Puede que no exista una cantidad segura de alcohol en relación al riesgo de demencia

Salud y medicina

Beber incluso las cantidades más pequeñas de alcohol puede aumentar el riesgo de sufrir demencia, según el estudio genético y observacional combinado más grande realizado hasta la fecha sobre el tema. Los hallazgos contradicen investigaciones anteriores que mostraban que el consumo de alcohol de leve a moderado podría proteger contra el deterioro cognitivo. El equipo internacional de investigadores que está detrás del nuevo estudio sugiere que eliminar por completo el consumo de alcohol puede ser la mejor forma de minimizar el riesgo de sufrir demencia más adelante en la vida, ya que los niveles crecientes de consumo de alcohol se corresponden con una probabilidad creciente de desarrollar demencia de cualquier tipo.

“Los resultados de nuestro estudio respaldan un efecto perjudicial de todos los tipos de consumo de alcohol sobre el riesgo de demencia, sin evidencia que respalde el efecto protector previamente sugerido del consumo moderado de alcohol”, escriben los investigadores en su artículo publicado.

El equipo comenzó analizando a 559.559 adultos en el Reino Unido y Estados Unidos, con edades comprendidas entre los 56 y los 72 años al inicio del estudio. Los participantes completaron cuestionarios sobre sus hábitos de consumo de alcohol y se monitoreó su salud hasta 15 años después.

Esta parte de la investigación arrojó un gráfico clásico en forma de U: se demostró que quienes no bebían y quienes bebían mucho tenían el mayor riesgo de demencia. Esto concuerda con investigaciones anteriores y parece sugerir que el consumo moderado de alcohol se asocia con el menor riesgo de demencia.

Una mayor predisposición genética al consumo de alcohol se asoció con un mayor riesgo de demencia. Topiwala et al., BMJ Evid. Based Med., 2025.

Pero los investigadores argumentan que el efecto protector del consumo moderado de alcohol en realidad no existe; que quienes no beben suelen ser bebedores empedernidos que lo han dejado o que han reducido su consumo debido a los efectos tempranos del deterioro cognitivo. En otras palabras, las estadísticas están sesgadas.

Para encontrar más evidencia, el estudio también analizó los registros genéticos de 2,4 millones de personas, utilizando la aleatorización mendeliana para analizar el consumo de alcohol en relación con la demencia. Este enfoque utiliza la predisposición genética al consumo de alcohol en lugar de datos sobre los hábitos reales de consumo, lo que, en teoría, descarta otros factores, como el estilo de vida o la riqueza.

En esta parte del análisis, la forma de U desapareció. Cuanto mayor era el consumo de alcohol previsto, mayor era el riesgo de demencia, sin disminución para los bebedores moderados que disfrutaban de una cerveza o una copa de vino ocasionales.

“Reducir a la mitad la prevalencia del trastorno por consumo de alcohol en la población puede reducir los casos de demencia hasta en un 16%, lo que destaca la reducción del consumo de alcohol como una posible estrategia en las políticas de prevención de la demencia”, escriben los investigadores.

Hay algunas salvedades importantes que considerar, las cuales los investigadores reconocen abiertamente. En la primera parte del estudio, los hábitos de consumo de alcohol fueron autodeclarados por los participantes, no observados científicamente, lo que puede dar lugar a inexactitudes.

En la segunda mitad del estudio, la aleatorización mendeliana es una herramienta útil, pero se basa en vincular los datos genéticos con la probabilidad de un rasgo; en este caso, que alguien beba. No es un registro directo del consumo de alcohol. Sin embargo, dado el amplio alcance de la investigación y los múltiples estudios previos que la complementa, es una evidencia sólida de que cuanto más bebemos, más aumentan las probabilidades de sufrir deterioro cognitivo y demencia en la vida posterior.

“Ninguna parte del estudio puede probar de manera concluyente que el consumo de alcohol cause directamente la demencia”, afirma la neurocientífica Tara Spires-Jones, de la Universidad de Edimburgo en el Reino Unido, que no participó en el estudio.

“Pero esto se suma a una gran cantidad de datos similares que muestran asociaciones entre el consumo de alcohol y un mayor riesgo de demencia, y trabajos fundamentales en neurociencia han demostrado que el alcohol es directamente tóxico para las neuronas del cerebro”.

La investigación ha sido publicada en BMJ Evidence-Based Medicine.

Fuente: Science Alert.

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