Un misterioso y rápido aumento de legionelosis, una grave infección pulmonar bacteriana, se ha relacionado con un aire más limpio, en un estudio estadounidense sobre las tendencias en la contaminación por dióxido de azufre. Desconcertados por el prolongado aumento mundial de la enfermedad del legionario, una forma atípica de neumonía causada por la bacteria Legionella, investigadores de dos universidades estadounidenses y del Departamento de Salud del Estado de Nueva York investigaron posibles factores ambientales que podrían explicar la tendencia en su zona de peligro.
En las últimas dos décadas, la incidencia de legionelosis en los EE. UU. se ha multiplicado por nueve, de alrededor de 1.100 casos notificados en 2000 a casi 10.000 en 2018. Europa y partes de Canadá han informado aumentos similares, con casos de cinco a siete veces.
Si bien los principales brotes de legionelosis que se remontan a 1976 se han atribuido a aparatos de aire acondicionado, sistemas de ventilación comerciales y torres de refrigeración (que utilizan ventiladores para disipar el calor de las fábricas), en la gran mayoría de los casos esporádicos, no se conoce ninguna fuente principal. Los sistemas de flujo de aire y las torres de enfriamiento, si están contaminados, propagan la bacteria Legionella a distancias considerables al dispersar el vapor de agua. Las bacterias se adhieren a las gotas de agua en el aire que las personas inhalan. Sin embargo, esto podría variar dependiendo de las condiciones ambientales.
“Comprender cómo las condiciones ambientales cambiantes influyen en la proliferación de Legionella es fundamental para mitigar este importante riesgo para la salud pública”, dice el científico atmosférico Fangqun Yu de la Universidad de Albany en Nueva York, quien codirigió el estudio.
Los investigadores se centraron en el estado de Nueva York, después de identificarlo como el estado número uno en cuanto a legionelosis en un análisis de casos notificados a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. entre 1992 y 2019. Sin embargo, ninguno de los factores ambientales que el equipo analizó inicialmente los datos estudiados (humedad relativa, temperatura, precipitación y radiación ultravioleta) explican la tendencia a largo plazo de la legionelosis.
Mirando más allá, notaron que los niveles de dióxido de azufre (SO2) en el aire habían disminuido durante las últimas dos décadas a un ritmo similar al aumento de legionelosis. Utilizando un modelo de química basada en agua, demostraron cómo el SO2 atmosférico puede absorberse en gotas de agua y convertirse en ácido sulfúrico, haciendo que las gotas sean más ácidas y menos hospitalarias para la bacteria Legionella.
Por el contrario, el modelo mostró que las disminuciones en los niveles de SO2 registrados en dos sitios de monitoreo de la calidad del aire en el estado de Nueva York durante dos décadas habrían hecho que las gotas de agua fueran menos ácidas en al menos un factor de diez. Un vapor de agua menos ácido podría permitir que la bacteria Legionella sobreviva su viaje por el aire e infecte a quien la inhale.
De hecho, en un análisis secundario, los investigadores encontraron un desfase de una semana entre la disminución de las concentraciones de SO2 y los aumentos en los casos de legionelosis, que es aproximadamente el tiempo de incubación desde la exposición hasta la aparición de los síntomas. Al mapear sus ubicaciones, también identificaron un vínculo sorprendente entre los casos de enfermedad del legionario y su proximidad a las torres de enfriamiento en el estado de Nueva York. Esta asociación no prueba causa y efecto, y múltiples factores podrían estar contribuyendo al aumento de la legionelosis, que los investigadores planean investigar en estudios futuros.
Las comunidades ubicadas hasta a 7,3 kilómetros de una torre de enfriamiento tenían un riesgo significativamente mayor de hospitalizaciones por legionelosis. Este rango ha ido aumentando en los últimos 20 años a medida que disminuyeron los niveles de SO2, lo que posiblemente prolongó la supervivencia de Legionella en el aire. Destaca la importancia de proteger a las poblaciones vulnerables que viven cerca de áreas industriales o densamente pobladas, en primer lugar, de la contaminación del aire y, en segundo lugar, de este nuevo riesgo de legionelosis que viene con cielos más despejados.
Los investigadores subrayan que reducir la contaminación es indudablemente bueno para las personas y el medio ambiente. Ahora es cuestión de utilizar estos hallazgos para ayudar a fundamentar estrategias para limitar la exposición a Legionella y al mismo tiempo mantener una buena calidad del aire y sus numerosos beneficios.
El estudio ha sido publicado en PNAS Nexus.
Fuente: Science Alert.