Los lémures que emiten “bocinazos” y mantienen el ritmo apuntan al origen de la música

Biología

Al igual que el origen del lenguaje, el origen de la música ha sido un tema de gran especulación y debate durante siglos. Charles Darwin pensó que “algún progenitor primitivo del hombre” empezó a cantar crudamente, “como lo hacen algunos de los simios gibones de hoy”, “durante el cortejo de los sexos”. En otras palabras, Darwin pensó que las canciones y las expresiones musicales aparecieron y luego proliferaron porque nuestros antepasados ​​notaron que la música podía conseguirles sexo.

Otros sugieren que la música es simplemente una adaptación de un rasgo ancestral, como las llamadas y señales territoriales. Un nuevo estudio añade peso a esta línea de pensamiento. Investigadores de la Universidad de Warwick, la Universidad de Turín y el Instituto Max Planck de Psicolingüística descubrieron que los lémures de Madagascar (pequeños primates blancos y negros) emiten “bocinazos” rítmicos durante sus llamadas de alarma. Suena un poco como la bocina de un coche.

Estos lémures también pueden cantar al ritmo, un rasgo muy raro en el reino animal, donde solo humanos, pájaros cantores y gibones forman parte de este club exclusivo. En 2016, los investigadores descubrieron que los lémures cantaban ciertas partes de su canción con otros miembros del grupo, formando efectivamente un coro.

Estos primates tienen ritmo.
El hallazgo de que estos “lémures cantantes” también producen llamadas rítmicas sugiere que la capacidad de producir y percibir el ritmo es más antigua de lo que se pensaba anteriormente. El descubrimiento también proporciona una vía evolutiva que puede explicar el origen de la música, mostrando que “los elementos fundamentales de la música humana se remontan a los primeros sistemas de comunicación de los primates”.

“(El sentido del ritmo) está profundamente arraigado en nuestro viaje evolutivo y puede haber evolucionado por otras razones además de la música”, dijo la Dra. Chiara De Gregorio, del Departamento de Psicología de Warwick.

Crédito: David d’O / Schaapmans/Flickr.

De Gregorio y sus colegas analizaron las llamadas grabadas producidas por 51 lémures indri (Indri indri) en cinco selvas tropicales de Madagascar. Durante 15 años, los investigadores recopilaron estos datos sobre el canto. Y, utilizando un software de análisis acústico, examinaron los patrones rítmicos.

Los lémures cantaban cuando necesitaban localizar a otros grupos familiares o enviar llamadas de alarma al detectar un depredador. Usaban bocinazos rítmicos al detectar un depredador terrestre y rugidos para águilas y otras aves. En general, los investigadores identificaron tres tipos distintos de ritmo: 1:1 (o isocronía), donde las notas están espaciadas uniformemente; 1:2 donde el espacio entre una nota es el doble que la anterior; y 2:1 donde la segunda nota es el doble de larga que la primera.

Cantar y sobrevivir con un cronómetro
La isocronía rítmica, un ritmo similar al tictac de un reloj, es poco común en el habla humana pero común en la música. Su presencia en las vocalizaciones indri sugiere que podría ser una característica antigua compartida por los ancestros comunes de humanos y primates. El artículo podría haber sido seleccionado naturalmente por su papel en la comunicación social, particularmente en la publicidad territorial.

Los humanos y los indris compartieron un ancestro común por última vez hace unos 77 millones de años. Entonces, los investigadores especulan que la capacidad debe haber evolucionado de forma independiente.

“Este descubrimiento posiciona a los indris como animales con el mayor número de ritmos vocales compartidos con el repertorio musical humano, superando a los pájaros cantores y otros mamíferos”, dijo De Gregorio.

Desafortunadamente, los lémures indri están en peligro crítico de extinción debido a la destrucción de su hábitat, impulsada principalmente por la deforestación para la agricultura y la tala. Quedan menos de 10.000 individuos en estado salvaje. Se están realizando esfuerzos de conservación para proteger a sus poblaciones cada vez más menguantes. La atención se centra en la preservación del hábitat y la participación de la comunidad local para garantizar que estos lémures únicos continúen cantando en los bosques de Madagascar.

“Estamos muy preocupados. Si la gente quiere ver [esta especie], deberían ir a Madagascar ahora, porque no podemos asegurar que dentro de 50 años seguirán allí”, dijo De Gregorio.

Los hallazgos aparecieron en Annals of the New York Academy of Sciences.

Fuente: ZME Science.

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