Los científicos podrían haber presenciado cómo una estrella masiva y moribunda se dividió en dos y luego volvió a colisionar, desencadenando una doble explosión nunca antes vista. La explosión envió ondas a través del espacio-tiempo y forjó algunos de los elementos más pesados del universo.
La mayoría de las estrellas masivas llegan al final de su vida colapsando y explotando como supernovas, sembrando el cosmos con elementos como el carbono y el hierro. Un tipo diferente de cataclismo, conocido como kilonova, ocurre cuando los remanentes ultradensos de estrellas muertas, llamadas estrellas de neutrones, colisionan, forjando elementos aún más pesados como el oro.
El evento recientemente identificado, llamado AT2025ulz, parece combinar estos dos tipos de explosiones cósmicas de una manera que los científicos habían planteado durante mucho tiempo pero que nunca antes habían observado. Si se confirma, podría representar el primer ejemplo de una “superkilonova”, una rara explosión híbrida en la que un solo objeto produce dos explosiones distintas pero igualmente dramáticas.
“No sabemos con certeza si encontramos una superkilonova, pero el evento de todas formas es revelador”, dijo en un comunicado el autor principal del estudio, Mansi Kasliwal, profesor de astronomía en Caltech.
Los hallazgos se detallan en un estudio publicado el 15 de diciembre en The Astrophysical Journal Letters.
Un combo dos en uno
AT2025ulz captó por primera vez la atención de los astrónomos el 18 de agosto de 2025, cuando los detectores de ondas gravitacionales operados por el Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferometría Láser (LIGO), con sede en Estados Unidos, y su socio europeo, Virgo, registraron una señal sutil consistente con la fusión de dos objetos compactos.
Poco después, la Instalación Transitoria Zwicky del Observatorio Palomar, en California, detectó un punto de luz roja que se desvanecía rápidamente en la misma región del cielo, según el comunicado. El comportamiento del evento se asemejaba mucho al de GW170817 —la única kilonova confirmada, observada en 2017—, con un brillo rojo consistente con elementos pesados recién formados, como el oro y el platino.
En lugar de atenuarse como suelen esperar los astrónomos, AT2025ulz comenzó a brillar de nuevo, según el estudio. Observaciones posteriores realizadas desde una docena de observatorios de todo el mundo, incluido el Observatorio Keck de Hawái, mostraron que la luz se desplazaba hacia longitudes de onda más azules, revelando huellas de hidrógeno, un sello distintivo de una supernova y no de una kilonova. Esos datos ayudaron a los investigadores a confirmar la presencia de hidrógeno y helio, lo que indica que la estrella masiva había perdido la mayor parte de sus capas externas ricas en hidrógeno antes de detonar, señaló el artículo.
Para explicar la desconcertante secuencia, el equipo propuso que una estrella masiva que giraba rápidamente colapsó y explotó como supernova. Pero en lugar de formar una sola estrella de neutrones, su núcleo se dividió en dos estrellas de neutrones más pequeñas. Estos remanentes recién nacidos se unieron en espiral y colisionaron en cuestión de horas, generando una kilonova dentro de los restos en expansión de la supernova. El efecto combinado es una explosión híbrida en la que la supernova inicialmente enmascara la firma de la kilonova, lo que explica las observaciones inusuales, escribieron los investigadores en el artículo.
Las pistas obtenidas de los datos de ondas gravitacionales refuerzan esta idea. Si bien la señal no puede determinar con precisión las masas individuales de las dos estrellas de neutrones en fusión, sí descarta la posibilidad de que ambas fueran más pesadas que el Sol, señala el nuevo artículo.
Los investigadores hallaron una probabilidad del 99% de que al menos uno de los objetos fuera menos masivo que el Sol, un resultado que desafía la física estelar convencional, que predice que las estrellas de neutrones no deberían pesar menos de aproximadamente 1,2 masas solares. Estas estrellas de neutrones ligeras solo pueden formarse cuando una estrella que gira muy rápido colapsa, lo que coincide con el escenario propuesto para AT2025ulz, según el comunicado.
Sin embargo, el estudio señaló que la complejidad de las señales superpuestas dificulta descartar la posibilidad de que provengan de eventos no relacionados que ocurrieron en un período cercano. En última instancia, la única manera de comprobar la teoría será encontrar más eventos de este tipo mediante estudios del cielo de nueva generación, como los del Observatorio Vera C. Rubin y el próximo Telescopio Espacial Nancy Grace Roman de la NASA, afirmaron los investigadores.
“Si las superkilonovas son reales, con el tiempo veremos más”, declaró en otro comunicado Antonella Palmese, coautora del estudio y profesora adjunta de astrofísica y cosmología en la Universidad Carnegie Mellon de Pensilvania. “Y si seguimos encontrando asociaciones como esta, quizá esta sea la primera”.
Fuente: Live Science.
