Los científicos han explorado durante mucho tiempo el vínculo entre las alteraciones en los patrones de sueño y las enfermedades neurodegenerativas. En los últimos años, ha surgido evidencia poderosa que vincula la interrupción del sueño con el Parkinson, y una gran cantidad de investigaciones ha explorado las graves alteraciones del sueño asociadas con la encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas en inglés), una afección relacionada con lesiones repetidas en la cabeza, como el trauma sufrido en el boxeo, el fútbol y otros deportes agresivos.
De igual preocupación han sido los trastornos del sueño asociados con la enfermedad de Alzheimer, una condición que está aumentando globalmente a medida que la población mundial envejece inexorablemente. Según datos de la Clínica Mayo, se estima que el 25% de las personas con formas leves a moderadas del trastorno tienen trastornos del sueño y se estima que el 50% tiene problemas para dormir cuando la afección se considera grave.
Ahora, los científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, han planteado una serie de preguntas provocativas sobre el impacto de la falta de sueño y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Los trastornos crónicos del sueño, dicen estos científicos, son un factor de riesgo ineludible del Alzheimer.
Los científicos de St. Louis también han demostrado en una serie de experimentos que la privación del sueño impide que las células inmunitarias conocidas como microglía limpien adecuadamente los depósitos de proteína amiloide durante el ciclo del sueño, un hallazgo que ayuda a explicar la conexión observada desde hace mucho tiempo entre la pérdida del sueño y la neurodegeneración. Las proteínas amiloides son los componentes básicos de las placas amiloides pegajosas, un sello distintivo clave de la enfermedad de Alzheimer.
En su investigación, que se informa en Science Translational Medicine, el equipo recurrió a múltiples modelos de ratones para mostrar cómo los patrones de sueño interrumpidos permiten que se acumulen depósitos de amiloide. El sueño es biológicamente beneficioso para el cerebro porque es cuando una red elaborada elimina el exceso de amiloide, así como los desechos celulares y metabólicos. Sin ese ciclo diario de limpieza, el cerebro puede pagar un precio enorme.
“La pérdida de sueño se asocia con el deterioro cognitivo en la población que envejece y es un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer”, afirmó en Science Translational Medicine la Dra. Samira Parhizkar, del Centro Hope para Trastornos Neurológicos de la Universidad de Washington y el Centro Knight de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer.
“Teniendo en cuenta el papel crucial de los genes inmunomoduladores, como los que codifican el receptor desencadenante expresado en las células mieloides tipo 2 en la eliminación de las placas patógenas de beta-amiloide y la regulación de la neurodegeneración en el cerebro, nuestro objetivo fue investigar si la pérdida de sueño influye en la función microglial y de qué manera”.
“Hicimos ratones de tipo salvaje con privación crónica de sueño y el modelo de ratón 5xFAD de amiloidosis cerebral”, escribió Parhizhar, describiendo los conceptos básicos del estudio, que llevó al equipo a hacer nuevos descubrimientos sobre cómo la falta de sueño puede contribuir al deterioro cognitivo en enfermedad de alzhéimer
El modelo de ratón humanizado 5xFAD, explicó el equipo, expresó la variante genética humana conocida como variante común TREM2, que significa receptor desencadenante expresado en células mieloides tipo 2, o los modelos animales expresaron otra variante genética. Por ejemplo, un modelo de ratón tenía la variante de riesgo asociada con AD R47H sin expresión de TREM2. La privación del sueño mejoró la acumulación de placa de beta-amiloide dependiente de TREM2 en comparación con ratones con ciclos de sueño normales, encontraron los científicos.
“La privación del sueño no solo mejoró la deposición de placa de beta-amiloide dependiente de TREM2 en comparación con ratones 5xFAD con patrones de sueño normales, sino que también indujo una reactividad microglial que fue independiente de la presencia de placas de beta-amiloide parenquimatosa”, enfatizaron Parhizhar y sus colegas en el informe de la revista.
La investigación se suma al creciente catálogo de datos sobre la importancia del sueño y subraya su papel en la neurodegeneración. Al aprovechar diferentes modelos genéticos de ratones, el equipo pudo evaluar los efectos de la pérdida de sueño en el cerebro.
“Nuestros hallazgos resaltan que la privación del sueño afecta directamente la reactividad microglial, para lo cual se requiere TREM2, al alterar la capacidad metabólica para hacer frente a las demandas de energía de la vigilia prolongada, lo que lleva a una mayor deposición de beta amiloide, y subraya la importancia de la modulación del sueño como un enfoque terapéutico futuro prometedor”, concluyeron Parhizhar y sus colegas.
Fuente: Medical Xpress.