Los corales son auténticas maravillas. Ofrecen un hogar a los residentes del océano, protegen las costas de la erosión y las tormentas, estimulan la economía gracias al turismo y son un santuario de la biodiversidad. También han estado durante mucho tiempo.
Se cree que los corales evolucionaron hace 500 millones de años, durante el periodo Cámbrico, cambiando muy poco durante ese tiempo. De hecho, los corales son tan conocidos por sus registros fósiles, que los científicos los usan como indicadores de las condiciones ambientales.
Pero ahora los podemos usar para algo más. De acuerdo a un nuevo estudio, pueden servirnos como “máquinas del tiempo” que revelan el nivel de dióxido de carbono al final de la última era.
El calentamiento global actual no tiene precedentes: está pasando muy rápido para las nuevas generaciones y no es un proceso natural sino causado por una especie. Pero para nuestro planeta, en lo que respecta a su historia geológica, el cambio climático es un proceso natural.
La última era de hielo, terminó, por ejemplo, gracias a un culpable que nos es familiar: el aumento de CO2 en la atmósfera. Sin embargo, los geólogos no están seguros de qué causó ese aumento de dióxido de carbono. Usando el análisis geoquímico de unos corales fósiles, un grupo de científicos encontró que el cambio en la circulación de los océanos podría ser la causa, mostrando de paso, cómo los corales pueden ser usados para dar información ambiental.
El equipo comenzó recolectando restos fósiles de corales de aguas profundas que vivían a miles de metros bajo las olas. Luego, los datan usando desintegración radiactiva, seleccionando solo los que crecieron al final de la edad de hielo hace 15.000 años. La toma de huellas dactilares geoquímicas adicionales (incluidas las mediciones de radiocarbono) permitió a los investigadores reconstruir los cambios en la circulación oceánica. Los corales sugieren un vínculo entre estos cambios y el aumento de los niveles de CO2, dice el autor del estudio, el Dr. James Rae, de la Universidad de St Andrews.
“Los corales actúan como una máquina del tiempo, lo que nos permite ver cambios en la circulación oceánica que ocurrieron hace miles de años. Muestran que el océano alrededor de la Antártida puede cambiar repentinamente su circulación para liberar eructos de CO2 a la atmósfera”.
No es la primera vez que se sugiere algo como esto. La circulación del océano profundo puede cambiar rápidamente, y esto puede liberar mucho CO2 a la atmósfera, dice la profesora Laura Robinson, coautora del nuevo estudio.
En un estudio separado publicado en Nature Geoscience esta semana, el mismo equipo usó datos de coral para refutar la idea de que el aumento global de CO2 al final de la edad de hielo se debía al carbono de los sedimentos de aguas profundas.
“Ha habido algunas sugerencias de que los depósitos de carbono en las profundidades del lodo marino podrían burbujear y agregar CO2 al océano y la atmósfera, pero no encontramos evidencia de esto en nuestras muestras de coral”, dijo Andrea Burke, de la Escuela de la Tierra y Ciencias Ambientales en la Universidad de St Andrews en Escocia.
Fuente: ZME Science.