En la histórica ciudad inglesa de Cirencester, una sala de subastas se prepara para vender un artefacto extraordinario. El 8 de octubre de 2025, un violín de 131 años —rayado, reparado y con la inscripción “Lina”— se vendió por 860.000 libras esterlinas (1,1 millones de dólares). Perteneció a Albert Einstein.
Se cree que el instrumento, un violín Anton Zunterer de tamaño natural de 1894, fue el primero que Einstein se compró. Lo adquirió en su adolescencia en Múnich, antes de partir a Suiza para estudiar. Durante décadas, el violín lo acompañó en sus viajes, como un compañero constante mientras desarrollaba la teoría de la relatividad y ganaba el Premio Nobel.
La música de la mente de Einstein

La pasión de Einstein por la música durante toda su vida es bien conocida. Empezó a tocar el piano a los cinco años y más tarde se dedicó al violín. Para él, la música no era un pasatiempo, sino una forma de pensar. “La vida sin tocar música me resulta inconcebible”, declaró una vez. “Vivo mis sueños en la música. Veo mi vida en términos de música… La música es mi mayor alegría”.
Su esposa, Elsa, afirmó una vez que se enamoró de él “porque tocaba a Mozart maravillosamente en el violín”.
El violín al que llamó “Lina” lo acompañó durante los años más transformadores de su vida, incluido 1905, cuando publicó su innovador artículo sobre la relatividad especial, y 1915, cuando completó su teoría general.
“Es fascinante pensar que habría estado tocando piezas de sus amados Mozart y Bach mientras su joven mente pensaba en sus ideas revolucionarias”, dijo Chris Albury, subastador senior de Dominic Winter Auctioneers en Gloucestershire, a The Telegraph.
Pero a finales de 1932, mientras el antisemitismo se extendía por Alemania, Einstein supo que su vida corría peligro. Antes de huir a Estados Unidos, le entregó a “Lina”, su bicicleta y un libro de filosofía a su íntimo amigo y colega físico, Max von Laue, un acto simbólico de confianza y despedida.
Dos décadas después, von Laue regaló los objetos a Margarete Hommrich, una admiradora de Einstein de Braunschweig. Su familia los conservó a salvo durante setenta años, lejos de las turbulencias de la historia. Es la tataranieta de Hommrich quien ha devuelto el violín a la luz.
Encontrando a Lina
Cuando el instrumento resurgió, se cuestionó su autenticidad. Fue entonces cuando intervino el Dr. Paul Wingfield, del Trinity College de Cambridge, un musicólogo con una conexión inesperada con la vida musical de Einstein.
En marzo de 2024, mientras asistía al velorio de su cuñado (un gran entusiasta de Einstein), Wingfield comenzó a investigar una obra musical titulada “El violín de Einstein”. Imaginó al científico narrando su vida no como físico, sino como violinista, con una actuación en vivo.
Seis meses después de iniciar el proyecto, y tras reunir todas las referencias conocidas a los hábitos musicales de Einstein, Wingfield recibió un peculiar mensaje después de una actuación: “No estoy loco…”, decía la misteriosa nota.
“Leer este mensaje resultó ser una de las experiencias más emocionantes, aunque surrealistas, de mi vida”, dijo Wingfield. “Era de un subastador encargado de vender un violín que supuestamente había pertenecido a Einstein y que me pedía ayuda para comprobar su procedencia”.

La investigación de Wingfield fue crucial para confirmar la autenticidad del violín. Rastreó los viajes de Einstein, examinó la correspondencia, estudió los testimonios de testigos e incluso comparó muestras de escritura de la juventud del físico.
“Ahora estoy tan seguro como cualquiera podría estarlo de que este violín perteneció a Einstein”, concluyó Wingfield. “Parece que, solo ocasionalmente, la vida imita al arte”.
Cuando el violín llegó para su tasación, el puente y la caña llevaban mucho tiempo desprendidos. Tras una cuidadosa restauración, se volvió a tocar; su sonido se grabó y se subió al sitio web de la casa de subastas. “Sabemos que Einstein llamó ‘Lina’ a todos sus violines, así que ver esto grabado en el panel trasero fue increíble”, declaró Albury, según The Telegraph.
Ecos de Einstein
El precio del violín se estimó entre 200.000 y 300.000 libras esterlinas, pero se vendió por tres veces más, y no es difícil entender por qué. Einstein solía describir su intuición científica como musical. A menudo la comparaba con la música: guiada por el ritmo, la armonía y el sentido del equilibrio, más que por el cálculo. En ese sentido, “Lina” es parte del proceso de pensamiento que transformó el mundo.
Ya han surgido otros violines relacionados con Einstein. En 2018, otro de sus instrumentos, que le regalaron a su llegada a Estados Unidos, se vendió por US$516.500 en Nueva York. Pero este violín de Múnich, el que lo acompañó en su juventud y en sus inicios como genio, posee una carga emocional única.
Mientras el mazo se prepara para caer en Cirencester, se cierra un círculo que se ha estado construyendo durante casi 130 años: desde una tienda de música en Múnich hasta el regalo de despedida de un refugiado, desde un ático familiar hasta una sala de subastas en Inglaterra. Einstein dijo una vez que si no hubiera sido físico, habría sido músico.
Fuente: ZME Science.