A los humanos neolíticos aparentemente les gustaba mucho reutilizar. Según un análisis de huesos de la Cueva de los Mármoles, en el sur de España, no era necesariamente raro que los humanos vivos reutilizaran a los fallecidos y reciclaran sus huesos para convertirlos en herramientas.
Entre una colección de huesos que data de hace miles de años, los arqueólogos dirigidos por Zita Laffranchi de la Universidad de Berna han encontrado varios que muestran signos de desgaste asociados con el uso post-mortem, incluido un cráneo que pudo haber sido una taza. Otros huesos muestran signos de haber sido procesados, marcas que podrían haber sido hechas en intentos de extraer médula y tejido blando. Aunque es imposible determinar exactamente qué pasó con los cadáveres y por qué, los investigadores creen que lo que han encontrado apunta a una práctica cultural deliberada.
“Después de comparar los hallazgos de Mármoles con los de otros contextos similares, podemos postular que estas manipulaciones estaban relacionadas con ideas culturales sobre la muerte y la posición de los muertos en el panorama ideológico comunitario”, dicen en una entrevista con PLOS One.
“Es decir, la manipulación puede haber sido motivada por la necesidad de mantener cerca los restos de los miembros de la comunidad, y al mismo tiempo ‘facilitar’ su paso a los mundos espirituales”.
La península Ibérica está repleta de cuevas que han aportado evidencia de una rica cultura humana durante los períodos Mesolítico y Neolítico. En toda Europa, estas cavidades naturales han sido lugares populares para el entierro de los muertos, proporcionando una gran cantidad de información arqueológica sobre prácticas funerarias y, a menudo, también sobre cómo vivían los humanos y sus antepasados.
Los huesos antiguos también han revelado en ocasiones prácticas más espantosas. El canibalismo, al parecer, no es infrecuente a lo largo de la historia de la humanidad. Y, en todo el mundo, los humanos han encontrado formas de reciclar los huesos de los muertos.
En la Cueva de Mármoles se han encontrado numerosos restos humanos, pero aún no se ha realizado un estudio antropológico detallado. Laffranchi y sus colegas llevaron a cabo nuevos análisis de radiocarbono, antropológicos y tafonómicos de huesos alterados de la cueva, para intentar descubrir más sobre las personas que alguna vez vivieron y murieron allí.
A partir de una colección de huesos, pudieron determinar que la cueva estuvo en uso como lugar de entierro entre el V y el II milenio a.C. Esto, dicen, sugiere que la cueva fue un hito simbólico para los humanos que vivieron en la zona durante un largo período de tiempo, y probablemente utilizada para tradiciones funerarias.
También determinaron que los huesos pertenecían al menos a 12 individuos diferentes, de los cuales siete eran adultos, y que habían sido tratados de manera similar, lo que sugiere un conjunto de tradiciones y creencias bien definidas. Es difícil interpretar con certeza las alteraciones en los huesos, pero algunas de las fracturas, marcas y raspaduras son consistentes con la extirpación de médula y tejido. Se desconoce cuál fue el motivo. Es ciertamente posible que la médula se haya extraído para alimentarse, ya que es muy nutritiva.
El equipo también identificó un fragmento de la diáfisis tibial y del peroné que eran lisos, brillantes y cubiertos de pequeños rasguños, como si hubieran sido usados repetidamente. Esto sugiere que estos huesos fueron utilizados como herramientas, después de haber sido procesados poco después de la muerte, mientras los huesos estaban frescos.
Y, lo que resulta de particular interés, el equipo encontró un fragmento de cráneo que parece haber sido reelaborado y utilizado, tal vez como taza o cuenco. El equipo espera que al continuar estudiando la cueva y otras cuevas de la región, encontrarán más evidencia de estas fascinantes y misteriosas prácticas.
“Esperamos que nuestros hallazgos puedan arrojar más luz sobre la heterogeneidad que caracteriza las costumbres funerarias de las comunidades prehistóricas de Andalucía y llamar la atención también sobre patrones comunes”, afirman.
“Estamos lejos de conocer las razones últimas de las manipulaciones observadas, pero creemos que con la inclusión continua de nuevos datos y una observación detallada, como las proporcionadas por este estudio, podemos ayudar a definir mejor lo que sucedió”.
La investigación ha sido publicada en PLOS One.
Fuente: Science Alert.