente alineados uno frente al otro para que la luz reflejada rebote constantemente entre sí. Este fenómeno se conoce como “túnel de espejos” o “espejo infinito”. Según un estudio realizado por físicos en 2004, “el color de los objetos se vuelve más oscuro y más verde cuanto más profundo miramos en el túnel del espejo”. Los físicos encontraron que los espejos están sesgados en longitudes de onda entre 495 y 570 nanómetros, lo que corresponde al verde.
Entonces, en realidad, los espejos son blancos con un pequeño tinte de verde.
Fuente: ZME Science.