Estudio muestra que algunas personas simplemente están programadas para que les guste más la música

Biología

La mayoría de la gente disfruta de la música hasta cierto punto. Pero mientras que a algunos les pone la piel de gallina su canción favorita, a otros no les resulta tan placentera. Parte de esto se basa en nuestra cultura. Pero, según un estudio, aproximadamente la mitad está escrita en nuestros genes. En uno de los estudios gemelos más grandes realizados hasta la fecha sobre el placer musical, los investigadores descubrieron que hasta el 54% de la variación en el grado en que las personas disfrutan de la música puede ser hereditaria.

¿Por qué nos gusta la música?

No sabemos del todo por qué nos gusta la música, pero la ciencia está cada vez más cerca de descubrirlo. La música no ofrece beneficios claros para la supervivencia, pero evoca emociones fuertes con frecuencia y puede fomentar las conexiones sociales. Algunas teorías sugieren que evolucionó como una herramienta para la vinculación o la comunicación emocional, pero otras la ven como un subproducto de capacidades cognitivas más generales, como el reconocimiento de patrones o la predicción. Este nuevo estudio sugiere que la genética juega un papel clave.

“La respuesta a esta gran pregunta podría abrir una ventana a aspectos más generales de la mente humana, como cómo las experiencias se vuelven placenteras”, afirma Giacomo Bignardi, primer autor y candidato a doctorado, en un comunicado de prensa. “Queríamos comprender si las diferencias genéticas entre individuos pueden generar diferencias en el placer que las personas obtienen de la música y qué nos pueden decir estas diferencias sobre la musicalidad humana en general”, añadió el investigador.

Los investigadores utilizaron datos de más de 9000 gemelos suecos para estudiar la “sensibilidad a la recompensa musical”, una medida del placer que la música produce en las personas. Esto se evaluó mediante el Cuestionario de Recompensa Musical de Barcelona (que también se puede realizar en línea). El cuestionario divide el disfrute musical en cinco categorías: reacciones emocionales, regulación del estado de ánimo, búsqueda de música, placer por el movimiento y vínculos sociales a través de la música.

También midieron las habilidades de percepción musical de los participantes (como identificar el tono, el ritmo o la melodía) y la sensibilidad general a la recompensa, como por ejemplo cuánto disfrutan las personas normalmente de las experiencias placenteras.

Esto les permitió plantear una pregunta precisa: ¿las personas que aman la música simplemente tienen mejor audición o sistemas de recompensa más fuertes, o es el disfrute musical algo en sí mismo?

Es algo propio

Resulta que la genética juega un papel importante, aunque matizado. El diseño del estudio en gemelos permitió al equipo estimar en qué medida las diferencias en el disfrute musical se debían a la genética. Los gemelos monocigóticos, que comparten casi todos sus genes, obtuvieron puntuaciones de disfrute musical más similares que los gemelos dicigóticos, que comparten aproximadamente la mitad de sus genes. A partir de esto, los investigadores calcularon que la sensibilidad a la recompensa musical tiene una heredabilidad del 54%. Es un cálculo aproximado, pero resalta la importancia de los genes para apreciar la música.

Esa cifra se redujo ligeramente, a aproximadamente el 38%, tras considerar los efectos de la percepción musical y la sensibilidad general a la recompensa. Esto significa que no se trata de algo relacionado con la sensibilidad a la recompensa, sino de algo relacionado con la música en particular. También sugiere que existen vías genéticas distintas que moldean nuestro amor por la música, y que no se limitan a la capacidad auditiva ni a nuestra predisposición a disfrutar de las cosas.

Curiosamente, el equipo también descubrió que diferentes aspectos del disfrute musical —como la emoción frente a disfrutar de los vínculos sociales a través de la música— se ven influenciados por factores genéticos parcialmente distintos. Esto parece sugerir que no hay una única razón por la que nos gusta la música. Algunas personas pueden sentir un detonante emocional, mientras que otras pueden sentir un efecto social o de unión. En otras palabras, la música no afecta a todos por igual ni por las mismas razones.

“Estos resultados pueden indicar que las investigaciones futuras deberían centrarse en las facetas individuales en lugar de en la puntuación total de sensibilidad a la recompensa musical”, concluyeron los autores de la investigación.

Referencia de la revista: Bignardi et al. El modelado de gemelos revela vías genéticas parcialmente distintas para el disfrute musical. Nature Communications, 2025; 16 (1) DOI: 10.1038/s41467-025-58123-8.

Fuente: ZME Science.

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