La demencia antes de los 80 años es potencialmente prevenible mediante la intervención temprana de los factores de riesgo vascular comunes, según una investigación dirigida por la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. Los hallazgos sugieren que hasta el 44% de los casos de demencia podrían atribuirse a factores de riesgo vascular, en concreto la hipertensión, la diabetes o el tabaquismo.
A medida que las tasas de demencia siguen aumentando a nivel mundial, los esfuerzos para prevenir o retrasar su aparición se ven limitados por una comprensión incompleta de sus orígenes. La hipertensión, la diabetes y el tabaquismo son factores de riesgo comúnmente implicados, probablemente actuando a través de la enfermedad arteriosclerótica de vasos pequeños cerebrales (ECVPC).
La CSVD es un término general que abarca diversas afecciones causadas por el daño a los pequeños vasos sanguíneos del cerebro. El estrechamiento, endurecimiento u obstrucción de los pequeños vasos sanguíneos cerebrales puede privar de oxígeno a las neuronas, lo que puede dañar las neuronas cercanas.
Los primeros síntomas suelen confundirse fácilmente con los efectos normales del envejecimiento o superponerse a ellos. La confusión mental, el olvido de nombres y la pérdida de objetos pueden presentarse de forma natural a lo largo de la vida, de modo que, cuando el daño vascular alcanza el punto de diagnóstico de demencia, puede aparecer de forma rápida y, por lo general, más adelante en la vida. La atribución se complica aún más por la frecuente coexistencia de lesión vascular y patología de Alzheimer, lo que deja sin resolver en qué medida se podría prevenir la demencia controlando las condiciones vasculares en etapas más tempranas de la vida.
En el estudio, “Contribución de los factores de riesgo vascular modificables de la mediana edad y la vejez a la demencia incidente”, publicado en JAMA Neurology, los investigadores diseñaron un análisis de cohorte prospectivo para estimar la proporción de demencia atribuible a factores de riesgo vascular de la mediana edad y la vejez.
Los análisis se basaron en 33 años de seguimiento de más de 12,000 adultos en cuatro comunidades estadounidenses. La edad de los participantes en el momento de la medición del riesgo vascular oscilaba entre los 45 y los 74 años. La incidencia de demencia se rastreó mediante evaluaciones clínicas estandarizadas, entrevistas indirectas y registros médicos vinculados. Los análisis se limitaron a participantes autoidentificados como negros y blancos.
Entre los participantes con factores de riesgo vascular medidos entre los 45 y los 54 años, el 21,8% de los casos de demencia a los 80 años fueron atribuibles a dichos riesgos. Esta proporción aumentó al 26,4% entre los 55 y los 64 años, y al 44,0% entre los 65 y los 74 años. En el caso de la demencia que se presenta después de los 80 años, las fracciones atribuibles disminuyeron drásticamente, situándose entre el 2% y el 8%.
Los análisis de subgrupos revelaron un mayor riesgo atribuible en quienes no eran portadores de APOE ε4 (hasta un 61,4 % en el grupo de 65 a 74 años), en participantes negros (hasta un 52,9%) y en mujeres (hasta un 51,3%). Quienes no eran portadores de APOE ε4 carecen de la variante genética con el mayor factor de riesgo conocido para la enfermedad de Alzheimer. En este grupo de menor riesgo genético, las enfermedades vasculares modificables, como la hipertensión, la diabetes y el tabaquismo, representaron una mayor proporción del riesgo de demencia.
Los autores concluyen: “Los resultados sugieren que mantener una salud vascular ideal hasta una edad avanzada podría reducir sustancialmente el riesgo de padecer demencia antes de los 80 años”.
Fuente: Medical Xpress.