Las personas con opiniones extremistas no solo se identifican por sus creencias políticas, religiosas o sociales, según una nueva investigación.
Esas convicciones ideológicas son profundas, dicen los científicos, tan profundas, de hecho, que pueden reconocerse en una ‘firma psicológica’ de rasgos cognitivos y aptitudes que tipifican los patrones de pensamiento de la mente extremista.
“Parece haber similitudes ocultas en las mentes de quienes están más dispuestos a tomar medidas extremas para apoyar sus doctrinas ideológicas”, explica el psicólogo Leor Zmigrod de la Universidad de Cambridge.
“Esta firma psicológica es novedosa y debería inspirar más investigaciones sobre el efecto del dogmatismo en los procesos de toma de decisiones perceptuales”, escriben ella y sus colegas en su estudio recientemente publicado.
Además, es posible que esos patrones psicológicos sean los que obliguen a algunos individuos a adoptar posiciones ideológicas fuertes o radicales en primera instancia, sugieren los investigadores.
“Las dificultades sutiles con el procesamiento mental complejo pueden empujar inconscientemente a las personas hacia doctrinas extremas que brindan explicaciones más claras y definidas del mundo, haciéndolas susceptibles a formas tóxicas de ideologías dogmáticas y autoritarias”, dice Zmigrod.
En el nuevo estudio, Zmigrod y otros investigadores realizaron un experimento con 334 participantes, quienes proporcionaron información demográfica y completaron una serie de cuestionarios ideológicos sobre sus creencias personales, incluidas las creencias políticas, sociales y religiosas.
En un estudio anterior, no relacionado, que involucró al mismo grupo de personas, los participantes habían realizado un extenso conjunto de pruebas de ‘juegos mentales’: tareas cognitivas y conductuales en una computadora, diseñadas para probar cosas como su memoria de trabajo, procesamiento de información, aprendizaje y mindfulness, entre otros.
Cuando Zmigrod comparó los resultados de los cuestionarios ideológicos con las pruebas cognitivas, hizo un descubrimiento sorprendente.
“Descubrimos que las personas con actitudes extremistas tendían a desempeñarse mal en tareas mentales complejas”, explica en The Conversation.
“Lucharon para completar pruebas psicológicas que requieren pasos mentales intrincados”.
Específicamente, aquellos con actitudes extremistas, como apoyar la violencia contra grupos específicos de la sociedad, mostraron una memoria de trabajo más pobre, estrategias de percepción más lentas y tendencias impulsivas de búsqueda de sensaciones.
Sin embargo, las pruebas no solo destacaron los rasgos del pensamiento extremista, sino que otros tipos de creencias ideológicas también revelaron la forma de sus firmas psicológicas.
Los participantes que mostraron pensamiento dogmático tardaron más en acumular evidencia en tareas de toma de decisiones aceleradas, encontraron los investigadores, pero también fueron más impulsivos y propensos a asumir riesgos éticos.
Los individuos que eran políticamente conservadores mostraron un procesamiento de información estratégico reducido, una mayor cautela en la respuesta en los paradigmas de toma de decisiones perceptuales y mostraron una aversión a la toma de riesgos sociales.
Por el contrario, los participantes con creencias progresistas tenían más probabilidades de adoptar estrategias de percepción más rápidas y menos precisas, mostrando menos precaución en las tareas cognitivas.
De manera similar al grupo conservador, las personas con puntos de vista religiosos reflejaron una mayor precaución y un procesamiento de información estratégica reducido en el dominio cognitivo, junto con una mayor amabilidad, percepción del riesgo y aversión a la toma de riesgos sociales.
“Nuestra investigación muestra que nuestros cerebros contienen pistas, metáforas sutiles, quizás, de las ideologías por las que elegimos vivir y las creencias a las que nos adherimos rígidamente”, explica Zmigrod.
“Si nuestra mente tiende a reaccionar a los estímulos con precaución, también puede ser atraída por ideologías cautelosas y conservadoras. Si luchamos para procesar y planificar secuencias de acción complejas, podemos sentirnos atraídos por ideologías más extremas que simplifican el mundo y nuestro papel dentro de eso”.
Por supuesto, los resultados aquí están abiertos a un buen grado de interpretación, y existen limitaciones a lo que estudios psicológicos relativamente pequeños como este pueden decirnos sin más replicaciones que involucren muestras más grandes.
No obstante, la metodología aquí podría sentar las bases para futuras pruebas psicológicas que puedan identificar a las personas en riesgo de radicalización y adoptar creencias extremistas, así como sugerir qué tipo de pensamiento protege a otros de lo mismo.
“El [análisis] revela las formas en que las estrategias de toma de decisiones perceptivas pueden filtrarse en creencias ideológicas de alto nivel, lo que sugiere que una disección de la anatomía cognitiva de las ideologías es un esfuerzo productivo e iluminador”, escriben los autores en su estudio.
“Aclara tanto las vulnerabilidades cognitivas a ideologías tóxicas como los rasgos que hacen que los individuos sean más humildes intelectualmente, receptivos a la evidencia y, en última instancia, resistentes a la retórica extremista”.
Fuente: Science Alert.