En las últimas décadas, los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera han aumentado, por lo que cada vez es más urgente encontrar estrategias para capturar y retener el carbono. Investigadores de la Universidad Estatal de Kansas (K-State) están explorando cómo las diferentes prácticas agrícolas pueden afectar la cantidad de carbono que se almacena en el suelo. Utilizando la Fuente de Luz Canadiense (CLS) de la Universidad de Saskatchewan (USask) y la Fuente de Luz Avanzada de Berkeley (California), analizaron el suelo de un campo de maíz de Kansas que había sido cultivado sin labranza durante los últimos 22 años.
Durante ese tiempo, la granja utilizó una variedad de prácticas de gestión del nitrógeno del suelo, que incluían la ausencia de fertilizantes, fertilizantes químicos y fertilizantes con estiércol o abono. Los resultados se publicaron en la revista Soil Science Society of America Journal.
“Estábamos tratando de comprender cuáles son los mecanismos que se encuentran detrás del aumento del almacenamiento de carbono en el suelo mediante determinadas prácticas de gestión”, dice el Dr. Ganga Hettiarachchi, profesor de química ambiental y del suelo en la Universidad Estatal de Kansas. “No solo estábamos analizando el carbono del suelo, sino también otros minerales del suelo que van a ayudar a almacenar el carbono”.
Como se ha demostrado en otros estudios, los investigadores de K-state descubrieron que el suelo mejorado (tratado) con estiércol o abono almacena más carbono que el suelo que recibió fertilizante químico o ningún fertilizante. Sin embargo, lo más emocionante, dice Hettiarachchi, es que la luz de sincrotrón ultra brillante les permitió ver cómo se almacena el carbono: descubrieron que se conservaba en los poros y que parte del carbono se había adherido a los minerales del suelo.
El equipo también descubrió que el suelo tratado con estiércol o abono contenía más carbono microbiano, una indicación de que estas mejoras favorecen la presencia de más microorganismos y sus actividades en el suelo. Además, identificaron minerales especiales en el suelo, evidencia, dice Hettiarachchi, de que los tratamientos contribuyen a procesos químicos y biológicos activos.
“Hasta donde yo sé, esta es la primera evidencia directa de mecanismos a través de los cuales las mejoras orgánicas mejoran la salud del suelo, la diversidad microbiana y el secuestro de carbono”.
Debido a que las imágenes de sincrotrón no son destructivas, los investigadores de K-state pudieron observar lo que estaba sucediendo en los agregados del suelo (grumos) sin tener que romper el suelo. Básicamente, estaban estudiando la química del carbono en su estado natural.
“En conjunto, estudios como este nos ayudarán a avanzar hacia prácticas agrícolas más sostenibles y regenerativas que protegerán nuestros suelos y nuestro medio ambiente, además de ayudar a alimentar a las poblaciones en crecimiento”, afirma Hettiarachchi. “Además, comprender el papel de los diferentes minerales, sustancias químicas y microbios involucrados ayudará a mejorar los modelos para predecir cómo las diferentes prácticas agrícolas afectan el almacenamiento de carbono en el suelo”.
Fuente: Phys.org.