Una liga de científicos está pidiendo un debate crítico sobre los peligros de las formas de vida formadas por “moléculas que son imágenes especulares”, debido a los riesgos significativos que estas creaciones pueden suponer para la salud mundial. Estos extraños organismos aún no son una realidad, pero los autores creen que debemos mirarnos detenidamente en el espejo antes de atravesarlo.
“Motivados por la curiosidad y las aplicaciones plausibles, algunos investigadores han comenzado a trabajar para crear formas de vida compuestas enteramente de moléculas biológicas que son imágenes especulares”, escriben los 38 expertos en un comentario en Science.
“Esos organismos espejo constituirían un cambio radical respecto de la vida conocida, y su creación merece una consideración cuidadosa”.
Toda la vida tal como la conocemos surge de nucleótidos “diestros” en nuestro ADN y ARN, y de aminoácidos “levógiros” que se unen para formar proteínas. Este fenómeno se llama homoquiralidad. No sabemos con certeza por qué existe, pero esta característica definitoria de las reacciones químicas de nuestra biosfera no deja lugar a alternativas.
Para aumentar la confusión, existen alternativas que son una imagen especular de nuestros aminoácidos y nucleótidos, lo que ha llevado a algunos investigadores a preguntarse si se podría crear un nuevo tipo de vida basado en estas moléculas invertidas. Tal hazaña comenzaría con algo pequeño, como una bacteria.
Hay algunas razones por las que los investigadores están interesados en crear estas extrañas bacterias. Producir moléculas desde cero es un proceso laborioso que las compañías farmacéuticas preferirían externalizar a las bacterias, pero para producir moléculas que sean una imagen especular, necesitan microbios que sean una imagen especular. En 2016, el genetista de Harvard George Church formó parte de un equipo que creó una versión especular de la ADN polimerasa, la molécula que coordina la copia y transcripción del ADN en ARN. En aquel entonces, Church estaba entusiasmado con el avance y lo describió como un “hito fantástico” que un día lo acercaría a la creación de una célula entera que fuera una imagen especular.
Ahora se encuentra entre los 38 científicos que advierten contra esta idea. El hecho de que el cuerpo no pueda descomponer estas proteínas espejo se consideró inicialmente un argumento de venta, pero esa incompatibilidad con la vida “natural” es también lo que preocupa ahora a los científicos.
“Existe una amenaza plausible de que la vida espejo pueda replicarse sin control, porque sería poco probable que estuviera controlada por alguno de los mecanismos naturales que impiden que las bacterias crezcan en exceso”, explica el bioquímico Michael Kay de la Universidad de Utah.
“Se trata de cosas como los depredadores de las bacterias que ayudan a mantenerlas bajo control, los antibióticos y el sistema inmunológico, que no se espera que funcionen en un organismo espejo, y las enzimas digestivas”.
Esta forma de vida al revés puede estar limitada por su propia incompatibilidad orgánica. Nuestra quiralidad molecular nos hace compatibles con la composición molecular de los organismos que descomponemos para obtener alimentos, y es muy probable que las bacterias espejo tengan dificultades para sobrevivir sin alimentos que reflejen su propia composición. Pero las docenas de científicos que están detrás del nuevo artículo coinciden en que no podemos permitirnos jugar con esas incógnitas, aunque la amenaza está lejos de ser inminente.
“Se necesitaría un esfuerzo enorme para construir un organismo de estas características”, afirma Vaughn Cooper, microbiólogo de la Universidad de Pittsburg. “Pero debemos detener ese progreso y tener un diálogo organizado e inclusivo sobre cómo gestionarlo de manera eficaz.
“Surgirán algunas ciencias apasionantes gracias a estas tecnologías que queremos facilitar. No queremos limitar esa promesa de la biología sintética, pero construir una bacteria espejo no merece el riesgo”.
El artículo se publica en Science, con un informe técnico adjunto publicado por la Universidad de Stanford.
Fuente: Science Alert.