Los terremotos, las sacudidas repentinas y violentas de la superficie de la Tierra, continúan siendo uno de los desastres naturales más devastadores. La reciente tragedia en Turquía y Siria, donde miles de personas perdieron la vida, sirve como un claro recordatorio de que estos violentos temblores pueden ocurrir en cualquier momento. Si tan solo hubiera una manera de predecirlos incluso con unos minutos de anticipación, se podrían salvar tantas vidas.
Bueno, los científicos del proyecto CREDO han estado profundizando en un reino inesperado para descubrir un predictor potencial: la radiación cósmica. Esta investigación pionera, iniciada por el Instituto de Física Nuclear de la Academia de Ciencias de Polonia (IFJ PAN), ha revelado una fuerte correlación estadística entre la radiación cósmica y la actividad sísmica.
La conexión oculta entre los rayos cósmicos y los terremotos
Al principio, la noción de que los terremotos y la radiación cósmica están conectados de alguna manera puede parecerte peculiar. Pero los fundamentos físicos detrás de esta correlación son completamente racionales, dice el Dr. Piotr Homola, coordinador de CREDO.
Las corrientes de Foucault en el núcleo líquido de la Tierra generan su campo magnético que, a su vez, influye en las trayectorias de las partículas cargadas de la radiación cósmica. Entonces, si las perturbaciones dentro del núcleo de la Tierra coinciden con grandes terremotos, pueden alterar el campo magnético, afectando a su vez las partículas de rayos cósmicos detectadas en la superficie.
Los científicos de CREDO analizaron meticulosamente los datos de intensidad de los rayos cósmicos de varios observatorios, incluido el proyecto Base de datos del monitor de neutrones y el Observatorio Pierre Auger. Examinaron los cambios en la actividad solar y los eventos sísmicos en todo el mundo, empleando múltiples técnicas estadísticas. Sorprendentemente, surgió una clara correlación entre la intensidad de la radiación cósmica secundaria y la magnitud acumulada de los terremotos de 4 o más.
“En el mundo científico, un descubrimiento se considera significativo cuando el nivel de confianza estadística de los datos corroborantes alcanza cinco sigma, o desviaciones estándar. En este caso, hemos superado seis sigma, lo que significa que la posibilidad de que esta correlación ocurra por casualidad es menor que uno en mil millones”, dijo el Dr. Homola.
Pero aquí está lo más loco de este vínculo intrigante: los datos de rayos cósmicos tuvieron que adelantarse 15 días en relación con los datos sísmicos para revelar esta correlación. En otras palabras, los rayos cósmicos podrían predecir algunos terremotos con hasta 15 días de anticipación.
El proyecto CREDO (Cosmic Ray Extremely Distributed Observatory) es un esfuerzo internacional, abierto a todos, que aprovecha el poder de un observatorio virtual de rayos cósmicos. Recopila y analiza datos de varias fuentes, incluidos detectores científicos sofisticados e incluso sensores CMOS en teléfonos inteligentes. Sí, tu teléfono inteligente podría transformarse en un detector de rayos cósmicos con la aplicación gratuita CREDO Detector.
No hay forma de predecir los terremotos en este momento.
Los riesgos involucrados en la predicción de terremotos son innegablemente altos. Según la Organización Mundial de la Salud, los terremotos representan casi la mitad de todas las muertes causadas por desastres naturales en las últimas décadas. Brindar alertas oportunas puede salvar innumerables vidas y mitigar el impacto de estos eventos devastadores.
Sin embargo, las falsas alarmas pueden generar pánico innecesario, costos de emergencia y socavar la credibilidad de los sistemas de alerta. Lograr predicciones precisas y minimizar los riesgos es una tarea abrumadora.
Pero a pesar de lo que hayas escuchado o leído en otros lugares, “ni el USGS ni ningún otro científico han pronosticado nunca un gran terremoto”, dice el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS).
La predicción de terremotos es un rompecabezas complejo al que le faltan muchas piezas. Y este rompecabezas puede muy bien ser imposible de resolver.
