Cuarenta y cuatro años después de que despegó de la Tierra, la nave espacial Voyager 1 está detectando el “zumbido” de fondo del espacio interestelar por primera vez. La Voyager 1, lanzada en 1977, abandonó los límites del sistema solar, conocido como heliósfera, en 2012. La heliósfera es la burbuja del espacio influenciada por el viento solar, la corriente de partículas cargadas que emana del sol. Desde que salió de esta burbuja, la Voyager 1 ha estado enviando periódicamente mediciones del medio interestelar. Ocasionalmente, el sol emite un estallido de energía conocido como eyección de masa coronal que perturba este medio, provocando que el plasma, o gas ionizado, del espacio interestelar vibre. Estas vibraciones son bastante útiles, ya que permiten a los astrónomos medir la densidad del plasma; la frecuencia de las ondas a través del plasma puede revelar qué tan cerca están las moléculas de gas ionizado.
Ahora, sin embargo, los investigadores se han dado cuenta de que la Voyager 1 también está enviando una señal mucho más sutil: el constante “zumbido” del plasma interestelar. Esta vibración de bajo nivel es más débil, pero mucho más duradera, que las oscilaciones que ocurren después de las eyecciones de masa coronal. Según el nuevo estudio, publicado el 10 de mayo en la revista Nature Astronomy, el zumbido dura al menos tres años. Esas son buenas noticias para comprender mejor el plasma interestelar.
“Ahora, no tenemos que esperar a un evento fortuito para obtener una medición de densidad”, dijo la líder del estudio Stella Ocker, estudiante de doctorado en astronomía en la Universidad de Cornell. “Ahora podemos medir la densidad de forma casi continua”.
La Voyager 1 se encuentra actualmente a casi 153 unidades astronómicas del sol. Una unidad astronómica es la distancia entre el sol y la Tierra, lo que significa que la nave espacial con antenas está ahora 153 veces más lejos que la Tierra del sol. La nave era una de un par originalmente diseñado para volar por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, aprovechando una alineación planetaria rara que permitiría a las Voyager 1 y 2 usar la gravedad de cada planeta para propulsarse al siguiente, según Laboratorio de propulsión a chorro de la NASA.
Tanto la Voyager 1 como la 2 todavía están transmitiendo desde el espacio interestelar (la Voyager 2 superó la heliósfera en 2018). Ocker y sus colegas revisaron los datos de los últimos cinco años de las transmisiones de la Voyager 1 para encontrar el zumbido sutil del espacio interestelar. Se sorprendieron al descubrir que las vibraciones ocurren en un conjunto estrecho de frecuencias, a diferencia de las vibraciones de los eventos de masa coronal, que tienden a mostrarse de manera más amplia, dijo Ocker a Live Science. Los investigadores aún no saben exactamente qué causa la vibración de plasma de bajo perfil, pero probablemente tenga que ver con la “fluctuación” de los electrones en el medio debido a sus propiedades térmicas básicas, dijo Ocker.
Tener una forma de medir la densidad del plasma a lo largo de la trayectoria de la Voyager 1 es útil, porque los investigadores quieren aprender más sobre la distribución del gas ionizado fuera del sistema solar. La heliosfera interactúa con este entorno interestelar, dijo Ocker, y cómo cambia la estructura del plasma puede revelar los detalles de cómo el medio interestelar da forma a la heliosfera y viceversa.
“Queremos saber más sobre cómo el medio interestelar y el viento solar interactúan entre sí para crear esta burbuja heliosférica alrededor del planeta”, dijo Ocker. “Por lo tanto, el hecho de que la Voyager esté fuera de esta burbuja midiendo la densidad continuamente puede decirnos más sobre cómo se comporta el plasma fuera de la burbuja y cómo la burbuja está cambiando con el tiempo”.
Fuente: Live Science.