Hay algo en el cerebro femenino que lo hace más susceptible a la enfermedad de Alzheimer. Un nuevo estudio sugiere que las grasas insaturadas “saludables”, como el omega-3, podrían explicar en parte esa discrepancia.
En comparación con los hombres, las mujeres suelen tener niveles más elevados de ácidos grasos omega-3, pero en el análisis actual, las mujeres con Alzheimer mostraron una sorprendente escasez de estas moléculas lipídicas. Los investigadores no encontraron los mismos cambios lipídicos en los hombres con Alzheimer en comparación con los hombres sin Alzheimer, lo que indica que estas grasas pueden afectar la enfermedad de manera diferente según el sexo.
Los hallazgos contribuyen a una hipótesis que se había pasado por alto durante décadas y que implica a las gotitas de grasa en la enfermedad de Alzheimer. Históricamente, estos lípidos han sido eclipsados por los ovillos de tau y las placas amiloides. Sin embargo, ellos también son características de la enfermedad en el cerebro, lo que indica que el metabolismo de los ácidos grasos de alguna manera ha salido mal.
Una reciente Comisión Lancet sobre Demencia estimó que el 7% del riesgo de Alzheimer se atribuye a la lipoproteína de baja densidad (LDL), que transporta el colesterol y los ácidos grasos por todo el cuerpo. Este factor de riesgo puede explicar por qué las mujeres desarrollan Alzheimer al doble de ritmo que los hombres, según el estudio actual, dirigido por investigadores del King’s College de Londres.
El equipo analizó las bibliotecas de lípidos de 841 participantes en seis países europeos. En comparación con aquellos con una salud cognitiva sólida o un deterioro cognitivo leve, los participantes con enfermedad de Alzheimer mostraron niveles significativamente más altos de ácidos grasos saturados “no saludables” y niveles significativamente más bajos de ácidos grasos insaturados saludables, como el omega-3.
“Nuestro estudio sugiere que las mujeres deberían asegurarse de incluir ácidos grasos omega en su dieta, ya sea a través de pescado azul o de suplementos”, afirma la científica farmacéutica Cristina Legido-Quigley del King’s College.
“Sin embargo, necesitamos ensayos clínicos para determinar si cambiar la composición lipídica puede influir en la trayectoria biológica de la enfermedad de Alzheimer”.

La investigación analizó cientos de lípidos individuales, transportados en la sangre por lipoproteínas como las LDL y las HDL. En las mujeres, la presencia de múltiples lípidos se asoció con la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo. Sin embargo, no se observaron los mismos patrones en los hombres. En comparación con las mujeres sanas, las mujeres con Alzheimer mostraron una disminución de las lipoproteínas con ácidos grasos omega unidos.
“Si bien este estudio muestra que las mujeres con Alzheimer tenían niveles más bajos de algunas grasas insaturadas en comparación con los hombres, es necesario realizar más investigaciones”, afirma Julia Dudley, jefa de investigación de Alzheimer’s Research UK, que no participó en el estudio.
“Esto incluye comprender los mecanismos detrás de esta diferencia y descubrir si los cambios en el estilo de vida, incluida la dieta, podrían influir”.
Históricamente, ha existido un sesgo extremo en la investigación sobre el envejecimiento cerebral. En 2019, sólo el 5% de los estudios publicados en el campo de la neurociencia o la psiquiatría analizaron la influencia del sexo.
Es más, muchos ensayos de medicamentos para el Alzheimer aún no analizan las diferencias de sexo, incluso cuando parecen significativas a primera vista. Como resultado, los científicos desconocen por qué las mujeres tienen mayor probabilidad de desarrollar Alzheimer ni qué medidas tomar al respecto. Si bien las mujeres tienden a vivir más, incluso los hombres mayores tienen menos probabilidades de desarrollar este tipo de demencia que las mujeres de la misma edad.
“Comprender cómo la enfermedad se comporta de manera diferente en las mujeres podría ayudar a los médicos a adaptar futuros tratamientos y consejos de salud”, afirma Dudley.
Por fin esa investigación está llegando.
El estudio fue publicado en Alzheimer’s & Dementia.
Fuente: Science Alert.