Este laboratorio subterráneo podría ser la clave para asentamientos en Marte

Astronáutica

Yorkshire del Norte, Inglaterra, una región conocida por sus pintorescos paisajes y su encantadora zona rural, esconde un secreto debajo de su superficie: una instalación de investigación única ubicada a 1,1 kilómetros bajo tierra. El proyecto Bio-SPHERE (Biomedical Sub-surface Pod for Habitability and Extreme-environments Research in Expeditions) de la Universidad de Birmingham (UB) intentará revolucionar la habitación humana en cuerpos celestes como la Luna y Marte en este reino subterráneo.

El proyecto, publicado recientemente en Nature Microgravity, tiene como objetivo desentrañar los desafíos y las complejidades de las operaciones científicas y médicas en entornos extraterrestres implacables. En asociación con el Laboratorio Subterráneo de Boulby, una instalación subterránea de 4.000 m3 de profundidad centrada en la investigación de física de partículas, ciencias de la Tierra y astrobiología, los investigadores de la UB están profundizando en un territorio desconocido.

El proyecto Bio-SPHERE encuentra su hogar dentro de una red de túneles adyacentes a Boulby, excavando a través de depósitos de sal de roca de 250 millones de años. Estas formaciones geológicas y la ubicación profunda del subsuelo ofrecen un escenario ideal para recrear las condiciones operativas que encontrarían los futuros exploradores lunares o marcianos. Desde el aislamiento y los recursos limitados hasta las complejidades de mover equipos pesados, estos túneles brindan información sobre las pruebas que esperan a los futuros exploradores celestiales.

Pero el encanto del proyecto Bio-SPHERE no termina ahí. Más allá de su mimetismo geológico, la instalación también presenta una oportunidad única para estudiar el potencial de protección de los hábitats subterráneos contra los peligros de la radiación del espacio profundo. Protegidos por la profundidad extraordinaria, los investigadores pueden profundizar en la eficacia de estos refugios subterráneos para proteger a las tripulaciones espaciales de la radiación, un riesgo frecuente en los viajes interplanetarios. Además, la instalación permite investigaciones para mitigar otros peligros, como el impacto destructivo de los meteoritos, que amenazan constantemente la infraestructura vital de soporte vital. Alexandra Iordachescu, investigadora principal de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad de Birmingham, expresó su entusiasmo por colaborar con Boulby.

“Esta nueva capacidad ayudará a recopilar información que pueda asesorar sobre los sistemas, dispositivos y biomateriales de soporte vital que podrían usarse en emergencias médicas y reparación de tejidos después de daños en misiones en el espacio profundo”, dijo.

“Estos tipos de métricas pueden guiar el diseño del sistema y ayudar a evaluar las necesidades científicas y los plazos aceptables en las operaciones de bioingeniería bajo las limitaciones de entornos aislados, como los hábitats espaciales. Es probable que los datos también aporten numerosos beneficios para las aplicaciones basadas en la Tierra, como la realización de intervenciones biomédicas en áreas remotas o en entornos peligrosos y, de manera más general, la comprensión de los flujos de trabajo biomédicos en estos entornos no ideales”.

El primer módulo presentado por Bio-SPHERE sirve como campo de pruebas para procedimientos biomédicos vitales para tratar el daño tisular. Este módulo de simulación de tres metros de ancho facilita el estudio de los procedimientos biomédicos necesarios para preparar materiales para tratar el daño tisular. Estos incluyen fluidos complejos, polímeros e hidrogeles para medicina regenerativa que podrían usarse, por ejemplo, en apósitos para heridas o rellenos para mitigar daños.

“El proyecto Bio-SPHERE promete ayudar a responder algunas preguntas logísticas clave para establecer condiciones de vida sostenibles en entornos subterráneos remotos y, al hacerlo, contribuirá significativamente a los preparativos esenciales para nuestro largo, difícil y emocionante viaje colectivo por delante”, dijo el profesor Sean Paling, director de Boulby y científico senior.

Fuente: ZME Science.

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