Un rápido aumento en los ataques de hongos pone en riesgo el suministro global de alimentos

Medio ambiente

El año pasado, la Organización Mundial de la Salud publicó una clasificación de patógenos fúngicos que pueden infectar a los humanos. Muchos de estos han desarrollado resistencia a los tratamientos y se están volviendo muy peligrosos. Sin embargo, los hongos representan otra amenaza indirecta para la salud humana. Los científicos ahora advierten que el cambio climático provocará un aumento de los ataques de hongos en los cultivos, lo que amenaza la seguridad alimentaria mundial.

Las expectativas de hongos ya son una gran amenaza para los cultivos en todo el mundo. A nivel mundial, destruyen entre el 10% y el 23% de la producción anual de los agricultores, más entre un 10% y un 20% adicional después de la cosecha, arruinando suficientes cultivos para alimentar hasta cuatro mil millones de personas. Sin embargo, se espera que tales pérdidas aumenten mucho más en un mundo que se calienta.

Los medios del calentamiento global permiten que los patógenos que antes se limitaban a las áreas tropicales se propaguen cada vez más, dijeron investigadores del Reino Unido y Alemania. En particular, las infecciones fúngicas se han desplazado hacia el norte a un ritmo de siete kilómetros por año desde la década de 1990. Las altas temperaturas también conducen a nuevas variantes de patógenos, mientras que las tormentas más fuertes pueden propagar las esporas aún más.

“A medida que se proyecta que nuestra población mundial aumente, la humanidad enfrenta desafíos sin precedentes para la producción de alimentos. Ya estamos viendo pérdidas masivas de cultivos por infecciones fúngicas, que podrían sustentar a millones de personas cada año. Esta preocupante tendencia solo puede empeorar”, dijo Eva Stukenbrock, una de las autoras del artículo, en un comunicado.

El camino a seguir
Sarah Gurr, la otra autora del artículo, dijo que los hongos recientemente obtuvieron cierta atracción debido al programa The Last of US, en el que los hongos se apoderan de los cerebros humanos. “Si bien la historia es ciencia ficción, advertimos que podríamos ver una catástrofe de salud global causada por la rápida propagación mundial de infecciones fúngicas”, dijo en un comunicado.

En su artículo, los investigadores advirtieron sobre una “tormenta perfecta” que está causando que las infecciones por hongos se propaguen más rápido. Entre los factores está el hecho de que los hongos son muy resistentes y permanecen viables en el suelo hasta por 40 años, con esporas que pueden viajar a través de los continentes. También son increíblemente adaptables, con diversidad genética entre especies.

La agricultura moderna significa tener grandes áreas de cultivos genéticamente uniformes, lo que proporciona el caldo de cultivo y alimentación ideal para los hongos, dijeron los investigadores. También son capaces de evolucionar más allá de las formas tradicionales de controlar su propagación. El uso de fungicidas que se dirigen a un solo proceso celular permite que los hongos desarrollen resistencia a ellos.

Sin embargo, hay razones para tener esperanza. En 2020, un equipo de investigadores descubrió una química que podría allanar el camino para un nuevo tipo de producto antifúngico. Cambiar las prácticas agrícolas también podría ser parte de la solución. La investigación en Dinamarca se mostró prometedora al plantar mezclas de semillas que portan una variedad de genes que son resistentes a la infección por hongos.

La tecnología también puede resultar crucial, dijeron los investigadores. La inteligencia artificial, los satélites y las herramientas de detección remota están comenzando a producir una vigilancia más eficaz de las enfermedades fúngicas. En general, argumentan que proteger los cultivos del mundo de los hongos requerirá un enfoque más unificado, que reúna a científicos, agricultores, financiadores y legisladores.

El riesgo de patógenos de cultivos es significativo y está creciendo. Sería prudente prestarle atención.

El artículo fue publicado en la revista Nature.

Fuente: ZME Science.

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