La cafeína podría ayudar a algunas bacterias a mantener los antibióticos fuera de sus células, reduciendo potencialmente los efectos terapéuticos de los medicamentos, según sugiere un nuevo estudio de laboratorio. Sin embargo, los expertos advierten que aún no está claro cómo podría manifestarse este efecto en los humanos, por lo que los bebedores de cafeína no deben entrar en pánico todavía.
Los científicos saben desde hace décadas que las bacterias pueden protegerse liberando sustancias nocivas mediante proteínas de transporte especiales en sus capas externas. Esta capacidad les ayuda a resistir los efectos de fármacos que, de otro modo, las matarían. Sin embargo, no estaba claro cómo las bacterias modifican la actividad de los genes responsables de estas proteínas de transporte en respuesta a las moléculas que encuentran.
Para obtener más información, los investigadores analizaron cómo la bacteria intestinal común, Escherichia coli, mejor conocida como E. coli, respondía a 94 compuestos químicos diferentes, incluyendo antibióticos y aspirina, así como a productos producidos en el intestino, como los ácidos biliares secundarios. También analizaron pequeñas moléculas presentes en alimentos comunes, como la vainillina (el compuesto que le da su sabor a la vainilla) y la cafeína. Su estudio, publicado el 22 de julio en la revista PLOS Biology, mostró que muchos productos químicos diferentes pueden desencadenar cambios en los genes relacionados con el transporte bacteriano y, por lo tanto, afectar potencialmente su respuesta a los antibióticos.
Por ejemplo, se descubrió que la cafeína reduce la producción de una proteína transportadora llamada OmpF, que facilita la entrada de antibióticos comunes, como la ciprofloxacina y la amoxicilina, a las membranas o el interior de las células bacterianas. En teoría, al haber menos proteínas OmpF disponibles, los antibióticos no pueden acceder a sus dianas celulares con la misma facilidad, lo que los hace menos eficaces.
Pero este hallazgo no debería preocupar a los consumidores de café por ahora; existen muchas variables potenciales que aún no se han estudiado, afirmó April Hayes, investigadora postdoctoral de la Universidad de Exeter, quien no participó en el estudio. “Esto incluiría si el efecto de la cafeína reduciría la capacidad del cuerpo para eliminar infecciones”, declaró Hayes a Live Science.
Andrew Edwards, profesor de microbiología molecular del Imperial College de Londres, coincidió en que “este estudio no demuestra que el consumo de café afecte la respuesta a los antibióticos, y nadie debería cambiar su rutina”. Edwards, quien no participó en el estudio, recomendó que las personas a las que se les receten antibióticos sigan las indicaciones de su médico y las instrucciones que vienen con el medicamento.
Microbios adaptables
En el estudio, investigadores de la Universidad de Tubinga (Alemania) analizaron cómo siete genes implicados en el transporte dentro de E. coli respondían a diferentes sustancias químicas. De las 94 sustancias analizadas, 28 modificaron la actividad de estos genes.
Entre las sustancias químicas que tuvieron efecto se encontraban la cafeína; el herbicida paraquat; y ciertas clases de antibióticos, como las tetraciclinas y los macrólidos. También influyeron los fármacos que bloquean el ácido fólico, utilizados para tratar algunos tipos de cáncer y enfermedades inflamatorias, y los salicilatos, una amplia clase de fármacos que incluye la aspirina.
“Este estudio refuerza la creciente comprensión de que las bacterias pueden detectar y responder a numerosos estímulos diferentes, todos los cuales pueden afectar la susceptibilidad del microbio a los antibióticos”, afirmó Edwards.
Un tercio de los cambios genéticos inducidos químicamente involucraron la proteína de unión al origen derecho (Rob), que activa o desactiva genes al unirse a secuencias específicas de ADN. Los hallazgos sugieren que Rob desempeña un papel más importante en la adaptación de E. coli a su entorno de lo que se creía anteriormente.
Sin embargo, por ahora, aún no está claro cómo la cafeína modifica la actividad genética en E. coli ni cómo interactúa con Rob a nivel molecular. Además, los investigadores aún desconocen si los efectos observados en experimentos de laboratorio se manifiestan de la misma manera durante infecciones reales en personas.
En el estudio, los investigadores descubrieron que la capacidad de la cafeína para interferir con el funcionamiento de los antibióticos también se aplicó a una cepa de E. coli obtenida de un paciente real con infección del tracto urinario. Este experimento de laboratorio sugiere que el efecto de la cafeína sobre las bacterias podría tener importantes implicaciones para la salud humana. Sin embargo, esto deberá confirmarse en futuras investigaciones.
Las investigaciones futuras también podrían analizar microbios más allá de E. coli. Los investigadores sospechan que sus hallazgos también podrían tener implicaciones en cómo otras bacterias modifican sus transportadores con el tiempo.
Pero, lo que es más importante, “en este momento, todavía parece muy improbable que el consumo de cafeína provoque una infección difícil de tratar”, afirmó Hayes. “En general, este estudio es interesante, pero no es motivo de preocupación para los consumidores de cafeína”.
Fuente: Live Science.