El árbol genealógico humano es una maraña de ramas retorcidas. Partir el follaje para desenredar el tallo de nuestra propia especie no es tan fácil. La clásica hipótesis fuera de África sugiere que el Homo sapiens evolucionó a partir de un linaje distinto de humanos primitivos que surgió hace unos 150.000 años antes de partir para expandirse por Europa y más allá.
Pero hay otra historia. Un estudio genómico dirigido por investigadores de la Universidad McGill y la Universidad de California-Davis sugiere que nuestra historia familiar no es una sola línea recta que se remonta a una población que cambia lentamente, sino una red que conecta una diversidad de familias que se extiende por todo el continente africano. Los hallazgos respaldan una hipótesis multirregional, que sostiene que antes de que nuestra especie partiera de África hacia Europa, había un flujo continuo de genes entre al menos dos poblaciones diferentes.
“En diferentes momentos, las personas que adoptaron el modelo clásico de un origen único para el Homo sapiens sugirieron que los humanos surgieron por primera vez en el este o el sur de África”, explica la genetista de poblaciones Brenna Henn de la Universidad de California en Davis.
“Pero ha sido difícil reconciliar estas teorías con los limitados registros fósiles y arqueológicos de ocupación humana de sitios tan lejanos como Marruecos, Etiopía y Sudáfrica, que muestran que el Homo sapiens se encontraba viviendo en todo el continente desde hace hace al menos 300.000 años”.
Los fósiles más antiguos de África que se asemejan a nuestra propia especie se encontraron en Marruecos, Etiopía y el sur de África. Pero no está claro cuál de estas regiones alberga la verdadera cuna de la humanidad.
Algunos investigadores argumentan que eso se debe a que hemos estado pensando mal sobre nuestros orígenes humanos. Tal vez el tallo de nuestra especie sea en realidad una trenza de ramas, creada cuando un mosaico de poblaciones coexistentes migran y se mezclan.
Los datos genéticos parecen apoyar esa idea. Al comparar los genomas de 290 personas de hoy en día en Sudáfrica, Sierra Leona, Etiopía y Eurasia, los investigadores encontraron evidencia de un alto flujo de genes entre sus antepasados en África oriental y occidental.
Incluían datos genéticos de individuos británicos, para representar el flujo de genes de regreso a África a través de la invasión colonial, y un genoma antiguo de neandertal bien estudiado de Croacia para dar cuenta de los genes de los neandertales que se mezclaron con los humanos fuera de África. Bajo un modelo de migración continua, podría haber dos linajes principales responsables de los genomas de quienes viven hoy en África. Estos linajes representan distintas poblaciones de humanos primitivos que vivieron en diferentes partes de África hace unos 400.000 años. Los modelos sugieren que después de evolucionar de forma independiente durante un período de tiempo en lados opuestos del continente, las dos poblaciones podrían haberse fusionado, fracturándose finalmente en subpoblaciones que persistieron desde hace 120.000 años.
“Los cambios en las condiciones húmedas y secas en todo el continente africano entre 140.000 y 100.000 años pueden haber promovido estos eventos de fusión entre tallos divergentes”, escriben los investigadores.
Este linaje entrelazado, dicen, podría haber sido el que partió de África hacia Europa hace unos 50.000 años. Aunque, eso no es exactamente lo que sugirieron los datos genómicos. En comparación con los genomas de aquellos con ascendencia europea, los modelos predicen que los primeros humanos en África se fueron a Europa 10.000 años después de lo que deberían haber hecho. Sin embargo, estudios recientes sugieren que puede haber múltiples oleadas de migración de África a Europa.
Dado el escaso registro fósil de esta época, la secuenciación genómica se ha convertido en una herramienta increíble para los científicos que siguen los pasos de nuestros antepasados. Cuanto más leen los expertos en datos genéticos, más complicada se vuelve su historia y la nuestra.
El estudio fue publicado en Nature.
Fuente: Science Alert.