Los virólogos que descubrieron el virus de la hepatitis C ganan el Nobel de medicina

Política y sociedad

Tres científicos que identificaron al virus causante de la hepatitis C y otras enfermedades del hígado, son los ganadores del premio Nobel de medicina de 2020. Los ganadores son Harvey Alter de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos en Bethesda, Maryland; Michael Houghton, ahora en la Universidad de Alberta en Canadá y Charles Rice de la Universidad Rockefeller en Nueva York. Su trabajo en la hepatitis C allanó el terreno para que nuevos y más efectivos tratamientos contra esta enfermedad estuvieran disponibles.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 71 millones de personas en todo el mundo están infectadas con hepatitis C, lo que causa la muerte de alrededor de unas 400,000 personas al año, principalmente por cirrosis o cáncer.

El premio es bien merecido, dice Ellie Barnes, quien estudia medicina hepática e inmunología en la Universidad de Oxford en Inglaterra. “Se destaca como un emblema de la gran ciencia”, dice ella. “Hemos llegado a un punto en el que podemos curar a la mayoría de las personas infectadas”. Los premiados compartirán un premio de 10 millones de coronas (US$1,1 millones).

Patógeno en la sangre

En la década de 1970, Alter estudió la transmisión de la hepatitis, o la inflamación del hígado, a través de transfusiones de sangre. Los trabajos anteriores habían identificado los virus de la hepatitis A y B, pero Alter demostró que un tercero patógeno viral sanguíneo podría transmitir la enfermedad a chimpancés.

Hounghton, quien en ese entonces trabajaba en la Corporación Chiron en Emeryville, California, identificó, junto a sus colegas, el virus en la base del material genético de unos chimpancés, luego de mostrar que era un virus de tipo ARN perteneciente a la familia de los flavivirus, lo llamaron “virus de hepatitis C”.

Un equipo liderado por Rice, quien trabajaba en la Universidad de Washington en San Luis, Misuri, usando técnicas de ingeniería para caracterizar una porción del genoma viral responsable de la replicación, demostraron el rol de este a la hora de causar la enfermedad hepática.

Hepatitis C virus (HCV). HDRI images from an image taken with transmission electron microscopy.

Algunos investigadores consideran al virólogo Ralf Bartenschlager de la Universidad de Heidelberg para el Nobel de medicina, por su trabajo en las formas de esparcir el patógeno por el laboratorio. Sin embargo, Bartenschlager dice que el comité del Nobel tomó una decisión razonable. “Es una decisión realmente difícil”, dice. “Creo que la forma en que lo han abordado es bastante comprensible”.

En el pasado, Houghton ha criticado abiertamente los premios científicos que limitan el número de destinatarios; el número máximo de galardonados por un solo premio Nobel es tres. En 2013, rechazó un prestigioso Premio Gairdner de Canadá, que venía con un premio de $ 100,000, porque el premio no reconocía a sus colaboradores Qui-Lim Choo y George Kuo en Chiron. “Siempre quiere ver sus descubrimientos como un enfoque de equipo”, dice Thomas Baumert, virólogo y hepatólogo de la Universidad de Estrasburgo en Francia.

Dificultades con las vacunas
El resultado de la investigación de los galardonados y otros ha llevado a mejoras significativas en las pruebas y el tratamiento de la hepatitis. En la última década, los tratamientos duros y poco efectivos para la infección han sido reemplazados por medicamentos que bloquean directamente el virus. Estos medicamentos tienen el potencial de curar la gran mayoría de las infecciones por hepatitis C, pero su alto costo tiene un acceso limitado en muchos países de ingresos bajos y medianos.

El tratamiento requiere seguir un régimen de medicamentos durante 8 a 12 semanas, dice Barnes. “Muchas de las personas que viven con hepatitis C permanecen en entornos vulnerables o son consumidores de drogas intravenosas, donde en realidad es bastante difícil llevar las drogas a las personas afectadas”.

Bartenschlager dice que espera que el Nobel llame la atención sobre la “epidemia silenciosa” de hepatitis C en todo el mundo.

La OMS se ha fijado el objetivo de erradicar el virus de la hepatitis C para 2030, lo que Barnes dice que podría lograrse. Pero para hacerlo, agrega, podría requerir una vacuna.

El progreso en el desarrollo de una vacuna de este tipo ha sido lento, debido en parte a la escasa inversión en el esfuerzo y a la naturaleza astuta del virus en sí. La genética de cada cepa del virus de la hepatitis C difiere drásticamente: Barnes estima que la hepatitis C es diez veces más diversa que el VIH, e “infinitamente” más que el coronavirus SARS-CoV-2, que causa el COVID-19. Y es difícil realizar ensayos clínicos en las poblaciones más vulnerables al virus de la hepatitis C.

Ninguno de estos problemas es insuperable, dice Barnes. “El virus fue descubierto hace 30 años y todavía no tenemos vacuna”, agrega. “Todavía tenemos personas infectadas y muriendo de hepatitis C. Desde ese punto de vista, la historia no ha terminado”.

Baumert agrega que con la disponibilidad de tratamientos mejorados ha surgido la idea errónea de que el problema de la hepatitis C se ha resuelto, y los patrocinadores y las revistas parecen menos interesados ​​en la enfermedad. El premio Nobel podría ser una oportunidad para recordarle al mundo que la hepatitis C sigue siendo un problema. “Esto lo impulsará hacia atrás y volverá a centrarse en la vacuna”, dice.

Fuente: Nature.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *