Científicos observan dos medusas peine fusionando sus cuerpos en uno solo

Biología

Todo empezó como una observación curiosa en un tanque de agua de mar. Dos medusas peine o ctenóforos, criaturas marinas gelatinosas conocidas como Mnemiopsis leidyi, hicieron algo que nadie esperaba: se fusionaron. No en el sentido de adherirse o cooperar, sino fusionándose verdaderamente, convirtiéndose en un solo organismo.

Para Kei Jokura, investigador de la Universidad de Exeter y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón, fue como si la naturaleza hubiera realizado un truco de magia justo en sus narices. “Nuestros hallazgos sugieren que los ctenóforos pueden carecer de un sistema de alorreconocimiento, que es la capacidad de distinguir entre uno mismo y los demás”, dijo Jokura. Las implicaciones de esto, resultó, fueron asombrosas.

Sincronización de la contracción muscular. Crédito: Mariana Rodríguez-Santiago.

Un descubrimiento extraño y una unión sorprendente
Jokura y sus colegas tenían un tanque en su laboratorio lleno de M. leidyi, criaturas translúcidas similares a las medusas, que normalmente se encuentran flotando en los océanos del mundo. Estos animales, conocidos por sus deslumbrantes exhibiciones de bioluminiscencia, rara vez reciben mucha atención. Pero un día, los científicos notaron algo inusual: un individuo más grande de lo normal, con características que sugerían que podría tener dos cuerpos separados. No pasó mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de que no se trataba de una sola medusa peine, sino de dos medusas que se habían fusionado.

Intrigados por lo que vieron, los científicos decidieron probar si este fenómeno podía reproducirse en condiciones controladas. Colocaron dos medusas peine originarias de diferentes partes del océano en estrecho contacto y, después de una noche juntos, descubrieron que los animales se habían fusionado en un solo organismo.

Nueve de cada diez veces, las criaturas se fusionaron y sobrevivieron durante semanas en este extraño estado similar a una quimera. Este efecto de fusión solo se observó en medusas heridas, lo que indica que el proceso de curación en estas medusas juega un papel en su capacidad para fusionarse. Parece una estrategia de supervivencia, aunque no está claro cuáles son los beneficios.

Las dos medusas, ahora físicamente una, comenzaron a compartir algunas funciones fisiológicas. Por ejemplo, cuando se estimulaba un lado de la criatura fusionada, el lado opuesto respondía, lo que sugería que sus sistemas nerviosos se habían conectado de alguna manera.

Los investigadores también observaron el sistema digestivo fusionado en acción al alimentar un lado del animal fusionado. Las partículas de comida, rastreadas mediante un etiquetado fluorescente, se movían a través de los canales digestivos compartidos, viajando de una mitad del animal a la otra.

Aunque los sistemas digestivos de las dos medusas originales ahora estaban entrelazados, algunos aspectos de sus funciones corporales permanecían separados. Los desechos de la comida digerida, por ejemplo, se expulsaban de las dos aberturas excretoras diferentes en momentos separados, por lo que no todos los aspectos de su fisiología se fusionaron en uno.

Falta de autorreconocimiento
La fusión de las medusas peine plantea preguntas fascinantes sobre cómo los animales se reconocen a sí mismos como individuos distintos. La mayoría de los animales poseen alguna forma de alorreconocimiento, sistemas que les permiten diferenciar entre “propio” y “ajeno”, particularmente cuando se trata de tejidos. En los seres humanos, por ejemplo, esta capacidad es lo que ayuda al sistema inmunológico a distinguir entre las células del propio cuerpo y los invasores potencialmente dañinos.

Pero en M. leidyi, este sistema parece estar ausente. Sin alorreconocimiento, las medusas peine podrían fusionarse sin rechazar los tejidos de la otra. Esto es particularmente inusual porque muchas especies relacionadas en el reino animal, como los invertebrados coloniales como los corales y las esponjas, han desarrollado mecanismos complejos para evitar la fusión de tejidos no deseada con individuos genéticamente diferentes.

Si bien no es probable que M. leidyi se encuentre con otros miembros de su especie en el océano abierto el tiempo suficiente para fusionarse de forma natural, los investigadores creen que la ausencia de alorreconocimiento en esta especie podría ofrecer una idea de cómo evolucionaron estos sistemas (o no) en los animales primitivos.

El rompecabezas evolutivo
Los ctenóforos, o medusas peine, se encuentran entre los linajes animales más antiguos de la Tierra. Su historia evolutiva se remonta a cientos de millones de años, mucho antes de que surgieran la mayoría de los grupos animales modernos. Aunque carecen de cerebro, tienen un sistema nervioso que se extiende a lo largo de sus cuerpos translúcidos como una red. Como una de las criaturas más simples que posee un sistema nervioso, ofrecen una ventana única a la evolución de los sistemas biológicos que permiten a los animales comunicarse, moverse y responder a su entorno.

Al estudiar cómo las medusas peine como M. leidyi pueden fusionarse y funcionar como un solo organismo, los científicos esperan entender mejor cómo evolucionaron los sistemas nerviosos más complejos, como los de los vertebrados. Si estos animales antiguos pueden integrar tan rápidamente partes de sus sistemas nervioso y digestivo, ¿qué podría decirnos esto sobre la flexibilidad y adaptabilidad de los sistemas biológicos en general?

“Los mecanismos de alorreconocimiento están relacionados con el sistema inmunológico, y la fusión de los sistemas nerviosos está estrechamente vinculada a la investigación sobre la regeneración”, afirma Jokura. “Descifrar los mecanismos moleculares que subyacen a esta fusión podría hacer avanzar estas áreas de investigación cruciales”.

Los hallazgos fueron publicados en la revista Current Biology.

Fuente: ZME Science.

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