El 6 de agosto de 1945 un avión estadounidense llamado Enola Gay dejó caer sobre la ciudad japonesa de Hiroshima una bomba cuya explosión liberó la energía de 16.000 toneladas de TNT. El resultado fue la muerte instantánea de 75.000 personas, sin contar con los que morirían en lo sucesivo.
La historia de las armas nucleares se remonta a 1938 cuando los científicos Otto Hahn y Lise Meitner descubrieron la fisión nuclear. En este proceso, un núcleo pesado de un átomo se divide en otros más pequeños, lo que genera una reacción en cadena y libera una gran cantidad de energía. En 1939 comienza la Segunda Guerra Mundial y en medio de la preocupación porque los nazis aprovecharan esto para construir una nueva arma el científico húngaro Leó Szilárd le envió una carta al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt acerca de la necesidad de conseguir esa nueva arma antes que los alemanes. La carta estaba firmada por el célebre Albert Einstein. El resultado fue un proyecto ultrasecreto llamado “Proyecto Manhattan”.
El proyecto se estableció en Oak Ridge, Tennessee y en él se trabajó con un intenso secretismo. En él participaron personas como el carismático premio Nobel Richard Feynman y su líder en la parte científica era Robert Oppenheimer. Este último fue acusado en los años 50 de ser espía de los comunistas durante la llamada caza de brujas o macartismo.
El 12 de abril de 1945 el presidente Roosevelt falleció y el cargo le fue dado al vicepresidente Harry Truman.
El 16 de julio de 1945, en el Campo de Misiles de Arenas Blancas en Nuevo México la llamada bomba Trinity explotó. La prueba resultó un éxito, la bomba libero la energía de 20.000 toneladas de TNT. Al otro día tuvo lugar la conferencia de Potsdam, en la que se decidía el destino de Europa tras la guerra. El británico Churchill (reemplazado después por Clement Attlee) el soviético Stalin y el estadounidense Truman se reunieron a las afueras de la destruida Berlín. Poco antes de terminar la reunión Truman le dijo a Stalin que habían creado una nueva y poderosa arma, sin referirse aún a la bomba. Stalin simplemente le dijo “Bien, gracias por la información” poco después se supo que la Unión Soviética tenía espías en el proyecto Manhattan.
Al día siguiente de terminar la conferencia, el terror atómico se apoderó de los habitantes de Hiroshima. La razón por la que se escogió esta ciudad fue porque no había sido bombardeada y era sede de una base militar, por lo que era posible notar los efectos de la bomba.
El avión que transportaba la bomba era el Enola Gay y el piloto era el coronel Paul Tibbets. El avión iba a 9,5 km de altura y dejo caer la bomba, la cual explotó en el aire a 600 m del suelo.
La bomba funcionaba como una pequeña pistola: una pieza de uranio 235 era disparada por otra del mismo material. Esto provocaba la fisión nuclear. Luego se suceden más fisiones, lo que provoca una reacción en cadena, que provoca la liberación de energía.
La bomba tenía 64 kilos de uranio 235, de los que se calcula que sólo se fisionó cerca del 1,4%. Eso no fue problema para las 16.000 toneladas de TNT a las que equivalió la explosión. Como referencia, un sólo kilogramo de TNT es necesario para destruir un automóvil. La explosión generó una ola de calor de 4000°C en un radio de 4,5 km.
La bomba no fue suficiente para la rendición de Japón, tres días después, los estadounidenses lanzaron otra bomba en la ciudad de Nagasaki. Sí fue suficiente para darnos cuenta de una verdad de la que no podemos escapar: la extinción de la raza humana por ella misma es posible. Se han hecho miles de esfuerzos para evitar lo sucedido en esas dos ciudades, actualmente hay 8 países que reconocen tener armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, Francia, China, Reino Unido, India, Pakistán y Corea del Norte. La bomba de Hiroshima no es la mayor explosión causada por el hombre, el 30 de octubre de 1961, la Unión Soviética detonó la bomba zar, cuya energía liberada equivalía a 50 millones de toneladas de TNT. Pero no todo es destrucción y muerte, la energía producto de la fisión se usa hoy día para una forma de energía que, siempre y cuando sea segura, es limpia y no contamina, esa misma tecnología sirvió para que la humanidad saliera de la atmósfera y visitara la Luna. Resumiendo lo escrito por Richard Feynman: La naturaleza tiene las llaves, los científicos nos dan cuenta de estas y sólo nosotros decidimos si estas son para abrir las puertas del cielo o las del infierno.
Fuentes: BBC, New Scientist, YouTube (CNN), Wikipedia.