Un diminuto fósil de reptil ha sido excavado en capas de arenisca antigua, donde se conservó durante más de 240 millones de años, antes de los dinosaurios. La pequeña criatura parecida a un lagarto alcanza el récord del lepidosaurio más antiguo conocido. Hasta ahora, este título lo ostentaba Wirtembergia, que vivió entre 3 y 7 millones de años después.
Los lepidosaurios son un grupo que incluye lagartos, serpientes y el único miembro vivo del orden Rhynchocephalia. El único miembro vivo del orden es el llamado “fósil viviente” de Nueva Zelanda, el tuátara, que, a pesar del paso del tiempo, ha conservado una apariencia muy similar a la de sus ancestros mesozoicos. El nuevo fósil también ha sido clasificado como rincocéfalo, basándose en un análisis minucioso de su cráneo y esqueleto casi completos.
“La nueva bestia tiene dientes relativamente grandes de forma triangular y probablemente los usaba para perforar y cortar las duras cutículas de sus presas insectos, de forma muy similar a como lo hace el tuátara hoy en día”, dice el paleontólogo de vertebrados Michael Benton de la Universidad de Bristol.

Se le ha llamado ‘Agriodontosaurus helsbypetrae’, que significa lagarto de dientes feroces de la Formación de Arenisca Helsby, la piedra del Triásico Medio en la que fue encontrado en una playa de Devon, Reino Unido.
Este hallazgo presenta algunas de las características más antiguas de los lepidosaurios, algunas de las cuales (posibles gracias al uso de tomografías computarizadas de sincrotrón para explorar los detalles más finos de este diminuto reptil) sorprenden a los científicos.

“El nuevo fósil no muestra casi nada de lo que esperábamos… [es] diferente a todo lo descubierto hasta ahora y nos ha hecho reflexionar sobre la evolución del lagarto, las serpientes y el tuátara”, afirma el paleobiólogo Dan Marke, también de la Universidad de Bristol.
Aunque sí tenía la barra temporal abierta (similar a un pómulo) que predijeron, el paladar del Agriodontosaurus carecía de dientes y su cráneo no mostraba indicios de bisagra, dos características que los científicos esperaban de los primeros lepidosaurios. Además, sus dientes eran sorprendentemente grandes.
“Este espécimen no solo proporciona información importante sobre el cráneo ancestral de todos los lepidosaurios, sino que también se basa en el creciente conocimiento de que el tuátara, aunque a menudo se lo llama un ‘fósil viviente’, pertenece a un orden otrora diverso de reptiles antiguos con una rica historia evolutiva”, dice Marke.
Esta investigación fue publicada en Nature.
Fuente: Science Alert.