Para los pianistas experimentados, dominar su arte requiere años de práctica dedicada. Sin embargo, incluso los músicos más consumados llegan a un punto en el que mejorar aún más está cada vez más fuera de su alcance. Pero ¿qué pasa si todo lo que se necesita para superar ese estancamiento es una mano amiga?
Investigadores en Japón han ideado un exoesqueleto robótico que puede mover los dedos de un pianista y tocar notas para ellos. Desarrollado por Shinichi Furuya y sus colegas de los Laboratorios de Ciencias Informáticas de Sony en Tokio, este exoesqueleto, diseñado previamente para rehabilitar manos lesionadas, es un importante avance en el entrenamiento de habilidades.
“Soy pianista, pero me lesioné la mano por practicar demasiado”, dijo Furuya a New Scientist. “Sufría un dilema entre practicar demasiado y prevenir la lesión, así que pensé que tenía que pensar en alguna forma de mejorar mis habilidades sin practicar”.
Profesor Robot

Furuya recordó cómo sus maestros solían guiar sus manos sobre las teclas, mostrándole técnicas a través del tacto en lugar de palabras. Esa experiencia lo llevó a preguntarse: ¿Podría un exoesqueleto robótico reproducir este efecto?
El dispositivo se coloca en la parte superior de la mano del pianista y tiene pequeños motores adheridos a cada dedo. Puede mover cada dedo de forma independiente, flexionando y extendiendo las articulaciones hasta cuatro veces por segundo. Este entrenamiento pasivo (en el que el dispositivo mueve los dedos sin la intervención activa del pianista) resultó sorprendentemente eficaz.
Rompiendo el efecto techo
Para probar el dispositivo, los investigadores reclutaron a 118 pianistas profesionales, todos ellos con al menos 10.000 horas de práctica desde la infancia. No se trataba de aficionados que buscaban un atajo, sino de músicos experimentados que ya habían perfeccionado su técnica hasta alcanzar un alto nivel.
Cada pianista practicó una pieza difícil hasta que alcanzó un punto de estancamiento en su interpretación, en el que no se observó ninguna mejora adicional. Luego, se sometieron a una única sesión de 30 minutos con el exoesqueleto robótico, que movió los dedos de la mano derecha a través de diferentes secuencias, tanto simples como complejas (índice + anular y luego corazón + meñique), a distintas velocidades.
Los resultados fueron visibles. Los pianistas que recibieron el entrenamiento rápido y complejo pudieron mover sus dedos más rápidamente, no solo en su mano entrenada sino también en la no entrenada. “Incluso cuando la habilidad se estancó después de semanas de práctica de piano, el entrenamiento pasivo de la habilidad motora rápida y compleja con el robot facilitó aún más la tasa máxima de pulsaciones repetitivas de teclas de piano”, escribieron los investigadores en su estudio publicado en Science Robotics.
Las mejoras fueron inmediatas y persistieron incluso un día después. Los escáneres cerebrales sugirieron que el entrenamiento alteró las cortezas sensoriales, las regiones cerebrales responsables de controlar los movimientos motores finos. Esto significa que el entrenamiento pasivo puede haber remodelado las vías neuronales, lo que permitió una coordinación más eficiente de los movimientos de los dedos.
¿Aprendizaje pasivo? ¡Inscríbeme!
Por lo general, la gente supone que la mejora de la habilidad motora requiere un esfuerzo activo (tocar más rápido y practicar durante más tiempo), pero este estudio sugiere que el movimiento pasivo, incluso sin control consciente, puede impulsar al cerebro a adaptarse de maneras que, con el tiempo, mejoran el rendimiento.
“Resulta un poco contradictorio el porqué de su funcionamiento, porque se podría pensar que la forma de aprender sería realizar los movimientos uno mismo de forma voluntaria”, afirma Nathan Lepora, de la Universidad de Bristol. “Pero parece que los movimientos pasivos sí funcionan”.
La parte más intrigante de este estudio fue el “efecto de transferencia intermanual”. Aunque el exoesqueleto solo entrenó la mano derecha, los pianistas mostraron mejoras también en la mano izquierda. Esto sugiere que los beneficios del entrenamiento robótico se extienden más allá del simple movimiento de los dedos, algo que los científicos están ansiosos por explorar más a fondo.
Entonces… ¿Qué más podríamos aprender de esta manera?
El estudio sugiere posibilidades interesantes más allá de tocar el piano. Si los exoesqueletos robóticos pueden mejorar las habilidades motoras de los músicos, ¿podrían utilizarse para mejorar la destreza de los cirujanos, artistas o deportistas? ¿Podrían ayudar a las personas que se recuperan de un derrame cerebral a recuperar el control motor fino de manera más efectiva?
“Esta es la primera vez que veo a alguien usar [exoesqueletos robóticos] para ir más allá de las capacidades normales de destreza, para llevar su aprendizaje más allá de lo que podría hacer naturalmente”, dijo Lepora a New Scientist.
Los investigadores reconocen algunas limitaciones. Las sesiones de entrenamiento fueron breves y hubo signos de fatiga muscular cuando los pianistas tocaron a su máxima velocidad. Aun así, se trata de una demostración muy impresionante de la asistencia robótica en el desarrollo de habilidades. Por ahora, el exoesqueleto robótico sigue siendo una herramienta experimental, pero para los pianistas que se esfuerzan por dominar su arte, ofrece una visión de un futuro en el que los límites de la capacidad humana ya no los marcarán solo los dedos, sino las máquinas que los ayudan a moverse.
Los hallazgos fueron publicados en la revista
Science.
Fuente: ZME Science.