Los pulpos caen en el truco del brazo falso al igual que nosotros

Biología

A los pulpos se les puede engañar haciéndoles creer que un brazo falso es en realidad suyo.

Cuando los científicos en Japón pellizcaron un apéndice artificial durante experimentos, los pulpos retrocedieron en defensa: nadaron, cambiaron repentinamente de color o retrajeron sus brazos, como si realmente hubieran sido heridos.

La reacción no es prueba de que los cefalópodos sean tontos o fáciles de engañar; todo lo contrario. Los hallazgos son una novedad y sugieren que los pulpos son criaturas muy inteligentes que sienten un sentido de responsabilidad sobre sus apéndices.

Incluso los humanos caemos en la ilusión de transferencia corporal, que se utiliza para estudiar el sentido de propiedad corporal de los animales. El truco se reportó originalmente en nuestra especie en 1998, y más recientemente en monos y ratones. Ahora parece que los invertebrados también pueden ser engañados. Esto es notable, ya que los brazos del pulpo están controlados por un sistema nervioso como ningún otro.

“Nuestros hallazgos sugieren que, al igual que los humanos, los pulpos tienen una representación multisensorial de su cuerpo”, concluyen los autores del estudio.

Para comprender cómo se sienten los pulpos con respecto a sus propios cuerpos, los científicos especializados en comportamiento animal Sumire Kawashima y Yuzuru Ikeda de la Universidad de Ryukyu colocaron pulpos nocturnos de cuerpo liso (Callistoctopus aspilosomatis) en un tanque para realizar una serie de experimentos. Durante las pruebas, uno de los brazos del pulpo se ocultó tras una pantalla. Luego, se colocó un brazo falso de gel blando frente a la pantalla.

Ejemplo de configuración del experimento de la ilusión de la mano de goma. Gomes de Castro y Gomes, 
Av. Psicol. Latinoam., 2017.

Los científicos acariciaron simultáneamente la extremidad falsa y la oculta. Inmediatamente después, pellizcaron el brazo falso. En cuestión de segundos, el pulpo respondió como si hubiera sido atacado, aunque no resultó herido físicamente.

Puede parecer una reacción exagerada, pero incluso las personas preparadas pueden caer en esta trampa. Si colocamos una mano detrás de una pantalla y una mano falsa delante, podemos sentirla.

Nuestro cerebro nos engaña haciéndonos creer que el tacto que sentimos en nuestra mano real está relacionado con el tacto que vemos. Una vez establecido ese vínculo, nuestro cerebro se apropia automáticamente de la mano falsa. Si vemos que la mano falsa está siendo pinchada, entonces también lo sentimos.

La razón por la que caemos en esta ilusión es complicada, pero esencialmente es porque nuestros cerebros son excepcionales a la hora de integrar rápidamente las percepciones del tacto, la visión y la propiocepción (que es la sensación de dónde está nuestro cuerpo en el espacio). Los cerebros de los pulpos aparentemente también son hábiles en este aspecto.

Estos moluscos marinos tienen brazos extremadamente flexibles e increíblemente diestros, con aproximadamente 500 millones de neuronas recorriendo cada uno de ellos. Las ocho extremidades pueden tomar decisiones independientemente del cerebro, e incluso pueden “saborear” con sus ventosas similares a dedos.

Sin embargo, de forma similar a los humanos, parece que el cerebro del pulpo también prefiere la información visual a otros sentidos, como el tacto, el gusto o la propiocepción. Esto hace posible que la criatura adopte una extremidad que ve y que en realidad no es suya.

“Estos resultados sugieren que las reglas perceptivas básicas que determinan la propiedad del cuerpo en los pulpos son similares a las de los mamíferos”, argumentan Kawashima e Ikeda.

“Estos hallazgos en el pulpo, que tiene un sistema nervioso complejo que se ha desarrollado independientemente de los vertebrados, pueden ser un modelo importante para estudiar la evolución del sentido de propiedad corporal”.

La correspondencia fue publicada en Current Biology.

Fuente: Science Alert.

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