Hay una razón por la que Marte tiene el aspecto que tiene. Al carecer de una atmósfera espesa y de un campo magnético protector, su superficie se enfrenta diariamente a ataques de radiación, unas 900 veces más intensos que en la Tierra. Pero hay un rayo de esperanza. Nuevos estudios han revelado que las cuevas marcianas podrían actuar como escudos naturales, protegiendo contra esta implacable radiación. Este descubrimiento podría allanar el camino para futuros asentamientos y misiones robóticas en busca de vida extraterrestre.
Un desafío de radiación y una solución a una cueva
Aventurarse al espacio no es poca cosa. Si bien en la última década se han producido avances notables en la exploración espacial, la idea de establecerse en Marte conlleva su propia serie de desafíos. A menos que estemos pensando en un boleto de ida sin retorno, hay muchos obstáculos que superar.
No faltan peligros ambientales que podrían matar a cualquier astronauta lo suficientemente audaz como para atreverse a poner un pie en Marte. Dado que Marte tiene solo el 0,7% de la presión del nivel del mar de la Tierra, los humanos necesitarían ponerse un traje presurizado completo o permanecer en una cámara especializada. Sin estas precauciones, el oxígeno no circularía por el torrente sanguíneo, lo que tendría consecuencias potencialmente fatales.
Sin embargo, la radiación sigue siendo la principal preocupación. Aunque Marte está más lejos del Sol que la Tierra, la ausencia de un campo magnético y su delgada atmósfera significan que está expuesto a niveles de radiación mucho más altos que la Tierra. La sonda Mars Odyssey ha demostrado que los niveles de radiación en Marte son al menos 2,5 veces más altos que los que enfrentan los astronautas en la Estación Espacial Internacional. Además, además de la exposición regular a los rayos cósmicos y al viento solar, recibe ocasionalmente ráfagas de radiación letales debido a fuertes erupciones solares.
Cualquier intento de colonizar el Planeta Rojo requerirá medidas para garantizar que la exposición a la radiación se mantenga al mínimo. Algunas de las ideas propuestas hasta ahora implican hábitats construidos directamente en el suelo o incluso hábitats sobre el suelo utilizando módulos inflables revestidos de cerámica.
Para establecer una presencia duradera en el Planeta Rojo, necesitamos soluciones innovadoras para minimizar la exposición a la radiación. Si bien algunos sugieren construir hábitats bajo tierra o utilizar módulos revestidos de cerámica, una alternativa prometedora reside en el paisaje natural de Marte. El planeta está salpicado de pozos profundos, cuevas y estructuras de tubos de lava. Una investigación reciente dirigida por Daniel Viúdez-Moreiras del Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial de España revela que estas cavernas podrían cambiar las reglas del juego para los colonos humanos.
“Las cuevas y sus entradas han sido propuestas como entornos habitables y regiones que podrían haber preservado evidencia de vida, principalmente debido a su protección natural contra las dañinas radiaciones ionizantes y no ionizantes presentes en la superficie. Sin embargo, hasta la fecha ningún estudio ha determinado cuantitativamente el blindaje que ofrecen estos vacíos en Marte”, escribieron los investigadores en la revista Icarus.
Según sus hallazgos, las entradas a las cuevas de Marte reducen drásticamente los niveles de radiación ultravioleta. En algunos casos, la radiación dentro de estas cavernas es sólo alrededor del 2% de los niveles de la superficie. Esta reducción significativa podría significar que estas entradas a las cuevas podrían ser capaces de albergar no sólo a los humanos, sino también a las plantas que necesitaríamos para nuestro sustento.
“Las simulaciones numéricas de las entradas de las cuevas muestran una reducción de incluso más de dos órdenes de magnitud en la radiación ultravioleta, tanto en las dosis máximas instantáneas como acumulativas, a lo largo del año y en cualquier lugar del planeta”, descubrieron los investigadores.
Sin embargo, todavía hay incertidumbre sobre cómo estas cuevas protegen contra la radiación ionizante, que está relacionada con el cáncer.
“La radiación ionizante no presenta exactamente el mismo comportamiento que la radiación ultravioleta”, dijo Viúdez-Moreiras a New Scientist. “Sin embargo, se espera que la radiación ionizante también se atenúe fuertemente en los cráteres y en las claraboyas de las cuevas”.
La exploración de cuevas traspasaría los límites tecnológicos. Los robots diseñados para este propósito tendrían que depender en gran medida de sus propias capacidades de toma de decisiones. Las paredes de las cuevas dificultarían la comunicación con la Tierra, por lo que las máquinas tendrían que ser completamente autónomas. Los robots tendrían que convertirse en exploradores por derecho propio, trazando mapas de su entorno en la oscuridad y navegando a través de túneles rocosos ¿Y entrar en estas cuevas? Podría ser a través de un tragaluz o quizás un descenso muy parecido a una araña atada a una cuerda.
¿Podríamos encontrar vida en las cuevas marcianas?
En 2009, investigadores dirigidos por el Dr. Armando Azua-Bustos, científico del Departamento de Planetología y Habitabilidad del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) de Madrid, hicieron un descubrimiento sorprendente en el desierto de Atacama, similar a Marte. Descubrieron que las algas rojas Cyanidium formaban biopelículas en cuevas costeras aparentemente inhóspitas donde hay poca luz, pero la suficiente para sustentar la vida. Si la vida puede persistir en el lugar más seco de la Tierra, ¿quién puede decir que no podrá hacerlo en entornos marcianos similares?
Los datos de imágenes de superficie de alta resolución registrados durante las últimas dos décadas por instrumentos como el sistema Mars Reconnaissance Orbiter Context Camera (CTX), junto con el sistema de imágenes de emisión térmica (THEMIS) de Mars Odyssey, sugieren que el bulbo de Tharsis puede ser la mejor región para candidatos a cuevas en Marte. Se han identificado más de 1.000 cuevas adecuadas en esta región, que también contiene tres enormes volcanes en escudo, Arsia Mons, Pavonis Mons y Ascraeus Mons.
Imagina un futuro en el que “Tharsis City” se convierta en el primer asentamiento humano en el Planeta Rojo. Es un nombre que tal vez quieras recordar.
Fuente: ZME Science.