En una expedición única, los científicos han perforado más profundamente que nunca en el manto de la Tierra, extrayendo una muestra sin precedentes que podría cambiar nuestra comprensión tanto de la geología como de los orígenes de la vida. El núcleo de roca, recuperado de una asombrosa profundidad de 1.268 metros debajo del lecho marino, se recogió de la dorsal mesoatlántica, un límite tectónico donde la placa euroasiática se encuentra con la placa norteamericana.
“Es un botín increíble, ya que las perforaciones anteriores en este tipo particular de roca (la peridotita oceánica) solo habían alcanzado una profundidad máxima de 201 metros”, dijo en un comunicado el profesor Gordon Southam de la Universidad de Queensland.
“Estas muestras ayudarán a mejorar nuestra comprensión de los vínculos entre la geología de la Tierra, la química del agua, los gases y la microbiología”.
Viaje al manto de la Tierra
La exitosa extracción fue realizada por un equipo internacional de geólogos a bordo del buque de perforación JOIDES Resolution. El lugar de la perforación, el macizo de la Atlántida, cerca de la dorsal mesoatlántica, ofreció una oportunidad única de acceder al manto terrestre.
El manto es una capa de roca semisólida que se extiende miles de kilómetros por debajo de la corteza terrestre. Normalmente, se encuentra enterrado bajo unos 40 km de corteza rocosa. Sin embargo, en este lugar, la corteza es significativamente más delgada, lo que permite que el material del manto se filtre más cerca de la superficie.
El equipo de investigación originalmente planeó perforar hasta la profundidad récord anterior. Sin embargo, descubrieron que el trabajo avanzaba tan eficientemente que continuaron perforando mucho más allá de su objetivo inicial. Al final, superaron los mejores esfuerzos anteriores más de seis veces.
Comprender la estructura de la Tierra
Las muestras de núcleo extraídas, compuestas en gran parte por una roca del manto llamada peridotita, han proporcionado nuevos conocimientos sobre las complejas interacciones entre el interior de la Tierra y su superficie. Se descubrió que la peridotita estaba “serpentinizada”, lo que significa que había interactuado con el agua de mar, lo que le daba una textura similar a la piel de serpiente.
Además, las muestras contenían otros tipos de rocas que no se suponía que estuvieran allí. Este hallazgo sugiere que el límite entre la corteza terrestre y el manto puede ser más fluido y menos definido de lo que se creía anteriormente.
Otro descubrimiento importante es la extensa carbonatación de la peridotita serpentinizada. Esto indica un secuestro significativo de carbono en estos entornos profundos de la Tierra. Este descubrimiento tiene implicaciones para comprender el ciclo global del carbono y el potencial de almacenamiento de carbono en las profundidades de la corteza terrestre.
“Estamos investigando el papel que desempeña la microbiología en la transformación del dióxido de carbono en minerales carbonatados estables y cómo podemos reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera”, dijo el profesor Southam.
Vida en el manto
Más allá de su importancia geológica, el núcleo también es un tesoro potencial para comprender la vida en entornos extremos. Por eso, el equipo de investigación dirigido por el profesor Southam recopiló muestras de microorganismos que viven dentro de la roca. Estos microorganismos, que prosperan en las duras condiciones del subsuelo profundo, dependen de las reacciones químicas entre el olivino (un mineral que se encuentra en el manto) y el agua de mar para producir hidrógeno, una fuente de energía vital para la vida en entornos tan extremos.
“Cada vez que los perforadores recuperaban otra sección del núcleo profundo, recolectábamos muestras para cultivar bacterias”, dijo el profesor Southam.
“Usaremos estas muestras para investigar los límites de la vida en este ecosistema marino del subsuelo profundo, mejorando nuestra comprensión de sus orígenes y ayudando a definir el potencial de vida más allá de la Tierra”.
El equipo está particularmente interesado en el papel del níquel, un elemento esencial en la enzima hidrogenasa, que permite a las bacterias antiguas utilizar hidrógeno en condiciones extremas. A medida que los investigadores continúan analizando el núcleo de roca utilizando técnicas avanzadas como la microscopía electrónica y la fluorescencia de rayos X, se espera que las implicaciones de sus hallazgos se extiendan a múltiples disciplinas científicas. El Macizo de Atlantis sigue siendo un sitio crítico para comprender la formación de la litosfera oceánica y los procesos que ocurren en el límite entre la corteza y el manto de la Tierra. Lo que descubran a continuación podría tener implicaciones para futuras exploraciones de Marte y otros cuerpos celestes en los que las interacciones entre el agua y la roca pueden haber influido en la conformación de sus superficies y su potencial habitabilidad.
Los hallazgos aparecieron en la revista Science.
Fuente: ZME Science.