El macabro mundo de los sacrificios rituales del antiguo Egipto puede haber contribuido a la domesticación de los gatos, según sugiere una nueva investigación. Los gatos momificados (Felis catus) eran una ofrenda tan común a los dioses egipcios hace unos 3.000 años que los humanos comenzaron a criarlos (junto con otras especies de sacrificio).
Se estima que los antiguos egipcios momificaron hasta 70 millones de animales, incluidos gatos, musarañas, halcones, cocodrilos e ibis, durante su reinado en el norte de África. La cría conjunta de gatos en grandes cantidades para satisfacer esta demanda habría favorecido a individuos más sociables y dóciles. Estos gatitos más dóciles probablemente fueron comercializados entre continentes.

Otra teoría sugiere que los gatos se domesticaron gradualmente en Europa durante el Neolítico, a medida que los humanos se adentraban en la agricultura, lo que les proporcionó una abundante cantidad de roedores que se alimentaban de nuestros cultivos. Esto pudo haber inspirado a los agricultores, plagados de ratas, a fomentar su presencia para controlar las plagas.
El descubrimiento en 2004 de una tumba de 9.500 años de antigüedad con restos humanos y felinos en Chipre parecía respaldar la teoría de la domesticación neolítica. Sin embargo, la morfología y el ADN del gato doméstico no corroboran esta hipótesis, según dos nuevos estudios, ambos aún pendientes de revisión por pares. El zooarqueólogo de la Universidad de Exeter, Sean Doherty, y sus colegas compararon los huesos de gatos domésticos con los de gatos monteses europeos (Felis silvestris) y descubrieron que sus características no son más similares que las de los gatos domésticos con los de los gatos monteses africanos (Felis lybica).
Además, el gato montés chipriota es morfológicamente más similar al gato montés europeo, no al africano. Lamentablemente, su material genético está demasiado degradado para su estudio.
El origen no europeo de F. catus también queda corroborado por la investigación del paleogenetista Marco De Martino, de la Universidad de Roma Tor Vergata. El análisis genético de su equipo respalda la idea de que los gatos monteses africanos son los ancestros de los gatos domésticos. Al examinar 70 genomas de gatos antiguos de sitios arqueológicos en toda Europa, Anatolia, el norte de África, Bulgaria e Italia, el análisis parece señalar el lugar de origen más probable del gato doméstico.
“Nuestros resultados demuestran que la dispersión de los gatos domésticos actuales no se remonta al Neolítico ni al Creciente Fértil, sino a varios milenios más tarde y, muy probablemente, al norte de África”, escriben De Martino y sus colegas.
Estos genes revelaron dos olas de propagación en el Mediterráneo: la primera durante el primer milenio a. C., que introdujo una población salvaje en la isla de Cerdeña, y una ola posterior que se convirtió en los gatos domésticos que aún hoy mimamos.
El equipo descubrió que F. catus no llegó a China hasta aproximadamente el siglo VIII d.C. Otros investigadores aún argumentan que el proceso de domesticación de gatos comenzó siglos antes de los sacrificios masivos de Egipto. Es cierto que existen múltiples casos de relaciones humanas con gatos, incluyendo el de Chipre, así como entierros egipcios tempranos con gatos alrededor del 3800 a. C., pero estos no pertenecen necesariamente a la misma línea de gatos que dio origen a F. catus. El gato doméstico más antiguo confirmado genéticamente es un sacrificio momificado que data del año 500 a. C.
“Los datos genómicos de los gatos modernos y antiguos de Egipto, que actualmente faltan, permitirán probar estas dos hipótesis”, admiten De Martino y su equipo.
Si los orígenes egipcios del F. catus son ciertos, no sería la primera vez que el culto religioso impulsara a los humanos a llevar animales consigo, señalan ambos equipos de investigadores. Los cultos y las religiones suelen ser factores que impulsan la migración de animales. Por ejemplo, la proliferación del gamo se ha relacionado directamente con los cultos de Artemisa y Diana, mientras que las gallinas se asociaban con Mercurio y Mitra, escriben Doherty y su equipo.
La diosa egipcia Bastet apareció por primera vez en el tercer milenio a. C. representada con cabeza de león, pero durante los siglos IX-VII a. C. se la representó cada vez más con la cabeza de un gato montés africano. Esta transformación coincidió con el auge del sacrificio de gatos, mediante el cual millones de gatos criados en libertad y específicamente criados fueron momificados como ofrendas a la diosa. Con actos tan brutales al comienzo de nuestra relación con los felinos, parece apropiado que los gatos hayan conservado su reputación de temperamentales.
Esta investigación está esperando revisión por pares y se puede encontrar aquí y aquí en bioRxiv.
Fuente: Science Alert.