La demencia de los gatos es como el Alzheimer en los humanos. Y podría cambiar la atención en ambas especies

Salud y medicina

Al llegar a la adolescencia, un gato puede empezar a comportarse de forma diferente: deambula por la casa de noche, llama con más frecuencia, se pierde en habitaciones conocidas. Para muchos dueños, estos son signos de un envejecimiento preocupante. Para los científicos, son pistas de una enfermedad que podría ayudar a resolver uno de los mayores misterios de la medicina.

Un nuevo estudio de la Universidad de Edimburgo ha descubierto que los gatos con demencia desarrollan cambios cerebrales sorprendentemente similares a los de los humanos con Alzheimer. El trabajo sugiere que los gatos mayores podrían servir como un poderoso modelo natural para la enfermedad humana, lo que podría acelerar la búsqueda de tratamientos.

“La demencia es una enfermedad devastadora, ya sea que afecte a humanos, gatos o perros”, afirmó el Dr. Robert McGeachan, autor principal del estudio. “Nuestros hallazgos resaltan las sorprendentes similitudes entre la demencia felina y la enfermedad de Alzheimer en personas”.

Cuando la demencia llama a la puerta

Para muchos dueños de gatos, las señales de deterioro cognitivo pueden ser sutiles, hasta el punto de ser imposibles de ignorar. Kägi, dueña de un gato en Suiza, compartió recientemente en Reddit la historia de Maolo, un gato anciano de la misma calle. Maolo y su familia se habían mudado del hogar que una vez conoció, pero seguía apareciendo en la puerta de Kägi, como si aún fuera suyo.

“Esta, junto con la fuerte sospecha de que padece demencia, ya que a menudo olvida que acaba de comer y aun así pide otra comida, parece ser la explicación más plausible”, dijo Kägi.

Los gatos de Kägi, Mocca y Cosmo, son mucho más jóvenes, pero aún piden un postre después de cenar. Sin embargo, las visitas de Maolo se sienten diferentes: más desorientadas.

Este comportamiento es más común de lo que muchos creen. Un artículo de PetMD, escrito por la Dra. Melissa Boldan, señala que más de una cuarta parte de los gatos de entre 11 y 14 años presentan al menos un signo de demencia. Esta cifra se dispara a aproximadamente la mitad en gatos mayores de 15 años. Los síntomas incluyen deambular sin rumbo, usar la puerta equivocada para salir, dificultad para encontrar la salida de las habitaciones, estrés en lugares familiares y ensuciar indebidamente.

Otras pistas son más sutiles: pedir comida a deshoras, dormir en patrones inusuales, esperar en la ventana a personas que no deben regresar a casa o parecer indiferente al afecto de aquellos a quienes alguna vez amaron.

El equipo de limpieza del cerebro se vuelve destructivo

El estudio fue más allá y reveló que la beta amiloide podría estar induciendo a las propias células inmunitarias del cerebro (microglía y astrocitos) a absorber sinapsis. En cerebros sanos, este proceso de poda moldea los circuitos neuronales durante el desarrollo. En casos de enfermedad, puede acelerar el deterioro cognitivo.

Mediante microscopía confocal de alta resolución, el equipo demostró que en regiones ricas en placas de beta-amiloide, la microglía y los astrocitos contenían fragmentos de sinapsis. En gatos con demencia, la cantidad de sinapsis engullidas y cargadas de amiloide se correlacionó con la carga amiloide total, una relación no observada en gatos mayores cognitivamente sanos.

“Dado que los gatos desarrollan naturalmente estos cambios cerebrales, también pueden ofrecer un modelo más preciso de la enfermedad que los animales de laboratorio tradicionales, lo que en última instancia beneficia tanto a la especie como a sus cuidadores”, dijo el Dr. McGeachan.

Por qué los gatos podrían cambiar la investigación sobre el Alzheimer

Durante décadas, los científicos han recurrido en gran medida a roedores modificados genéticamente para estudiar el Alzheimer. Estos modelos son útiles, pero no desarrollan demencia de forma natural. Los gatos sí la desarrollan, y comparten muchas de las mismas patologías cerebrales que los humanos, como placas amiloides, ovillos de tau y atrofia cerebral. La profesora Danièlle Gunn-Moore, experta en medicina felina y coautora del estudio, cree que esto podría transformar la atención a ambas especies.

“La demencia felina es muy angustiante tanto para el gato como para su dueño”, dijo. “Mediante estudios como este, comprenderemos la mejor manera de tratarla. Esto será maravilloso para los gatos, sus dueños, las personas con Alzheimer y sus seres queridos”.

Los hallazgos también abren la puerta a la posibilidad de evaluar si nuevos tratamientos para el Alzheimer, como los anticuerpos monoclonales dirigidos a la beta-amiloide, podrían ayudar a las mascotas mayores. De tener éxito, la investigación podría conectar la medicina veterinaria con la humana de una forma sin precedentes.

Los hallazgos aparecieron en el European Journal of Neuroscience.

Fuente: ZME Science.

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