Si bien los científicos poseen una comprensión sólida de cómo ocurren los terremotos, determinar la hora, la ubicación y la magnitud precisas de un terremoto inminente sigue siendo un desafío inmenso. Varios fenómenos naturales se han asociado con posibles precursores de terremotos, como el aumento de los niveles de radón en las fuentes de agua o el comportamiento inusual de los animales.
Otros científicos han ideado modelos matemáticos que intentan simular el movimiento de las placas tectónicas, pero la complejidad de la corteza terrestre y la necesidad de un extenso mapeo dificultan las predicciones precisas. Recientemente, los investigadores recurrieron al aprendizaje automático, aprovechando grandes cantidades de datos, como lecturas de sismología y datos de deformación de la superficie. Estos esfuerzos, conocidos como modelos de predicción inmediata, son prometedores, pero aún tienen que alcanzar el nivel de precisión deseado.
La conclusión es que estos indicadores han demostrado ser inconsistentes y poco confiables para pronosticar terremotos con precisión. Algunos eventos ocurren sin precursores observables, mientras que otros pueden tener causas no relacionadas. La rapidez de los terremotos no facilita las cosas.
¿Son los rayos cósmicos una vía más prometedora para la predicción de terremotos? No es probable. Si bien el vínculo estadístico entre la radiación cósmica y los terremotos es innegable, sigue siendo enigmático a escala local. Los análisis específicos de la ubicación no logran exponer las correlaciones observadas a nivel mundial.
Entonces, si bien los rayos cósmicos pueden estar vinculados a los terremotos a través de alguna mecánica aún desconocida, la correlación solo predice un evento sísmico en algún lugar del mundo, pero no nos dice dónde podría ocurrir exactamente tal terremoto. Determinar las ubicaciones exactas de los eventos cataclísmicos sigue siendo difícil de alcanzar, pero este descubrimiento ha sentado las bases para un cambio profundo en la investigación sísmica. Si bien un predictor de terremotos que no se puede localizar es esencialmente inútil para alertar y responder a desastres, ¿quién sabe qué pistas ocultas podrían encontrar los científicos a continuación? El objetivo es seguir buscando.
Otros vínculos misteriosos entre los terremotos y el cosmos en general
Hay aún más en las correlaciones entre la radiación cósmica y la actividad sísmica. Muestran asombrosas periodicidades que desafían las expectativas.
Los investigadores han notado un patrón recurrente que alcanza su punto máximo cada 10 u 11 años, parecido al ciclo de actividad solar. Curiosamente, esta periodicidad no se alinea con la máxima actividad solar. ¿Es esto solo una extraña coincidencia? Nadie lo sabe todavía.
Además, los datos sísmicos y de rayos cósmicos exhiben periodicidades adicionales inexplicables. Los cambios en la actividad sísmica y la intensidad de la radiación cósmica secundaria ocurren en ciclos que coinciden con el día estelar de la Tierra, que dura aproximadamente 24 horas menos alrededor de 236 segundos.
Esto puede sugerir que factores externos más allá de nuestro sistema solar pueden ser responsables de estos fenómenos observados. Una posibilidad intrigante es que la Tierra pase a través de una corriente de materia oscura modulada por el sol y otros cuerpos celestes masivos dentro de nuestro sistema planetario. Nuestro planeta, con su vasto campo magnético, podría actuar como un detector sensible del tamaño de un planeta, percibiendo fenómenos que actualmente eluden nuestras limitadas herramientas científicas.
Independientemente de la fuente de estas periodicidades, el vínculo entre la radiación cósmica registrada en la superficie de nuestro planeta y la actividad sísmica es innegablemente fuerte. Este descubrimiento abre un campo de investigación completamente nuevo, lleno de entusiasmo y posibilidades inexploradas.
“Si hay algo de lo que podemos estar seguros, es que nuestra observación apunta a oportunidades de investigación completamente nuevas y emocionantes”, concluye el Dr. Homola.
Fuente: ZME Science.