Un paciente (vamos a llamarlo Tom) tenía 54 años y un buen estado de salud. Durante dos días en mayo se empezó a sentir mal, hasta el punto de no poder levantarse de la cama. Su familia lo llevó al hospital, donde los médicos se dieron cuenta de que tenía fiebre y signos de infección severa o septicemia. La razón era que su diagnóstico de COVID-19 resultó positivo.
El otro problema era la debilidad en las piernas de Tom. El neurólogo le diagnóstico síndrome de Guillain-Barré, una rara enfermedad que provoca la sensación de debilidad debido a un retraso en el envío de señales a través de los nervios.
El síndrome también provoca una parálisis en los músculos respiratorios, lo que requiere el uso de ventiladores. Un diagnóstico temprano es la clave para un tratamiento adecuado.
Debido a la incidencia de la enfermedad en anteriores pandemias causadas por coronavirus, los científicos están investigando la relación que pueda tener el COVID-19 con el síndrome.
Algunos pacientes no buscan atención médica por síntomas neurológicos como dolor de cabeza, pérdida de visión y debilidad muscular. Esto se debe al miedo de resultar infectado en la sala de emergencias. No obstante, los hospitales toman todas las precauciones necesarias.
El síndrome de Guillain-Barré ocurre cuando el sistema inmune ataca los nervios fuera de la médula espinal o el cerebro, es decir, el sistema nervioso periférico. Lo más común es que el ataque se dirija a la vaina de melina. Sin esta estructura, el envío de señales a través de los nervios se ralentiza o se pierde.
Para diagnosticar el síndrome de Guillain-Barré, los neurólogos realizan un examen detallado. Debido a la lesión nerviosa, los pacientes a menudo pueden tener pérdida de reflejos en el examen. Los médicos a menudo necesitan realizar una punción lumbar, para tomar muestras de líquido cefalorraquídeo y buscar signos de inflamación y anticuerpos anormales.
Los estudios han demostrado que administrarles a los pacientes anticuerpos de sangre donada o del intercambio de plasma, puede acelerar la recuperación. Un pequeño grupo de pacientes necesita de estas terapias durante mucho tiempo.
La mayoría de pacientes con el síndrome se pueden recuperar completamente. Pocos son los casos de personas que terminan postradas en cama o con discapacidad.
A pesar de ser raro, es común que el síndrome emerja durante casos de infecciones tanto virales como bacterianas. El caso más reciente y con más impacto mediático, fue el de la epidemia causada por el virus del Zika.
Los estudios mostraron un incremento de casos de síndrome de Guillain-Barré tras la pandemia de influenza H1N1 en 2009, lo que sugiere una posible conexión. Se cree que la causa es que en vez de atacar la infección, el sistema inmune ataca al sistema nervioso periférico.
Esto se llama respuesta autoinmune y puede hacer de una rara enfermedad neurológica un problema de salud pública. Los primeros casos del síndrome relacionados con la actual pandemia fueron reportados en España, Italia y China.
Si bien las evidencias parecen demostrarlo, no podemos confundir correlación con causalidad, el hecho de que un paciente con coronavirus resulte diagnosticado con el síndrome no significa que este haya sido causado por la infección, puede ser una simple coincidencia. Se necesitan más estudios e investigaciones para saber cuál es la relación entre ambas enfermedades.
Fuente: The Conversation a través de Science Alert.