Un cráneo de 146.000 años de antigüedad conocido como el “hombre dragón”, considerado el único representante de una antigua especie humana, pertenece en realidad a un grupo más grande de nuestros parientes extintos, los denisovanos, según afirman dos nuevos artículos. Es el primer cráneo que tenemos de ese grupo, y estuvo delante de nuestras narices durante años.
La paleontóloga Qiaomei Fu, de la Academia China de Ciencias, se especializa en los asentamientos humanos modernos tempranos en Asia. Dirigió dos nuevos estudios que revelan la identidad errónea de este cráneo, utilizando proteínas y ADN mitocondrial que su equipo encontró preservados en el fósil.
El cráneo del “hombre dragón” fue descubierto en la década de 1930 por un obrero que construía un puente sobre el río Songhua en Harbin, China, durante la ocupación japonesa de la región. La provincia se conoce como Longjiang, que significa “río dragón”, de ahí el apodo del cráneo.
El constructor del puente se guardó el ejemplar para sí mismo, ocultándolo en el fondo de un pozo. Fue sólo cuando su familia lo donó a la Universidad GEO de Hebei en 2018 que comenzó la investigación sobre este hallazgo único.
En 2021, el cráneo fue declarado una nueva especie de humano antiguo, Homo longi, pero la investigación de Fu refuta esta categorización. Esa descripción inicial se basó en la morfología comparativa, donde los paleontólogos examinan la apariencia física de diferentes fósiles para determinar su lugar en el árbol genealógico.
Pero la morfología puede ser engañosa: los miembros de una misma especie suelen tener un aspecto muy diferente dependiendo del estilo de vida y del entorno.

Cell, 2025.
Intentar extraer evidencia molecular frágil de los fósiles (especialmente ADN para comparar la similitud genética) es a menudo una tarea destructiva y fragmentada que no ofrece garantías de resultados, pero en este caso Fu y sus colegas tuvieron un éxito asombroso. El equipo logró extraer proteínas del hueso petroso del cráneo, uno de los más densos del cuerpo. También obtuvieron ADN mitocondrial (que contiene menos detalles que el ADN almacenado en el núcleo celular, pero aun así es muy útil) de la placa dental del hombre dragón. La placa dental no se considera ampliamente una fuente de ADN, tal vez porque es el resultado de una biopelícula en lugar de una parte directa del cuerpo del huésped.
“El hallazgo de que el ADN humano del espécimen de Harbin está mejor conservado en el cálculo dental que en los huesos densos, incluido el hueso petroso, sugiere que el cálculo dental puede ser una fuente valiosa para investigar el ADN en los homínidos del Pleistoceno Medio”, escriben Fu y su equipo.
Estas moléculas sugieren que el hombre no es tan único respecto a otros humanos antiguos como sugiere la apariencia física del cráneo. Esto se debe, en parte, a que no disponemos de otros cráneos denisovanos completos a los que referirnos: hasta ahora, sólo se conocían por sus dientes, un fragmento de cráneo, fragmentos de mandíbula y algunas otras partes del cuerpo.
Pero el ADN mitocondrial del hombre dragón revela un parentesco a nivel de especie con al menos otros cinco individuos denisovanos conocidos a partir de restos fósiles hallados en Siberia. Y entre los fragmentos de aminoácidos de 95 proteínas hallados en su cráneo, cuatro eran inequívocamente denisovanos y tres presentaban coincidencias directas. Estos métodos de muestreo tienen limitaciones que dejan cierto lugar a dudas, pero los hallazgos de Fu y su equipo son suficientes para ubicarlo entre los denisovanos por ahora.
Puede que hayamos perdido una especie de humano antiguo —adiós Homo longi, fue bueno mientras duró—, pero parece que hemos obtenido el primer cráneo completo de un denisovano. Lo cual es bastante sorprendente, dado que esta pieza faltante del rompecabezas, una frustrante laguna en el catálogo de los paleoantropólogos, ha estado en manos de los humanos modernos durante casi 100 años. Como dicen, siempre es en el último lugar donde miras.
La investigación se publica en Science y Cell.
Fuente: Science Alert.