Según el primer análisis global de la diversidad vegetal, la flora del mundo se está volviendo cada vez más uniforme, incluso en islas aisladas como Australia. Durante décadas, los científicos han estado advirtiendo al mundo que nos dirigimos hacia una nueva época geológica, llamada ‘Homogeceno’, cuando las formas de vida únicas se ven eclipsadas por especies más adaptables que pueden vivir junto a los humanos. La nueva investigación sobre plantas con flores revela hasta qué punto eso ya puede estar sucediendo con algunas especies de flora.
“Estos efectos son ahora evidentes incluso en los rincones más remotos del mundo”, dice el ecologista Mark van Kleunen de la Universidad de Konstanz en Alemania.
“A menos que se tomen medidas de protección más efectivas para contrarrestar la propagación y naturalización de plantas exóticas en el futuro, estas continuarán destruyendo la singularidad de nuestros ecosistemas, haciendo del mundo un lugar menos diverso”.
Esta destrucción de ecosistemas se debe en gran parte a nosotros. Los seres humanos han colapsado la distancia entre las ecorregiones en todo el mundo, y algunos científicos están preocupados de que la pérdida de barreras naturales pueda algún día crear una ‘Nueva Pangea’.
En lugar de tierra firme que conecta todos los continentes principales y su flora y fauna, el puente esta vez seremos nosotros. Sobre nuestras espaldas ya fluyen numerosos superinvasores, dispuestos a apoderarse de nuevos territorios y desplazar a las especies autóctonas. Su dominación ha comenzado.
Las moras, por ejemplo, que crecen salvajes en Australia, impactan al menos a 47 especies amenazadas mediante la reducción del hábitat y proporcionando refugio a otros depredadores introducidos y especies competidoras. Cuestan cientos de millones de dólares en daños e intentos de contención. Las medidas de bioseguridad más estrictas para el comercio y el transporte de personas podrían ayudar a proteger la vegetación nativa que queda en nuestro planeta para zonas críticas como Australia y otras islas del Pacífico.
Las naciones aisladas como estas albergan muchas especies endémicas únicas y, sin embargo, debido a que estas formas de vida han evolucionado para adaptarse a un nicho ecológico muy específico, es menos probable que se adapten a un mundo que cambia rápidamente. Basándose en datos florales de 658 regiones de todo el mundo, incluidas 189.762 especies de plantas con flores, los investigadores ahora han comparado ampliamente cómo se las arreglan las flores nativas en comparación con las flores invasoras.
Con el tiempo, sus hallazgos sugieren que las plantas geográficamente distantes se han vuelto menos distintas entre sí debido a la introducción de especies invasoras. En última instancia, los autores encontraron que es más probable que las plantas exóticas se naturalicen en un entorno distante cuando el clima, y especialmente la temperatura, es similar a su último hogar.
La lluvia, por otro lado, no pareció influir tanto en la uniformidad de las plantas. Esto sugiere que muchas plantas invasoras son malas hierbas, que prosperan en tierras agrícolas y a lo largo de los ríos.
“Cuanto más similares sean dos regiones en términos de clima, más probable es que una planta de una región logre establecerse como especie naturalizada en la otra región, una vez que se hayan cruzado las barreras geográficas”, explica el ecologista Qiang Yang también de la Universidad de Konstanz.
“En cierto sentido, las plantas de una región con poca distancia climática a su nuevo hábitat están preadaptadas al clima”.
Las regiones del mundo que comparten las mismas administraciones políticas actuales o pasadas también tienen una flora relativamente uniforme. Esto probablemente se deba a que el comercio y el transporte de personas son mucho más comunes entre los estados de una nación, las naciones de una unión o las redes coloniales históricas. En un momento, por ejemplo, el imperio global británico había establecido 126 jardines botánicos en todo el mundo, todos los cuales intercambiaban especies de plantas.
De manera similar, los colonizadores europeos trajeron muchas especies exóticas a Australia, razón por la cual esta región del mundo es un punto clave para la homogeneización. Hoy en día, las plantas exóticas invasoras en Australia se cuentan por miles, y cada año se agregan alrededor de 20 nuevas especies a la lista, desplazando aún más plantas nativas y alterando los hábitats naturales.
Las consecuencias ecológicas, evolutivas y socioeconómicas de todo este cambio siguen sin estar claras. Aún así, dada la importancia que tiene la biodiversidad para los ecosistemas locales, la llegada de una ‘Nueva Pangea’ podría ser muy destructiva.
Estudios previos sugieren que la última vez que existió un supercontinente en la Tierra, aumentó el cosmopolitismo de la fauna global y condujo a extinciones masivas, lo que provocó que las ‘faunas de desastres’ homogéneas se hicieran cargo. No hay ninguna razón por la que no pueda volver a suceder.
El análisis actual es una estimación aproximada de cuánta homogeneidad ya se ha producido entre las plantas con flores, pero se necesita mucha más investigación para determinar qué tan uniforme se ha vuelto toda la biosfera y por qué. Solo entonces sabremos qué hay que hacer para salvarlo.
El estudio fue publicado en Nature Communications.
Fuente: Science Alert.