Por: Michelle Langley y Laura Diamond
Por primera vez, la tecnología biomecánica de última generación nos ha permitido medir científicamente cuán letales son dos armas aborígenes emblemáticas. En First Weapons, una serie de televisión de la ABC emitida el año pasado, el presentador Phil Breslin probó una variedad de armas indígenas australianas. Entre ellas, había dos armas llamativas: el leangle y el escudo de parada, y el kodj.
Ambas armas se utilizan para golpear a un oponente. Si bien los guerreros que las empuñan son muy conscientes de la letalidad de las armas, los creadores del programa, Blackfella Films, se pusieron en contacto con nuestro equipo para utilizar herramientas y métodos biomecánicos modernos para evaluarlas.
Nuestro objetivo era determinar exactamente de dónde proviene su poder de impacto y qué es lo que hace que sus antiguos diseños sean tan letales. Nuestro estudio ahora se publica en Scientific Reports.
Armas letales
Estudiamos el kodj fabricado por los pueblos Nyoongar del suroeste del continente australiano y el leangle y el escudo de parada del sureste. El kodj es mitad martillo, mitad hacha y mitad atizador. Es probable que su diseño tenga decenas de miles de años de antigüedad, aunque determinar exactamente cuándo se inventó esta forma de herramienta es difícil: solo las partes de piedra pueden sobrevivir en el registro arqueológico a largo plazo.
Hasta ahora, el hacha más antigua recuperada de un yacimiento arqueológico australiano data de hace entre 49.000 y 44.000 años. Se encontró en un yacimiento de Bunuba llamado Carpenter’s Gap 1.
La belleza de esta arma es su capacidad de “girar con un giro de la muñeca para que la hoja pueda cortar en cualquier dirección”.
El kodj utilizado en nuestro experimento fue fabricado por Larry Blight, un hombre de Menang Noongar de Australia Occidental. Su mango está tallado en madera de acacia con una hoja de boya (piedra) afilada unida a un lado y un borde de boya romo en el otro con resina de balga (Xanthorrhoea o árbol de la hierba).
El hacha de mano y el escudo de parada que estudiamos fueron fabricados por los expertos fabricantes de armas Brendan Kennedy y Trevor Kirby en Wadi Wadi Country. Cada una de ellas fue tallada en madera dura y tradicionalmente se utilizan juntas en combates cuerpo a cuerpo uno contra uno.
Determinar cuándo se inventó esta arma es incluso más difícil que el kodj, porque tanto el leangle como el escudo que la acompaña están hechos completamente de madera. La madera rara vez sobrevive a largo plazo, y ciertamente no durante los miles de años necesarios para rastrear su innovación.
Actualmente, los artefactos de madera supervivientes más antiguos encontrados en el continente australiano son 25 herramientas, entre ellas bumeranes y palos para cavar, recuperados del pantano Wyrie, en el sur de Australia. Tienen más de 10.000 años y solo se conservaron porque estaban en un entorno anegado que los protegía de la descomposición.
Biomecánica de las armas
No existen estudios previos que describan la eficiencia humana y de las armas al golpear con un arma de mano, por lo que empezamos desde cero. Para este estudio, el presentador del programa, Phil Breslin, actuó como el guerrero que pone a prueba las armas.
Utilizando instrumentos portátiles, hemos seguido la evolución de la energía cinética y las velocidades de las armas y de los seres humanos durante los golpes con kodj y leangle. Los análisis biomecánicos han proporcionado información sobre los movimientos de los hombros, los codos y las muñecas, y sobre las potencias alcanzadas durante cada golpe.
Estas pruebas han demostrado que el leangle es mucho más eficaz a la hora de asestar golpes devastadores al cuerpo humano que el kodj. El kodj, por otra parte, es más eficiente para que un individuo lo manipule, pero sigue siendo capaz de asestar golpes severos que pueden causar la muerte.
En los últimos cientos de años, los escritores europeos han observado que se ha utilizado una variedad de armas en los conflictos tanto dentro como entre las Primeras Naciones del continente australiano. En el arte rupestre aparecen plantillas y pinturas de estas mismas armas, que registran su presencia antes de la llegada de los europeos.
También se utilizaban algunas armas en la resolución de disputas. Entre ellas se encontraba el “juicio por ordalía”, en el que una persona acusada debe enfrentarse a una lluvia de proyectiles (lanzas o bumeranes de combate) desarmada o con un escudo. Estos juicios a menudo acababan con lesiones, pero rara vez con la muerte.
En Australia, las evidencias arqueológicas de violencia interpersonal (lesiones en restos óseos) son escasas, pero cuando se encuentran, suelen consistir en depresiones en el cráneo y “fracturas por parada”. Se trata de roturas en los huesos del brazo por encima de la muñeca, que resultan de levantar el brazo para defenderse de un arma. Esto puede deberse a un golpe directo o a un golpe de refilón contra un escudo, como el que se utilizó en este experimento.
Las culturas de todo el mundo han invertido mucho tiempo y esfuerzo en diseñar armas portátiles letales. Nuestros resultados muestran que, si bien el diseño es fundamental para la eficiencia de las armas, es la persona quien debe asestar el golpe mortal.
Este artículo es una traducción de otro publicado en The Conversation. Puedes leer el texto original haciendo clic aquí.