El 5 de diciembre por la mañana, un par de satélites ascendieron a los cielos desde la costa oriental de la India. ¿Su misión? Proyectar sombras en el vacío del espacio. Estas dos naves espaciales, parte de la misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA), están preparadas para hacer lo que ningún otro satélite ha hecho antes: crear eclipses solares a pedido. Hay mucho en juego. Los científicos creen que estos eclipses artificiales podrían ayudar a desentrañar algunos de los misterios más desconcertantes del Sol, en particular los que se esconden en su atmósfera exterior: la corona.
Pequeños eclipses solares a pedido
La corona, un halo etéreo de plasma que rodea al Sol, sigue siendo sorprendentemente inexplorada. Contrariamente a la intuición, es órdenes de magnitud más caliente que la superficie del Sol (alrededor de 5.500 °C), alcanzando temperaturas de millones de grados. Este es el único caso en el universo conocido en el que lo que produce el calentamiento es en realidad más frío que lo que está calentando. Esta aura ardiente es también la cuna del clima espacial, fenómenos poderosos como las erupciones solares y las eyecciones de masa coronal (CME) que pueden interrumpir las comunicaciones, dañar los satélites e incluso amenazar las redes eléctricas de la Tierra.
Pero estudiar la corona es como intentar ver el resplandor de una vela junto a un reflector. El brillo del Sol, alrededor de 127.000 lúmenes por metro cuadrado, ahoga la tenue luz de la corona. Durante siglos, la mejor oportunidad de vislumbrar esta región oculta ha sido durante los fugaces eclipses solares totales, cuando la Luna tapa brevemente al Sol. Ambos eventos son tan raros que el progreso se ve obstaculizado. Ahora, Proba-3 está preparada para cambiar eso.
Ingeniería de precisión a escala milimétrica en el espacio
La misión Proba-3, como dice la ESA, “tiene el potencial de cambiar la naturaleza de las futuras misiones espaciales”. Consiste en dos satélites sincronizados: el Occulter y el Coronagraph. El Occulter lleva un gran disco diseñado para bloquear la luz del Sol. Volará 144 metros por delante del Coronograph, que observará la corona desde detrás de la sombra.
Para que esto funcione, todo tiene que encajar con una precisión sin precedentes.
“Piensa en estar de pie en un extremo de un campo de fútbol y hacer que un pase caiga sobre una moneda del otro extremo; eso sería fácil comparado con lo que están haciendo aquí”, dijo Daniel Seaton, coinvestigador de la misión y físico solar del Southwest Research Institute. Los satélites deben alinearse con precisión milimétrica para crear la sombra.
Mantener esa alineación perfecta no es tarea fácil. El Occulter utiliza giroscopios, rastreadores de estrellas y propulsores de gas frío para mantener el rumbo. Mientras tanto, el Coronograph refleja estos movimientos con sus propios sistemas de guía.
Una nueva era de eclipses solares
Estos eclipses artificiales no serán visibles desde la Tierra; se crean en el vacío entre los dos satélites, muy por encima de nuestro planeta. Pero la ESA promete compartir las imágenes, ofreciendo una nueva ventana a la corona del Sol.
A diferencia de los eclipses naturales, que duran solo unos minutos, estos eclipses a demanda pueden extenderse hasta seis horas. Esta vista extendida significa que los científicos pueden observar fenómenos solares sin tener que perseguir eclipses por todo el mundo.
“Esta sombra proporcionada por la primera nave espacial cubrirá la cara ardiente del Sol para que su tenue atmósfera ‘coronal’ circundante sea visible”, explicó la ESA. La esperanza es entender cómo se origina el clima espacial y predecir sus impactos en la Tierra.
Mirando más allá del Sol
Si Proba-3 tiene éxito, la tecnología podría allanar el camino para misiones aún más ambiciosas. Seaton especuló que versiones más grandes de estos satélites podrían algún día ayudar a los científicos a buscar planetas distantes al bloquear la luz de otras estrellas.
Por ahora, el mundo tendrá que esperar unos meses hasta marzo de 2024, cuando está previsto que el dúo comience sus danzas de sombras sincronizadas. Estos eclipses artificiales pueden ser invisibles a nuestros ojos, pero los secretos que revelan podrían arrojar luz sobre algunos de los enigmas más profundos del Sol, y tal vez más allá.
Fuente: ZME Science.