A pocos kilómetros al sur de los encantadores canales de Venecia, donde las góndolas se deslizan y los turistas saborean su café expreso, se encuentra Poveglia, una pequeña isla en ruinas donde nadie puede vivir ni siquiera visitarla. Algunos dicen que es por los fantasmas, pero no es así.
Poveglia es una cápsula del tiempo de la tragedia. Alguna vez fue una comunidad bulliciosa que se convirtió en una zona de cuarentena, luego en un hospital psiquiátrico y finalmente en ruinas. Y aunque a menudo se presenta como la versión italiana de una película de terror, la verdadera historia de Poveglia es aún más inquietante.
Un lugar donde la gente desaparece
La historia no comienza con fantasmas, sino con refugiados. En el siglo VI, quienes huían de las invasiones bárbaras de ciudades como Padua y Este encontraron refugio en Poveglia. Durante siglos, pescaron, comerciaron con sal y criaron familias. Era una comunidad pequeña pero muy unida. Entonces llegó la guerra. La Guerra de Chioggia, a finales del siglo XIV, obligó a la evacuación de la isla y desencadenó el largo descenso de Poveglia hacia la infamia.

Nadie volvió a poblar Poveglia. Las mismas características que la hicieron atractiva como puesto comercial la hicieron vulnerable ante la guerra y las incursiones. Nadie quería eso, así que la isla permaneció prácticamente abandonada.
A finales del siglo XVIII, Europa fue asolada por oleadas de peste. Venecia, ciudad comercial, necesitaba una forma de protegerse. Así que Poveglia se convirtió en un lazareto, una estación de cuarentena. Cualquiera que presentara síntomas, o a veces incluso que simplemente viajara desde regiones infectadas, era enviado a la isla. La lógica era simple: era mejor aislar a unos pocos que arriesgar a la mayoría.
La magnitud de esto fue asombrosa. Más de 100.000 personas podrían haber muerto en la isla durante sus años de cuarentena. Algunas fuentes sugieren que la cifra podría ascender a 160.000. Se cavaron fosas comunes. Se quemaron cadáveres cuando se agotó el espacio. Según la leyenda, el suelo de la isla está tan mezclado con cenizas humanas que se dice que la mitad de su suelo está compuesto de muertos.
No existe una base científica sólida para esa afirmación exacta. Los arqueólogos han encontrado abundantes evidencias funerarias en toda la laguna veneciana, especialmente en el cercano Lazzaretto Vecchio. La magnitud de la muerte en Poveglia es difícil de evaluar, pero no cabe duda de que fue un lugar plagado de tragedias. Pero ese no es el final de esta extraña historia.

Una historia de terror de un hospital psiquiátrico
Si la cuarentena desierta no fuera suficiente horror, el siguiente capítulo de Poveglia es quizás aún más inquietante. En 1922, sus edificios abandonados se convirtieron en una institución psiquiátrica. Oficialmente, era un hospital para ancianos y enfermos mentales. Extraoficialmente, se convirtió en un vertedero para personas a las que la sociedad no sabía cómo ayudar y que no quería ver.
Los relatos de abuso a pacientes son difíciles de verificar, pero persisten rumores generalizados. Lobotomías presuntamente realizadas con herramientas rudimentarias. Aislamiento en celdas en descomposición. Terapia de electroshock sin supervisión. El hospital cerró en 1968, pero para entonces, el daño ya estaba hecho, no solo a los cuerpos, sino a la memoria colectiva.
Se contaban historias de un “médico loco” que enloqueció, atormentado por los espíritus de sus víctimas, y se arrojó desde el campanario. Los visitantes reportan voces, gritos y figuras fantasmales. Se dice que una niña ronda la playa. Ninguna de estas leyendas tiene fundamento, pero eso no impidió que se popularizaran gracias a programas de televisión sobre lo paranormal. Las leyendas perduraron, sobre todo por los horrores que ocurrieron en la isla. Pero esa no es la razón por la que Poveglia está fuera de los límites hoy en día.

Los horrores de la burocracia
A diferencia de muchos supuestos sitios embrujados, Poveglia está realmente prohibida. Es propiedad del gobierno y el acceso está estrictamente regulado. La razón no son maldiciones ni fantasmas, sino que los edificios se están derrumbando. Los suelos se están pudriendo y las paredes apenas se mantienen en pie. Para acrecentar aún más el mito de esta isla, los equipos de restauración que intentaron trabajar allí se marcharon abruptamente, sin terminar nunca el trabajo.
Las preocupaciones ambientales agravan aún más la situación. El aumento del nivel del mar ha provocado la contaminación salina de la laguna, lo que ha dañado el suministro de agua local. Se han encontrado metales pesados y sustancias químicas tóxicas en las zonas cercanas. Incluso sin la intervención de lo sobrenatural, explorar una ruina llena de fosas de peste, tumbas sin identificar y décadas de deterioro no es algo que se pueda tomar a la ligera.
Se hicieron varios intentos para reinventar la isla, pero ninguno funcionó hasta el momento. En 2014, un empresario ganó una subasta de arrendamiento y planeó convertir la isla en un resort de lujo. Nunca se concretó. Posteriormente, una campaña popular llamada Poveglia per Tutti (Poveglia para todos) buscó recaudar millones para convertirla en un parque público y centro de investigación. Esta también se estancó.
Hoy en día, el único uso legal de la isla bajo su plan de zonificación actual es la agricultura. Los movimientos de tierra están prohibidos y ni siquiera hay un sendero transitable de forma segura. Algunos académicos han propuesto transformarla en un campus universitario de consumo energético cero, pero otros argumentan que debería permanecer intacta: un monumento viviente a quienes sufrieron allí.
Sin duda, Poveglia es una historia de terror. Pero no es una historia de fantasmas ni casas embrujadas. Esta historia trata sobre la cuarentena, el abandono y la larga sombra de políticas de salud pública poco éticas.
Y quizás lo más escalofriante es que Poveglia nos muestra que olvidar es fácil. Enterrar e ignorar los problemas es más fácil, ya seas una persona o un país. Pero rara vez es la solución correcta.
Fuente: ZME Science.