Algunas de las partes más profundas del Mar Negro todavía están respondiendo a los cambios climáticos provocados por la última edad de hielo, según han descubierto los científicos, un período que terminó oficialmente hace casi 12.000 años.
Un análisis de los depósitos de hidratos de gas, en este caso metano atrapado por moléculas de agua, en una sustancia sólida que parece hielo, ha revelado la respuesta rezagada en una zona del noroeste del Mar Negro conocida como abanico del Danubio.
Junto con las mediciones de temperatura y otros datos, los núcleos de perforación de los depósitos de hidratos de gas revelan algo bastante sorprendente: los niveles de gas metano libre debajo del lecho marino aún no se han adaptado a las condiciones más cálidas que ya han prevalecido en la superficie durante miles de años.
“Esto muestra que el sistema de hidratos de gas en el abanico de aguas profundas del Danubio todavía está respondiendo a los cambios climáticos iniciados al final del último máximo glacial”, escriben los investigadores en su artículo.
Un elemento central de los hallazgos son los intentos de los científicos de determinar la base de la zona de estabilidad de los hidratos de gas (GHSZ), el punto más bajo en el que los hidratos de gas se forman naturalmente debido a la temperatura, la presión y algunos otros factores. Por encima y por debajo de esa zona, obtendrá gas metano “libre” que no está atrapado en los hidratos.
Para encontrar la base de esta zona, los investigadores suelen recurrir a una medida de reflexión sísmica del sedimento conocida como reflector de simulación de fondo, o BSR para abreviar. Sin embargo, trabajos anteriores han encontrado que en esta parte del Mar Negro, existe una curiosa discrepancia de profundidad entre el BSR y la base de la zona de estabilidad de hidratos de gas.
Al perforar hasta el fondo marino y tomar medidas de temperatura, los investigadores ahora han concluido que la zona de estabilidad de hidratos de gas se ha adaptado a las condiciones más cálidas durante los últimos milenios, como lo indica un aumento a un nivel más alto, pero el gas metano libre y el asociado BSR todavía está tratando de ponerse al día.
“Desde nuestro punto de vista, el límite de estabilidad gas-hidrato ya se ha acercado a las condiciones más cálidas en el subsuelo, pero el gas metano libre, que siempre se encuentra en este borde inferior, aún no ha logrado elevarse con él”, dice el geofísico. Michael Riedel, del GEOMAR Helmholtz-Center for Ocean Research en Alemania.
Esa respuesta retrasada podría ser la razón por la que el BSR no está donde debería estar. La permeabilidad de los sedimentos también podría jugar un papel, piensa el equipo, y sus mediciones muestran que el metano ha logrado aumentar en ciertas áreas pero no en otras.
“En resumen, hemos encontrado una situación muy dinámica en esta región, que también parece estar relacionada con el desarrollo del Mar Negro desde la última glaciación”, dice Riedel.
Hace unos 20.000 años, el nivel del agua era unos 100 metros más bajo en el Mar Negro, lo que significa menos presión sobre el lecho marino. El agua también estaba significativamente más fría. En lo que respecta al gas metano libre, esas condiciones aún no han cambiado.
Al igual que con cualquier estudio de los efectos del cambio climático, esta investigación ayudará en el modelado climático futuro. Actualmente, hay un gran volumen de depósitos de hidratos de gas debajo del Ártico, por ejemplo, y es importante saber cómo podrían reaccionar a los aumentos de temperatura en los próximos años.
Los científicos enfatizan que sus hallazgos deben interpretarse con cautela, con muchos factores diferentes en juego y mucho más margen de estudio, pero también enfatizan la importancia de las mediciones in situ y los datos de calidad para un análisis como este.
“Para nuestras investigaciones utilizamos nuestro dispositivo de perforación MARUM-MeBo200 y batimos todos los récords de profundidad anteriores con una profundidad máxima alcanzada de casi 145 metros”, dice el geólogo Gerhard Bohrmann, de la Universidad de Bremen en Alemania.
Fuente: Science Alert.