¿El viento y la erosión influyeron en la configuración de la mundialmente famosa Gran Esfinge de Giza antes de que la mano humana la tallara? Durante siglos, los arqueólogos han profundizado en el enigma de esta maravilla de piedra caliza de 4.500 años de antigüedad cerca de la Gran Pirámide de Giza. Si bien muchos intentaron descifrar su origen y simbolismo, a menudo se ha pasado por alto la influencia de su entorno natural en la formación de la estatua.
Un equipo de científicos de la Universidad de Nueva York replicó las condiciones que existían cuando se creó la Gran Esfinge de Giza para mostrar cómo el viento se movía contra la formación rocosa y posiblemente dio forma a una de las estatuas más reconocibles del mundo. Esto había sido sugerido previamente por otros geólogos, pero hasta ahora no se había probado en un estudio real.
“Nuestros hallazgos ofrecen una posible ‘historia del origen’ de cómo las formaciones tipo Esfinge pueden surgir a partir de la erosión”, dijo en un comunicado de prensa Leif Ristroph, autor del estudio, que se publicará en Physical Review Fluids. “Nuestros experimentos de laboratorio demostraron que formas sorprendentemente parecidas a las de una esfinge pueden, de hecho, provenir de materiales erosionados por flujos rápidos”.
El papel del viento
Se cree que la esfinge fue erigida para el faraón Kefrén (alrededor de 2603-2578 a. C.). Las inscripciones jeroglíficas indican que la Gran Pirámide, la más antigua y más grande de las tres pirámides de Giza, fue construida por el faraón Keops, que era el padre de Kefrén. Tras ascender al trono, Kefrén procedió a construir su pirámide.
Pero si bien esculpir la esfinge probablemente requirió mucho trabajo, la naturaleza también ayudó. Ristroph y su equipo se centraron en replicar yardangs, formaciones rocosas inusuales en los desiertos creadas por el polvo y la arena arrastrados por el viento. Creen que la Gran Esfinge en realidad pudo haberse originado como un yardang que luego fue detallado por los humanos en forma de estatua.
Para ello, tomaron montículos de arcilla blanda con materiales más duros y menos erosionables incrustados en su interior para imitar la tierra del noreste de Egipto donde se encuentra la esfinge. Luego lavaron estas formaciones con una corriente de agua que fluía rápidamente (para replicar el viento) que las esculpió y remodeló, logrando finalmente una formación parecida a una esfinge.
A medida que el material se volvió más duro y resistente, se transformó en la “cabeza” del león, dando lugar a varias otras características como un “cuello” hundido, extremidades anteriores extendidas en el suelo y una “espalda” elegantemente arqueada. Para Ristroph, esto sugiere una posible historia del origen de cómo se pueden crear formaciones parecidas a esfinges a partir de la erosión del paisaje.
“De hecho, hoy en día existen yardangs que parecen animales sentados o tumbados, lo que respalda nuestras conclusiones”, explicó el investigador en un comunicado de prensa reciente. “El trabajo también puede ser útil para los geólogos, ya que revela factores que afectan las formaciones rocosas, es decir, que no son homogéneas ni uniformes en su composición”.
Los hallazgos se detallaron en la revista Physical Review Fluids.
Fuente: ZME Science.