La idea de retroceder en la evolución no es algo completamente nuevo, pero verlo en acción no es una experiencia cotidiana. Un ejemplo recientemente documentado de tomates silvestres que crecen en las rocas negras de las Islas Galápagos ofrece a los investigadores un excelente ejemplo de una especie que se adapta revirtiendo cambios genéticos implementados durante varios millones de años.
Investigadores de la Universidad de California en Riverside (UC Riverside) y del Instituto de Ciencias Weizmann en Israel dicen que es evidencia de que las especies pueden revertir los cambios que han ocurrido a través de la evolución.
“No es algo que solemos esperar”, afirma el bioquímico molecular Adam Jozwiak, de la UC Riverside. “Pero aquí está, ocurriendo en tiempo real, en una isla volcánica”.

Nature Communications, 2025.
A través del análisis de 56 muestras de tomates tomadas en Galápagos, que abarcan las especies Solanum cheesmaniae y Solanum galapagense, el equipo observó la producción de alcaloides en las plantas: sustancias químicas tóxicas destinadas a ahuyentar a los depredadores.
En el caso de los tomates S. cheesmaniae, se encontraron diferentes alcaloides en distintas partes de las islas. En las islas orientales, las plantas presentan alcaloides en una forma comparable a la de las frutas cultivadas del resto del mundo; pero en las islas occidentales, se encontró una forma más antigua y ancestral de estas sustancias químicas.
Esta versión más antigua del alcaloide coincide con la que se encuentra en las berenjenas, parientes del tomate, desde hace millones de años. Mediante pruebas de laboratorio y modelos adicionales, los investigadores identificaron una enzima específica como responsable de la producción de este alcaloide y confirmaron sus orígenes ancestrales. Un cambio en tan solo unos pocos aminoácidos fue suficiente para activar la producción de alcaloides, determinaron los investigadores.

Existen otros ejemplos aislados de retrocesos evolutivos conocidos científicamente como atavismos genéticos, en los que una mutación hace que una especie recupere la expresión de un rasgo ancestral. Estos incluyen experimentos con pollos modificados genéticamente para revivir su antigua programación de dentición.
La diferencia en este caso radica en que un cambio crítico se ha propagado a través de poblaciones enteras. En algunas plantas, múltiples genes se han revertido, lo que sugiere la existencia de fuertes presiones selectivas.
Lo que hace que este cambio sea aún más interesante es que las partes occidentales de las islas Galápagos son más jóvenes (menos de medio millón de años) y más áridas. Parece que las presiones ambientales podrían haber impulsado estos pasos hacia atrás en la historia evolutiva. Además de ser un ejemplo fascinante de cómo la evolución gira sobre sí misma, la investigación también abre posibilidades para una ingeniería genética avanzada que trabaja con un control aún mayor, alterando la química de las plantas para obtener múltiples beneficios.
“Si se modifican tan solo unos pocos aminoácidos, se puede obtener una molécula completamente diferente”, afirma Jozwiak. “Ese conocimiento podría ayudarnos a diseñar nuevos medicamentos, mejorar la resistencia a las plagas o incluso producir productos agrícolas menos tóxicos”.
Pero primero, tenemos que entender cómo lo hace la naturaleza. Este estudio es un paso en esa dirección.
La investigación ha sido publicada en Nature Communications.
Fuente: Science Alert.