Una rara nevada en el lugar más seco de la Tierra ha detenido las operaciones de uno de los conjuntos de telescopios más importantes del mundo, y el cambio climático puede significar que el observatorio se enfrentará a fenómenos meteorológicos más extremos como éste en el futuro. La nieve ha cubierto parte del desierto de Atacama, que recibe menos de una pulgada de lluvia por año y es el hogar del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), una gran red de radiotelescopios en el norte de Chile.
La nevada se produjo sobre el Centro de Apoyo a las Operaciones del ALMA, ubicado a 2900 metros de altitud y a unos 1700 kilómetros al norte de Santiago. Las operaciones científicas se encuentran suspendidas desde el jueves 26 de junio.
“No se ha registrado ninguna nevada en el campamento base en más de 10 años. ¡En el ALMA no nieva todos los días!”, comentaron representantes de ALMA a Live Science por WhatsApp.
El conjunto de radiotelescopios ALMA, ubicado en lo alto del Llano de Chajnantor —una llanura desértica a 5104 m en la región chilena de Antofagasta—, suele registrar tres nevadas al año. El altiplano, compartido por Chile, Bolivia y Perú, suele experimentar tormentas de nieve durante dos estaciones: en febrero, durante el “invierno altiplánico”, impulsado por las masas de aire húmedo provenientes de la Amazonia; y de junio a julio, durante el invierno austral, según Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago.
“En invierno, algunas tormentas se alimentan de la humedad del Pacífico, lo que puede extender las precipitaciones incluso a las zonas costeras del desierto de Atacama”, declaró Cordero a Live Science. A altitudes superiores a los 5000 m, las nevadas anuales oscilan entre 20 y 80 centímetros.
Sin embargo, las nevadas a 3.000 metros de altitud, donde se encuentra el campamento base de ALMA, “son mucho menos frecuentes”, señaló Cordero.
La nevada de esta semana se debió a la inusual inestabilidad atmosférica que afectó al norte de Chile. La Dirección Meteorológica de Chile emitió una alerta de nieve y viento debido al paso de un “núcleo frío” por la región, según informó el meteorólogo Elio Brufort. “Emitimos una alerta de viento para la región de Antofagasta y zonas más al norte, con ráfagas de entre 80 y 100 km/h”, declaró Brufort a la prensa local.

El fenómeno estuvo acompañado de fuertes lluvias más al norte, que provocaron la crecida de un arroyo y dañaron varias propiedades. Se ordenó el cierre de escuelas y se reportaron cortes de electricidad y deslizamientos de tierra. Hasta el momento, no se han reportado víctimas. Un fenómeno meteorológico de esta magnitud no se había visto en casi una década.
Condiciones extremas paralizan el ALMA

Las cámaras de ALMA captaron las instalaciones del telescopio cubiertas de nieve.
El viernes, el ALMA informó a Live Science que la tormenta de nieve seguía activa sobre el llano de Chajnantor, por lo que las operaciones científicas seguían suspendidas para proteger las antenas de las condiciones climáticas extremas. La madrugada del jueves, el observatorio activó su protocolo de seguridad de “modo supervivencia”: además de la nevada, las temperaturas habían descendido drásticamente hasta los -12°C, con una sensación térmica de -28°C, lo que dificultaba enormemente el trabajo en el campamento de gran altitud. Como parte de este protocolo, todas las grandes antenas de ALMA han sido reorientadas a favor del viento, lo que ayuda a minimizar posibles daños causados por la acumulación de nieve o fuertes ráfagas.
“Una vez que pasa la tormenta, los equipos de limpieza de nieve se activan de inmediato para inspeccionar visualmente cada antena antes de reanudar las observaciones”, explicaron los representantes de ALMA. “Esto debe hacerse con rapidez, ya que algunas de las mejores condiciones de observación se dan justo después de una nevada: el frío ayuda a reducir la humedad del aire, que es lo que más interfiere con nuestras mediciones”.
El ALMA, que consta de 66 antenas de alta precisión distribuidas a lo largo del llano de Chajnantor, es una colaboración internacional que forma el radiotelescopio más poderoso del planeta, diseñado para manejar fenómenos climáticos extremos como este. El hecho de que la nieve haya detenido las operaciones plantea interrogantes sobre el funcionamiento del complejo a medida que el clima se calienta. El desierto de Atacama normalmente recibe sólo entre 1 y 15 milímetros de precipitación al año, y muchas zonas pueden pasar años sin registrar lluvia o nieve mensurables.
¿Podrían volverse más frecuentes eventos como este? “Buena pregunta”, respondió Cordero.
Aunque aún es prematuro vincular directamente las nevadas a baja altitud en el desierto con el cambio climático, “los modelos climáticos predicen un posible aumento de las precipitaciones incluso en esta región hiperárida”, concluyó. “Aún no podemos afirmar con certeza si ese aumento ya está en marcha”.
Fuente: Live Science.