Una roca que data de los primeros días del Sistema Solar puede ser la primera pista que ayude a explicar el misterio de la asimetría de la vida.
En 2012 un grupo de científicos descubrieron en la Antártida una roca del tamaño de una pelota de golf que llamaron Asuka 12236. Los científicos creen que es una objeto particularmente antiguo que quizás contiene material de antes de aparecer el Sistema Solar.
“Es divertido pensar en cómo estas cosas caen a la Tierra y están llenas de toda esta información diferente sobre cómo se formó el sistema solar, de qué se formó y cómo se acumularon los elementos en la galaxia”, dijo Conel M. O’D. Alexander, científico de meteoritos del Instituto Carnegie de Ciencias en Washington, DC, y coautor de la nueva investigación en un comunicado de la NASA.
Cuando los científicos molieron un pedazo de Asuka y lo compararon con otras muestras de meteorito, se dieron cuenta que esta roca destacaba por algo en particular. Resulta que la vida es a niveles microscópicos asimétrica. Así, los aminoácidos, los bloques constructores de proteínas, las cuales son las moléculas que administran nuestras funciones corporales tienen dos formas que dan la imagen de estar enfrentadas como en un espejo, una apunta hacia el lado izquierdo y otra al derecho. De todas las formas de vida que han estudiado los científicos, todas usan aminoácidos “zurdos”, los aminoácidos “diestros” también existen, pero no forman proteínas y los científicos no saben por qué.
Los científicos descubrieron que Asuka era particularmente rico en aminoácidos, pero al igual que la vida en la Tierra todos eran zurdos. Sin embargo, a menos que la muestra esté contaminada con vida terrestre, algo que los científicos deben siempre considerar, debe haber otra razón para este desequilibrio.
“Los meteoritos nos dicen que hubo un sesgo inherente hacia los aminoácidos zurdos antes de que la vida comenzara”, dijo Daniel Glavin, autor principal de la nueva investigación y astrobiólogo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Maryland, en el mismo comunicado. “El gran misterio es ¿por qué?”.
Glavis y el resto del equipo sospechan que la clave del misterio reside en lo que le pasó al meteorito cuando era parte de un asteroide que vagaba por el espacio. Dentro de los asteroides, fuerzas como el agua y el calor pueden afectar la química de la roca, produciendo o destruyendo sustancias como los aminoácidos.
“Es bastante inusual tener estos grandes excesos zurdos en meteoritos primitivos”, dijo Glavin. “Cómo se formaron es un misterio. Por eso es bueno observar una variedad de meteoritos, para que podamos construir una línea de tiempo de cómo estos orgánicos evolucionan con el tiempo y los diferentes escenarios de alteración”.
Y si el desequilibrio en el meteorito no es el resultado de la contaminación terrestre, el mismo proceso responsable también puede abordar el misterio de la asimetría de la vida, esperan los investigadores. Glavin y sus colegas seguirán observando meteoritos con la esperanza de comprender mejor cómo se manifiestan los aminoácidos en las rocas espaciales.
Pero los investigadores también tienen otra táctica bajo la manga: misiones de devolución de muestras, el equivalente de las entregas de meteoritos habilitadas por naves espaciales. A diferencia de los meteoritos, las muestras transportadas por naves espaciales pueden protegerse del duro viaje a través de la atmósfera de la Tierra, manteniendo la roca más prístina que incluso el meteorito mejor conservado.
Dos misiones de asteroides están trabajando actualmente en tales entregas: OSIRIS-REx de la NASA, que se está preparando para tomar una muestra de un asteroide llamado Bennu, y Hayabusa2 de Japón, que está regresando a la Tierra con piezas de un asteroide llamado Ryugu para traerlo a casa en diciembre. Realizar un análisis similar en estas muestras puede ayudar a los científicos a comprender mejor cómo se forman y cambian los aminoácidos en las rocas espaciales, esperan los investigadores.
Fuente: Meteoritics & Planetary Science a través de Space.com.