Para bien o para mal, la pandemia ha puesto la ciencia al alcance de más gente que nunca

Política y sociedad

Por: Alice Fleerackers y Juan Pablo Alperin

El COVID-19 no solo ha cambiado nuestras vidas personales, también ha cambiado drásticamente la investigación científica.

En respuesta a la rápida propagación del virus, los científicos de todo el mundo han tenido que encontrar nuevas formas de colaborar y resolver problemas, todo a velocidades que antes se creían inimaginables.

De hecho, hasta hace muy poco tiempo, la idea de que se pudiera desarrollar, probar y distribuir una nueva vacuna en menos de un año hubiera parecido imposible.

El rápido ritmo al que avanza la ciencia es emocionante. Además de producir vacunas, los científicos han encontrado formas de prevenir la propagación del virus, disipar los mitos pandémicos e identificar las comunidades con mayor riesgo de enfermarse.

Pero la “velocidad de deformación” a la que se mueve la ciencia también puede ser peligrosa, especialmente cuando los estudios de investigación no concluyentes o no verificados atraen la atención del público.

Como investigadores que estudian la comunicación científica y sanitaria, nuestro equipo ha estado prestando mucha atención a la forma en que una forma de investigación preliminar, la preimpresión, llega a las audiencias.

¿Qué son las preimpresiones?

Las preimpresiones son manuscritos científicos que se publican en línea pero que no han sido verificados formalmente por la comunidad científica. Los científicos los usan por muchas razones, desde obtener retroalimentación temprana sobre nuevos trabajos hasta compartir hallazgos que son importantes pero que quizás nunca lleguen a una revista.

Las preimpresiones también pueden ayudar a que la investigación sea más accesible porque son de lectura gratuita, mientras que muchos artículos de revistas no lo son.

También pueden ser publicadas por científicos sin demoras, a diferencia de los muchos meses (o incluso años) que se necesitan para que un estudio se someta a una revisión por pares y se publique en una revista.

Para algunos hallazgos, esperar que un artículo pase por dos o tres investigadores independientes, o pares académicos, que lean el estudio y evalúen su rigor, originalidad e importancia, es un retraso manejable.

Pero para otros, como los que buscan nuevos medicamentos prometedores, estrategias de prevención o terapias médicas, la velocidad puede marcar una gran diferencia. En estos casos, publicar una preimpresión significa que otros científicos pueden comenzar a trabajar para replicar los resultados de inmediato, lo que podría permitir la aprobación de nuevos tratamientos o vacunas meses o incluso años antes de lo previsto.

Esta ventaja de velocidad es una de las razones por las que el uso de preimpresiones se ha disparado durante la pandemia de COVID-19. Cuando casi 800.000 personas en todo el mundo se enferman cada semana, la ciencia más rápida no se trata solo de conveniencia: se trata de salvar vidas. Preimpresiones en la pandemia COVID-19

Si bien las preimpresiones tienen una ventaja obvia para los científicos, las cosas pueden complicarse cuando estos estudios preliminares se abren camino fuera de la comunidad científica.

Al principio de la pandemia, por ejemplo, dos preimpresiones de alto perfil que vinculaban el tabaco y la prevención de COVID-19 comenzaron a recibir mucha cobertura de los medios. Aunque los estudios resultaron ser muy deficientes, muchos lectores tomaron en serio los hallazgos, lo que provocó un pánico innecesario y alentó a fumar.

La naturaleza tentativa de las preimpresiones es una de las razones por las que históricamente se ha desanimado a los periodistas a informar sobre ellos.

Pero con el inicio de la pandemia y pocos estudios relevantes revisados ​​por pares en los que basarse, los periodistas no tuvieron más remedio que cubrir estos informes preliminares.

De hecho, en los primeros meses de la pandemia, las preimpresionas relacionados con COVID-19 tenían más de 200 veces más probabilidades de recibir cobertura mediática que los preprints sobre otros temas, según un estudio publicado (como preprint) el año pasado.

En nuestro estudio revisado por pares, encontramos que, desafortunadamente, la naturaleza preliminar de estos estudios no siempre se comunicó de manera consistente. De las más de 450 historias de los medios que analizamos, solo alrededor de la mitad describieron con precisión los preprints como investigaciones inciertas o no verificadas.

Sorprendentemente, no fueron solo los medios de comunicación más nuevos y menos tradicionales los que no identificaron la investigación como preprints. Incluso publicaciones establecidas como el New York Times no siempre describieron los preprints que cubrieron como preliminares.

Mantenerse crítico e informado a medida que evoluciona la ciencia

Si bien esta cobertura de preprints no es en sí misma algo malo, puede ser peligrosa si la naturaleza tentativa de la ciencia no se hace transparente.

Afortunadamente, las asociaciones de periodistas están comenzando a desarrollar recomendaciones para cubrir los preprints de manera responsable.

Los servidores de preimpresión o colecciones en línea, como bioRxiv y medRxiv, también han comenzado a publicar mensajes de “advertencia” junto con nuevos estudios para recordar a los lectores que no deben tratar los hallazgos como hechos establecidos.

Sin embargo, hasta que estas mejores prácticas se conviertan en algo común, depende de todos nosotros desarrollar las habilidades que necesitamos para tomar decisiones responsables y fundamentadas sobre nuestra salud. Aprende a leer artículos científicos de manera crítica, recuerda verificar los hechos afirmaciones cuestionables y, lo más importante, piensa siempre antes de compartir.

Este artículo es una traducción de otro publicado en The Conversation. Puedes leer el texto original haciendo clic aquí.

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