España acaba de aprobar un ambicioso proyecto de ley para reducir significativamente el desperdicio de alimentos, un grave problema que afecta a todos los países y que en gran medida sigue sin resolverse. El gobierno espera reducir las 1.300 toneladas de alimentos que se desperdician cada año exigiendo a las empresas involucradas en la producción y el suministro de alimentos que implementen un plan de prevención del desperdicio de alimentos.
En el país se desperdician más de 30 kilogramos de alimentos por persona y año, lo que supone una pérdida anual de 1,36 millones de toneladas de alimentos y desperdicios, con un coste de 250 euros por habitante. Luis Planas, Ministro de Agricultura de España, describió la legislación como un “instrumento judicial pionero” que permitirá al gobierno abordar las ineficiencias en la cadena alimentaria al tiempo que reduce los costos económicos, éticos y ambientales resultantes.
La ley obligará a bares, restaurantes y tiendas de alimentación a tener un plan que defina el destino de los alimentos no utilizados o vendidos, con la prioridad de donar alimentos antes de su fecha de consumo preferente. También tendrán que incentivar la venta de productos con fecha de caducidad cercana, marcándolos con precios inferiores a los que se encuentran en óptimas condiciones.
La donación a entidades como los bancos de alimentos también está contemplada en la nueva ley. Las empresas deberán suscribir convenios con todas las organizaciones receptoras, especificando las condiciones de recolección, almacenamiento y transporte, además de mostrar la trazabilidad de los productos donados, e indicar el origen de cada alimento.
La ley propone sanciones que oscilan entre los 2.000 y los 60.000 euros, obligando a las empresas a informar de cuánto derrochan cada año. Si los alimentos no se pueden donar o vender, la ley pide que se destinen a la alimentación animal, uso industrial y reciclaje para compost y combustible. Pero esa sería la última opción sobre la mesa.
También se requerirá que los bares y restaurantes ofrezcan a los clientes las sobras de sus comidas de forma gratuita, una práctica que actualmente no es común en España. El gobierno reconoció que gran parte del desperdicio de alimentos ocurre en el hogar y no en los restaurantes. Sin embargo, se basará únicamente en campañas educativas en lugar de multas para cambiar el comportamiento doméstico.
Un problema masivo
Los alimentos se pierden o desperdician a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos: en las granjas, en el procesamiento y la fabricación, en las tiendas, en los restaurantes, en las cantinas y en el hogar. Las razones por las que sucede varían y pueden ser específicas de cada sector, desde compras y planificación de comidas insuficientes hasta problemas de gestión de existencias y bajo valor percibido de los alimentos.
Solo en la UE, se generan anualmente alrededor de 88 millones de toneladas de desperdicio de alimentos, con costos asociados de más de 150 mil millones de euros. El bloque se ha comprometido a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo para 2030, al tiempo que reduce las pérdidas de alimentos a lo largo de la cadena de producción y suministro. El problema es extensivo al resto del mundo.
Un informe de la ONU de 2021 encontró que las personas desperdician mil millones de toneladas de alimentos cada año. La comida desechada solo en los hogares es de 74 kilogramos por persona cada año en promedio en todo el mundo. Esto daña los esfuerzos para ayudar a los miles de millones de personas que padecen hambre y también daña el medio ambiente, ya que el desperdicio de alimentos representa el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fuente: ZME Science.