A principios de los años 70, los ingenieros que escuchaban submarinos rusos empezaron a detectar extrañas señales submarinas. Utilizando hidrófonos (micrófonos submarinos), captaron repetidamente sonidos rítmicos y variables. Resultó que estaban escuchando vocalizaciones complejas producidas por ballenas jorobadas.
Los cantos de las ballenas jorobadas se encuentran entre los más sofisticados del reino animal y constituyen un ejemplo sobresaliente de cultura no humana. Ahora, los investigadores han demostrado que estas secuencias vocales presentan similitudes estructurales con el lenguaje humano. Aunque todavía no entendemos su significado, las ballenas parecen organizar sus sonidos de una manera que refleja nuestros propios patrones de comunicación.
Los idiomas de todo el mundo siguen un patrón estadístico similar conocido como distribución zipfiana. En términos simples, una pequeña cantidad de palabras (como “el” o “es”) se utilizan con mucha frecuencia, mientras que la mayoría de las palabras se utilizan con mucha menos frecuencia. Esto ocurre porque la comunicación eficiente prioriza la brevedad para las palabras comunes y reserva las palabras más largas y complejas para la claridad en casos más raros.
Esta distribución sigue una regla consistente: la palabra más utilizada aparece aproximadamente el doble de veces que la segunda palabra más común, tres veces más que la tercera, cuatro veces más que la cuarta, y así sucesivamente. Sorprendentemente, este patrón se mantiene en los lenguajes hablados, escritos y de señas.
Los investigadores dirigidos por Ellen Garland de la Universidad de St. Andrews plantearon la hipótesis de que las ballenas jorobadas podrían exhibir un patrón similar. Dado que tanto los humanos como las ballenas aprenden sus vocalizaciones socialmente, los investigadores sospecharon que sus canciones podrían seguir los mismos principios subyacentes.
Dos especies, una estructura
Para probar esta idea, el equipo analizó ocho años de datos de cantos de ballenas jorobadas y los comparó con la forma en que los bebés humanos aprenden el habla. Descubrieron que los elementos recurrentes en los cantos de las ballenas siguen una distribución zipfiana, muy similar al lenguaje humano.
“Este trabajo muestra cómo el aprendizaje y la transmisión cultural pueden dar forma a la estructura de los sistemas de comunicación: podemos encontrar una estructura estadística similar dondequiera que se transmita culturalmente un comportamiento secuencial complejo”, dice el profesor Inbal Arnon de la Universidad Hebrea.
“Esto plantea la intrigante posibilidad de que las ballenas jorobadas, como los bebés humanos, puedan aprender su canción rastreando probabilidades de transición entre elementos sonoros y usando caídas en esas probabilidades como una señal para segmentar la canción”.
Ya es notable que dos especies no relacionadas como los humanos y las ballenas jorobadas tengan una estructura de sonido tan similar en su lenguaje. El descubrimiento es aún más sorprendente considerando que los cantos de las ballenas jorobadas técnicamente no son un lenguaje.
“Revelar esta estructura similar al lenguaje oculto en el canto de las ballenas fue inesperado, pero sugiere firmemente que este comportamiento cultural contiene información crucial sobre la evolución de la comunicación compleja en todo el reino animal”, dijo la coautora Ellen Garland. “El canto de las ballenas no es un lenguaje; carece de significado semántico. Puede recordar más a la música humana, que también tiene esta estructura estadística, pero carece del significado expresivo que se encuentra en el lenguaje”.
“Que las unidades que detectamos usando el método inspirado en los bebés sean relevantes para las propias ballenas sigue siendo una pregunta abierta”.
¿Podría ser convergente la evolución del lenguaje?

“Estos hallazgos desafían las suposiciones que se han mantenido durante mucho tiempo sobre la singularidad del lenguaje humano, y revelan puntos en común profundos entre especies evolutivamente distantes. Sugieren que nuestra comprensión de la evolución del lenguaje puede beneficiarse no solo de observar a nuestros parientes primates más cercanos, sino también de casos de evolución convergente en otras partes de la naturaleza”, añade Simon Kirby, uno de los coautores del estudio.
“Más allá de la forma en que se utiliza el lenguaje para expresar significados, deberíamos considerar cómo se aprende y se transmite culturalmente a lo largo de varias generaciones”.
Al mirar más allá del significado del lenguaje y centrarse en cómo se aprende y se transmite a lo largo de las generaciones, los investigadores pueden descubrir principios universales de comunicación que abarcan a todas las especies.
Referencia de la revista:
Science DOI: 10.1126/science.adq7055
Science Advances DOI: 10.1126/sciadv.ads6014
Fuente: ZME Science.