En las densas selvas tropicales del norte de Australia y el sudeste asiático, un maestro del disfraz revolotea entre las sombras. Hace tiempo que se sabe que la polilla chupadora de frutas (Eudocima aurantia) se parece a una hoja, pero los científicos han descubierto que su engaño es mucho más profundo de lo que parece a simple vista.
Sus alas, aunque planas, crean una asombrosa ilusión óptica: imitan las curvas y los reflejos tridimensionales de una hoja arrugada, engañando a los depredadores para que vean algo que no está allí.
“Literalmente simula ser 3D simplemente teniendo estas estructuras similares a espejos en los lugares especiales de sus alas”, dijo a New Scientist la Dra. Jennifer Kelley, bióloga de la Universidad de Australia Occidental y autora principal del estudio.
La ciencia del engaño
Las alas de la polilla chupadora de frutas son una maravilla de la ingeniería evolutiva. A diferencia de muchos otros insectos que dependen de pigmentos para la coloración, esta polilla utiliza la coloración estructural, un fenómeno en el que las estructuras microscópicas interactúan con la luz para producir color. En este caso, las escamas de las alas de la polilla están cubiertas de nanoestructuras que actúan como pequeños espejos. Estos espejos reflejan la luz de tal manera que crean la ilusión de luces y sombras, imitando la forma en que la luz juega a través de la superficie curva de una hoja.

“Estas nanoestructuras crean una superficie brillante en las alas que imita los reflejos que se encuentran en una superficie de hoja lisa y curva”, explica la Dra. Annie Jessop, coautora del estudio de la Universidad Murdoch. “La polilla está explotando reflectores de película delgada para producir reflejos direccionales, lo que produce la ilusión de una forma de hoja en 3D”.
Lo que hace que este descubrimiento sea particularmente sorprendente es que las nanoestructuras están colocadas estratégicamente sólo en las partes del ala que parecerían curvas si fuera una hoja real.
“Es intrigante que las nanoestructuras que producen brillo solo se encuentren en las partes del ala que estarían curvadas si el ala fuera una hoja”, dice la Dra. Kelley. “Esto sugiere que las polillas están explotando la forma en que los depredadores perciben las formas 3D para mejorar su camuflaje”.
Un truco de luz

La ilusión de la polilla chupadora de frutas es tan convincente que incluso los humanos se dejan engañar. “Si les diera un espécimen ahora, no creerían que es plano”, dice Kelley. “Cuando se lo mostramos a la gente, se quedaron muy confundidos. Realmente no parece plano”.
Este nivel de engaño es crucial para la supervivencia de la polilla. Las aves, sus principales depredadores, dependen en gran medida de las señales visuales para identificar a sus presas. Al imitar una hoja, la polilla evita ser detectada y se mimetiza perfectamente con su entorno. “Este mimetismo probablemente sirva como una estrategia de camuflaje, engañando a los depredadores para que identifiquen erróneamente a la polilla como un objeto no comestible”, dice Kelley.
El descubrimiento se basa en investigaciones anteriores del mismo equipo. Trabajos anteriores revelaron que otras polillas del mismo grupo usan patrones que cambian de forma en sus alas para camuflarse. Pero la ilusión de alas planas de la polilla chupadora de frutas es única. “Lo notable de esta polilla es que crea la apariencia de un objeto tridimensional a pesar de ser casi completamente plana”, agrega Kelley. “Este es el hallazgo novedoso para nuestro estudio”.
La maravilla del camuflaje
El camuflaje de la polilla chupadora de frutas es solo un ejemplo de las formas extraordinarias en que los animales han evolucionado para sobrevivir. Desde peces que se parecen a hojas hasta pupas de mariposa que parecen excrementos de pájaros, la naturaleza está llena de criaturas que se disfrazan de objetos poco interesantes o incomestibles. Pero el uso que hace la polilla de la coloración estructural para crear una ilusión 3D amplía los límites de lo que los científicos creían posible en el camuflaje animal.
Otra cosa que vale la pena mencionar es el inmenso valor que tienen las colecciones de los museos en el descubrimiento científico. El equipo hizo su descubrimiento mientras estudiaba especímenes en el Museo de Historia Natural de Londres, que alberga una de las colecciones más grandes del mundo de estas polillas.
“Aunque la polilla ha estado en el museo durante cientos de años, literalmente nadie se dio cuenta”, dice Kelley.
Los hallazgos aparecieron en la revista Current Biology.
Fuente: ZME Science.